¿Pandemia o control total? – Juan de Dios Andrade
¿Es la pandemia la ocasión para imponer un sistema totalitario? ¿Hubo conspiración para propagar el COVID-19 o fue un accidente? Hay una lucha por la preeminencia global en al menos tres planos, pero no es lo único. Un grupo de intelectuales pretende dar algunas respuestas
CONfines Políticos
Cruce de acusaciones entre Estados Unidos y China sobre el origen y la responsabilidad en torno al COVID-19, a lo cual eventualmente se suma la Unión Europea. Presión de varios países en la ONU, que derivó en una resolución que incluye auditar la labor de la Organización Mundial de la Salud ante la pandemia. Una asamblea de la ONU que, por primera vez, se realizó de modo virtual y a cuya resolución, además de la UE, también se sumaron México, Australia, Japón, Rusia, India y Brasil. Un director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que, por lo menos, ha sido acusado de irresponsable por Estados Unidos, teniendo que aceptar la auditoría. ¿Quién tiene la razón, en este galimatías? Demasiada estridencia en un asunto tan importante para el mundo…
Estados Unidos ha oscilado de señalar a China por presuntamente haber creado el virus en un laboratorio y de ocultar información con tal de hacerse con insumos sanitarios, a denunciar la cercanía del director general de la OMS con China y suspender la entrega de fondos para el organismo. Donald Trump no ha dudado en afirmar que hay pruebas crecientes de sus aparatos de inteligencia sobre la conducta maliciosa de los chinos, aunque el propio Mike Pompeo ha pasado de secundar a su jefe a suavizar su postura y centrarse en denunciar que Tedros Adhanom Ghebreyesus es una ‘marioneta’ de China. De paso, la comunidad de inteligencia norteamericana ha negado tener esa información que le adjudican, en lo que ha sido una cadena de comentarios inusuales, porque, de ordinario, las instancias en cuestión no comentan en público documentos que se supone sean de inteligencia…
China, a su vez, ha dicho que Trump está difamando para tratar de ocultar su propia negligencia, pero también amenazó a Australia con represalias comerciales de insistir en que se investigue el origen del actual coronavirus (y lo cumplió), lo que de suyo aumentó las sospechas. En la coyuntura, Donald Trump volvió a la carga responsabilizando a China por la ‘matanza masiva mundial’ y la respuesta no se hizo esperar: habría ‘medidas de retorsión’ si Estados Unidos le imponía sanciones. No pareció importarles los vaivenes tormentosos en la economía mundial…
Vladimir Putin, que hasta hace poco parecía ser el único liderazgo global estable, ha comenzado a dar muestras de cierto agotamiento, al grado de que, por momentos, ha desaparecido del propio escenario ruso, no digamos ya del ámbito internacional. La presión ciudadana aumenta y muchos se preguntan si Vladimir se ha quedado pasmado ante una oleada de contagios que parece incontenible, al menos en lo inmediato…
Sin duda, hay una confrontación geopolítica en al menos tres planos: por el ‘relato’ de lo que ha ocurrido y está ocurriendo, lo que podría legitimar o deslegitimar a los principales polos que se disputan la preeminencia mundial; por la cura o tratamiento médico, donde están en juego miles de millones de dólares y la hegemonía farmacéutica; y la configuración de la nueva realidad geoestratégica que resulte, lo que incluye el impacto en las relaciones humanas cotidianas, el papel de las redes sociales en el trabajo y la familia, así como la salud personal y el sistema político y económico global…
Esto último es lo que ha generado muchas dudas. ¿Estamos ante el fin del capitalismo global? ¿Saldrá bien librada la democracia de la disyuntiva libertad-seguridad? ¿Caerán los gobiernos populistas o se convertirán en los adalides de una forma emergente de globalismo, distinto del que surgió al terminar la Guerra Fría? ¿Intentan algunos aprovechar la pandemia para implantar un sistema de control global? ¿Surgirá un nuevo tipo de comunismo o de autoritarismo? Son muchas las preguntas y no faltan los que se cuestionan si estamos entrando a un mundo apocalíptico. Todas las opiniones son respetables, pero con moderación y sensatez…
Teoría del control total
Recién está circulando la versión electrónica de un libro que ha sido presentado virtualmente: ‘Pandemonium. ¿De la pandemia al control total?’ cuyos editores son Carlos Beltramo y Carlos Polo, ambos del Population Research Institute y que vale la pena reflexionar. Parten de lo que llaman: ‘guerra por el relato’ entre dos bloques. De un lado, está China y sus aliados, que sostienen que el COVID-19 es producto de una mutación natural, en lo cual no tendrían culpa alguna y cuya versión es compartida por la OMS. Del otro, se encuentran Estados Unidos, la UE, Australia y varios más, con posiciones que van desde creer que todo salió de un laboratorio hasta los que piensan que alguna responsabilidad han de tener los chinos. La negativa de China a una investigación y el ocultamiento de información se han convertido en la principal fuente de sospecha, lo que ha sido la ocasión para la difusión de todo tipo de teorías conspirativas…
Por si no bastase con la problemática de salud, prevalecen tesis de lo más variopinto sobre lo que se ha convertido en el mayor reto desde la Segunda Guerra Mundial y lo que hay que hacer. Esto último produjo una polémica en torno a si los gobiernos se están excediendo en las medidas de confinamiento con tal de afianzarse en el poder, con el añadido de que estaría ‘legitimado’ por la pandemia. ¿Habrían encontrado las izquierdas radicales una nueva vía revolucionaria, distinta de su plataforma original y en la cual tendrían a favor el temor de la gente al contagio? ¿Está en riesgo la libertad por los embates de un totalitarismo global y posmoderno, o son exageraciones? ¿Qué tan cierto es la posibilidad de un sistema tecnológico de control, que superaría con mucho al ‘Gran Hermano’? No debemos olvidar que podría ser una ‘navaja de dos filos’: de haber rebrotes o segunda o tercera oleada de contagios, daría pie a que los bandos se culpasen mutuamente. Algunas autoridades advierten del peligro de aquellos ciudadanos que no respeten la seguridad sanitaria, en lo que más bien parecen maniobras para atenuar su propia responsabilidad y poner las condiciones para que, en tal caso, responsabilizar a la ciudadanía o a quien sea…
En otro carril transita el peligro de un colapso económico, al coincidir la pandemia con una recesión global que se vería agravada al paralizarse la economía por el confinamiento. No es fácil tomar decisiones ni intentar resolver la situación. De ahí que el libro en cuestión se presente como un esfuerzo de intelectuales de distintos países para analizar el caso desde diferentes perspectivas y advertir sobre un totalitarismo en ciernes o, por lo menos, de un estatismo que pretende hacerse pasar por ‘actual’…
En cuanto a los señalamientos contra gobiernos de diferentes países, por no haber actuado bien y a tiempo, destacando más por su incompetencia o por mala intención, cabe recordar la entrevista hecha por Jordi Évole al Papa Francisco, mediante videoconferencia, luego de la Cuaresma, en donde le preguntó sobre el malestar ciudadano frente a los líderes políticos por no haber actuado oportunamente e informado debidamente, a lo que el Papa respondió: “Puede ser…puede ser. Pero también nosotros, que nos quejamos por una eventual…no haber sido notificados a tiempo…tampoco nosotros creíamos que nos iba a tocar, como dijiste recién. ‘Esto se va a detener en China…no viene para acá…sí, sí, se va a detener en Italia’ y ahora lo tenemos en casa. Es que todos pecamos de alguna manera de subvaluar el problema” …
El libro editado por Beltramo y Polo me parece muy oportuno porque, respetando la posición de todos los autores, da pistas muy importantes. Quizá tenga el defecto de que, al ser en parte artículos hechos para la ocasión y en parte artículos ya publicados en algunos medios, por momentos genere algunas dudas derivadas de la trabazón que necesita la argumentación general de todo libro. Pero, desde el principio, Steven W. Mosher se adhiere a la hipótesis de que el COVID-19 haya surgido de una serie de experimentos para crear un virus más letal, a cargo de la doctora Shi Zhengli (Instituto de Virología de Wuhan), pero que la propagación fue accidental, producto del descuido y falta de valoración de la vida humana que ha caracterizado a los chinos…
La doctora Shi es conocida por sus investigaciones con murciélagos, y una eventual indagatoria independiente podría demostrar si el COVID-19 fue el resultado de una mutación natural o de una manipulación experimental. Shi Zhengli también realizó experimentos en alianza con el profesor Ralph S. Baric de la Universidad de Carolina del Norte, de quien habría obtenido la técnica que necesitaba para potenciar y probar si los murciélagos eran capaces de infectar a seres humanos. En su momento, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos puso fin a las investigaciones de Baric, porque el riesgo era mayor que los beneficios que se podrían obtener. Pero la doctora Shi siguió adelante, prácticamente sin supervisión de las autoridades chinas…
De haber existido alguna conspiración, tal vez haya sido la de guardar silencio por parte de China para acaparar material sanitario, lo que explica la dureza con la que trató a los que intentaron alertar al mundo, entre ellos al médico Li Wenliang, hoy considerado un mártir por muchos. En el contexto, es importante considerar el documento ‘Five Eyes’, publicado por el Australian Daily Telegraph y atribuido a una labor de inteligencia de Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, que apunta a Shi Zhengli y al incumplimiento de protocolos de seguridad. Sin embargo, se trata de un informe filtrado cuya veracidad habría que probar…
Asimismo, ¿tratan algunos de aprovechar la pandemia para imponer un sistema autoritario y hasta totalitario? ¿Intentan otros dejar morir a las personas de la tercera edad, con tal de resolver problemas financieros relativos a retiros y pensiones? ¿Estamos ante estrategias surgidas sobre la marcha y sin relación con el origen del COVID-19, buscando incidir en cierto control poblacional? Son muchas las preguntas y, en todo caso, hay que ser prudentes para no quedar atrapados en la telaraña de las tesis de la ‘conspiración mundial’…
No olvidemos que no faltan los que difunden tesis paranoicas para, luego, ‘demostrar’ que eran falsas y dejar a los que las crean como dementes disfrazados de intelectuales…
Hasta entonces…
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