Vie. Nov 22nd, 2024

Vladimir Putin

Vladimir y la guerra de lo oculto – Juan de Dios Andrade

Las luchas por el poder geopolítico han pasado por confrontaciones de otro tipo. ¿Creen los gobernantes en poderes ocultos y paranormales o son elementos usados pragmáticamente en pos de una imagen apocalíptica? Son los peligros del profetismo político

CONfines Políticos

La política ha sido terreno fértil para las teorías de la conspiración, el ocultismo, la magia, la brujería y otras lindezas. Algunos gobiernos hasta han creado unidades para investigar fenómenos paranormales, como parte de una intensa competencia por el poder mundial. Claro que lo anterior ha potenciado los niveles de paranoia en todos los bandos en pugna, que han acelerado las pesquisas sobre lo oculto con tal de no ser rebasados por sus adversarios. No, no estoy hablando de ciencia ficción ni de fantasías. Cualquiera que dé muestras de poseer un superpoder, ha sido objeto de estudios y pruebas muy detalladas, no faltando el juego de la propaganda para hacerle saber a todos que poseen una ventaja inalcanzable en el escenario geoestratégico global. Pese a que luego se comprobó que muchos de esos superpoderes jamás existieron, se afirmaba que sí existían para poner nerviosa a la contraparte, haciéndole creer que había psíquicos capaces de leer la mente a distancia y penetrar las bóvedas secretas de cualquier gobierno o instancia militar y de inteligencia. Por efecto de lo anterior y de la tecnología aplicada al espionaje, unos y otros se dieron a la tarea de construir impenetrables estancias ultrasecretas para no ser vistos ni escuchados por un enemigo desconocido, situado a miles de kilómetros…

Esta paranoia tuvo lugar hasta en el contexto de la carrera espacial. Por ejemplo, Nikita Kruschev se jactó de que la Unión Soviética ya estaba usando el espionaje satelital, cosa que no era verdad. Pero fue tan convincente que los Estados Unidos actuaron con rapidez para igualar a los soviéticos y se convirtieron en los primeros en desarrollar la tecnología necesaria para hacerlo. Esto fue clave, más adelante, cuando estalló la crisis de los misiles en Cuba. La actitud de Kennedy no fue sólo por valentía y determinación, sino por la información que estaba recibiendo del espionaje satelital. Con antelación, supo que la URSS no estaba preparada para una confrontación bélica a gran escala. Si Nikita no le hubiese atizado a la paranoia, quizás la historia habría sido diferente…

Místicos, magos, videntes y hechiceros. Todos ellos enfrascados en una confrontación de aparatos de inteligencia y departamentos de investigación sobre lo oculto. Son asuntos que atañen a los sistemas de seguridad en torno a los hombres del poder y a la propaganda política…

Videntes y milagreros

Como muchos países, Rusia tiene una larga historia de relaciones entre la élite, la magia y el ocultismo. Para no ir muy lejos, en tiempos de Catalina la Grande las cabezas de las familias más importantes forcejeaban por ganar poder e influencia en su entorno, lo que fue acentuado por una serie de vidente y milagreros que vieron en ello la oportunidad de su vida. Fue la época en que llegaron muchos aventureros y advenedizos ofreciendo la cura y las soluciones para todo, incluyendo las crisis económicas y pasando por las invocaciones a los muertos. El más célebre de ellos fue el Conde de Cagliostro, que ni era conde ni se apellidaba Cagliostro y que terminó confrontado con la mismísima zarina…

Más adelante, ya en la época de Nicolás II y de Alejandra, se consolidaría la figura de Rasputín. ¿Milagroso o charlatán? ¿Santo o pervertido? La polémica continúa alrededor de uno de los personajes más siniestros de la historia contemporánea, que se creía la última encarnación de Cristo y se entregaba a toda clase de excesos sexuales, pero que se ganó el favor sobre todo de Alejandra por atender al zarevich. Rasputín no pudo convencer al Nicolás de no entrar en la Gran Guerra, emitiendo una serie de predicciones sobre su muerte, la del propio zar y la desgracia del pueblo ruso y de la Iglesia Ortodoxa.

Nada cambió con el ascenso de los bolcheviques al poder. Su rechazo al cristianismo corría aparejado con la afición de algunos de ellos por la magia y el ocultismo. De hecho, cuando se iban a decidir la bandera y los emblemas soviéticos, hubo propuestas de simbología ocultista de gente que se declaraba materialista y atea…

¿Cómo es posible que personas racionalistas, materialistas y ateas puedan creer en cosas que, al margen de su veracidad, son inmateriales o no se pueden comprobar científicamente? Quizás una primera explicación estribe en que el concepto de racionalismo era ‘técnico’ y la magia, la brujería y el ocultismo, son formas ‘técnicas’ de lo religioso, que pretenden que lo divino o lo espiritual puede ser manipulado mediante sortilegios y artificios. Lo digo porque, en el tránsito del siglo XIX al XX, prominentes científicos se sintieron atraídos por el mundo del espiritismo y, sobre la marcha, se sumaron ganadores del premio Nobel…

Por increíble que parezca, Josep Stalin vivía obsesionado con la idea de que alguien pudiese hacerle daño mediante la magia y la brujería, creyendo en toda clase de supercherías. De un lado, le declaró la guerra al cristianismo, especialmente a la Iglesia Católica. Del otro, estaba convencido de que debía protegerse de entidades negativas y ‘trabajos de magia negra’ por parte de sus enemigos. Para tal efecto, pidió a Kírov que le consiguiese magos para su guardia personal y así fue como le encontraron a Natalia Lvova, perteneciente a una familia aristocrática de San Petersburgo con tradición en la magia y la videncia. Natalia se encargaba de realizar ceremonias mágicas para neutralizar los ataques de sus adversarios. Como todos sabemos, la de Stalin fue una era de verdadero terror. Obsesionado con las conspiraciones en su contra, Stalin se convirtió en el verdadero conspirador que mandó a ejecutar a adversarios reales o imaginarios por igual…

Josep Stalin fue un profundo admirador de Adolfo Hitler, a quien imitaba en todo lo que podía, lo que nos revela que los extremos son más parecidos de lo que pensamos…

Guardianes del ocultismo

La caída de la Unión Soviética tuvo un impacto global. Pero lo que nos interesa ahora es que se desplomó toda una cosmovisión para mucha gente dentro y fuera de la URSS, lo que significa que de un golpe perdieron su forma de entender la vida y no sólo una forma de vivir. Implicó una crisis existencial para los que creían que el comunismo soviético era inamovible. En los últimos años de la URSS, ocurrió que lo que se suele presentar en situaciones similares: muchos soviéticos se aferraron a la magia, la brujería y el ocultismo. La era soviética se cerró con tres polos de irradiación: Anatoly Kashpirovsky (un hipnotista con un importante programa de televisión), Allan Chumak (sanador y milagrero con una fuerte presencia en televisión, enemigo del anterior) y Dzhuna Davitashvili. Dzhuna debe ser tratada aparte, antes veamos a los dos primeros. Mientras el primero creía en el poder del pensamiento como instrumento de sanación, el segundo estaba convencido de la energía curativa del agua. En cierto modo, la rivalidad entre Kashpirovsky y Chumak simboliza la tensión entre Ucrania y Rusia en el punto álgido de la Perestroika, luego del cual sobrevendría la debacle soviética: Anatoly era un psiquiatra con presuntos poderes paranormales de origen ucraniano, mientras Allan era un curandero ruso que decía poseer poderes extrasensoriales. Eran un episodio de una larga lucha por el control de los poderes psíquicos durante la Guerra Fría…

Así como Nikita Kruschev había mentido sobre el espionaje satelital y el uso de armas espaciales, Estados Unidos hizo lo mismo. En febrero de 1960, se filtró un documento falso de la Marina a través de la revista francesa Ciencia y vida, dando cuenta de un experimento supuestamente realizado dos años antes a bordo del Nautilus, primer submarino nuclear, mientras transitaba por debajo del Polo Norte. Se decía que se habían realizado transmisiones telepáticas con una base militar de Maryland, con un resultado exitoso en su mayor parte. Asimismo, se hacía referencia a la Rand Corporation y al presidente Dwight Eisenhower, que actuaban de común acuerdo para desarrollar poderes extrasensoriales con tal de ganar la Guerra Fría…

¿Qué estaba pasando? Al parecer fue una jugada de ajedrez: hacer un movimiento para provocar otro en el bando contrario, obligándole a poner ‘las cartas sobre la mesa’ y funcionó…

El Kremlin ‘mordió el anzuelo’ y reconsideró la prohibición dada por Stalin en su momento, de no realizar ni investigar experimentos de este tipo. La cosa estaba clara: temeroso de que alguien pudiese eliminarlo mediante poderes paranormales, Stalin se allegó de ‘seguridad alternativa’ con Natalia Lvova y atajó toda posibilidad de que otros tuvieran acceso a esos conocimientos y recursos. Obviamente, Stalin se estaba protegiendo de su propio aparato de seguridad…

El reportaje era falso, pero en Estados Unidos sí se realizaban experimentos de esa naturaleza desde los años 50. Así fue como, a partir de 1960, arrancó una competencia frenética entre ambas potencias y la Unión Soviética destinó una ingente cantidad de recursos para no quedarse atrás en la generación de ‘nuevas armas’ para el ejército y el KGB…

Durante los años 70, cobró fama el israelí Uri Geller, por supuestos poderes psíquicos. Sus giras y presentaciones internacionales le dieron mucha fama, aunque no faltaron los señalamientos de fraude y de ser simples trucos de ilusionismo. Pero lo que sí logró fue reavivar el tema de lo extrasensorial en la opinión pública, al grado de que, en 1977, el propio presidente Jimmy Carter solicitó un informe detallado de los verdaderos avances soviéticos en la materia. ¿Formó parte Uri Geller de ese forcejeo entre aparatos de inteligencia, arriba mencionado? En 2013, en un documental de la BBC (La vida secreta de Uri Geller. ¿Espía psíquico?) se dice que Geller operó para la CIA como espía psíquico y, luego para el Mossad, llegando a ser un agente secreto en México. Eran los tiempos del presidente José López Portillo…

Uri Geller. ¿Espía o charlatán?

Ya en los años 80, los experimentos soviéticos se concentraron en el Laboratorio de Tratamientos No Tradicionales, adscrito al Instituto de Medicina Clínica y Experimental (Novosibirsks). Los que lideraron las investigaciones psíquicas fueron: Konstantin Buteyko y Vlail Kaznachev, según un documento de la CIA, posteriormente desclasificado. Esos experimentos fueron el ‘caldo de cultivo’ para la oleada de psíquicos de los 80. Unos querían llamar la atención de los aparatos de inteligencia y acceder a una vida mejor. Otros, se pusieron al servicio del sistema de seguridad para servir como ‘válvulas de escape’ de la creciente presión social que ya apuntaba hacia la caída de la URSS. Este fue el contexto en que surgieron personajes como Anatoly Kashpirovsky, Allan Chumak y Dzhuna Davitashvili. Pero no fueron los únicos…

El pequeño Vladimir

Para entonces, un recién formado espía soviético llegaba a Dresde (Alemania Oriental) para su única misión importante previa a la implosión soviética: Vladimir Putin. Aunque no le agrada hablar de aquellos años de su vida, quizás porque fueron muy grises y sufrió depresión, es interesante saber que entre sus actividades estaba la de ubicar estudiantes latinoamericanos que pudieran servirles en el futuro en Estados Unidos o en sus respectivos países de origen. Pero también fueron los años de un acercamiento de Putin con neonazis, sobre todo con gente como Rainer Sonntag y Michael Kühnen, así como con la Facción del Ejército Rojo (RAF o Baader-Meinhof). Vladimir está habituado a interactuar en los extremos…

Aunque como parte del aparato de inteligencia, Vladimir Putin fue uno de esos millones de ‘creyentes’ que perdieron su cosmovisión al desaparecer la Unión Soviética y su deseo de revancha frente a Occidente y Estados Unidos se convertirá en una obsesión hasta la actualidad. Al regresar a Rusia, siguió en el KGB sin recibir salario y tuvo que trabajar como taxista para sostener a su familia. Por eso su relación con el aparato de seguridad implica cierta confianza y tensión a la vez: en Alemania se había sentido abandonado sino es que traicionado…

Vladimir Putin

Lo anterior es de una importancia capital. Vladimir Putin es un hombre que lo mismo puede ser frío y calculador, que irracional y así hay que entenderlo…

Pronto logró que lo enviasen como agente encubierto en la Universidad de San Petersburgo y ahí fue donde su vida cambió. Conoció al profesor Anatoly Sobchak, que pretendía hacer carrera política y necesitaba un vínculo con los aparatos de seguridad…

Juna, Baba Vanga, y el Señor del mundo

El nombre de Dzhuna o Juna era Evgenia Bit-Sardis, famosa curandera y psíquica. Casó con Víktor Davitashvili y pasó a ser Evgenia Yuvashene Davitashvili. Aunque en estos casos suele mezclarse la verdad con las leyendas urbanas, lo cierto es que fue importante por sus relaciones con varias celebridades dentro y fuera de Rusia. Uno de esos personajes fue Leonid Brezhnev y se dice que ella fue convocada por el propio aparato de seguridad para atender los problemas de salud del jerarca soviético mediante la bioenergía. Debe haber mucho de cierto ello, porque, como ha pasado en otros casos similares, pudo tener en Moscú un departamento privado (algo muy difícil en la otrora potencia comunista). Asimismo, entre sus ‘pacientes’ se ha contado a Mijaíl Gorbachov y Boris Yeltsin…

No podía ser de otra manera, Juna llamó la atención de la comunidad científica y de seguridad, dando paso a una serie de pruebas para verificar sus poderes. De hecho, se asegura que poseía facultades extraordinarias. A partir de ese momento, se hizo común verla acompañada por algún agente del KGB…

Juna tuvo vínculos de mucho peso en Rusia, siendo objeto de muchos reconocimientos aún en el extranjero e impulsó la Academia Internacional de Ciencias Alternativas. Pronto su casa fue el centro de lo más granado de la élite política y social de Rusia. Su red de relaciones e influencia incluía a gente de la talla de Dmitry Medvedev (actual subdirector del Consejo de Seguridad ruso y figura clave en Gazprom) y Vladimir Gundyayev (que, en 2009, se convertiría en el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa con el nombre de Cirilo I o Kirill I). Juna, Medvedev y Cirilo I apostarían por impulsar a Vladimir como la salvación no sólo de Rusia sino también de Eurasia y de la Cristiandad entera frente a la corrupción y decadencia de Occidente y del globalismo trilateral. Son de sobra conocidos los nexos históricos de la Iglesia Ortodoxa Rusa con los aparatos de seguridad…

Otro que igualmente se sumaría al proyecto fue Alexandr Dugin, personaje a medio camino entre el ala dura del anterior equilibrio de poder soviético, los aparatos de inteligencia, las facciones neonazis y fascistas de Rusia, así como de círculos satanistas, de quien ya hablamos en otra entrega y que es señalado como el principal geopolítico cuyo pensamiento influye tanto en Vladimir Putin como en la plana mayor del GRU y del sistema de seguridad…

En su momento, Juna habló de sus relaciones con Dmitry Medvedev y con Vladimir Putin, así como de la ocasión en que le pidieron tratar de sanar a Víktor Yuschenko, que fuera presidente de Ucrania, pero que se negó. Se rumoreaba que Putin lo había mandado a envenenar y que la negativa de Juna fue para no ganarse la animadversión de Vladimir. Juna estaba convencida de que un conflicto breve con Ucrania no sería un peligro para Rusia, pero sí otro en el futuro de ser mayor a dos meses…

No deja de ser interesante que la fama de Juna fue alimentada por el Komsomolskaya Pravda, publicación totalmente identificada con el proyecto de Vladimir Putin…

Sin embargo, Juna se inserta en una esfera de influencia más amplia y de mayor impacto: la de Vangelia Pandeva Dimitrova, mejor conocida como Baba Vanga, que fuera una vidente y curandera de nacionalidad búlgara. Baba Vanga comenzó a cobrar fama a partir de la recta final de la Segunda Guerra Mundial, cuando mucha gente deseaba saber si seguían vivos los familiares que estaban en el frente de batalla, pero también los que simplemente deseaban saber algo sobre algún ser querido, aunque nada tuviese que ver con el conflicto bélico. No escribió nada y dejó unas supuestas profecías que sus seguidores fueron poniendo por escrito. Ya se imaginarán que eso se puede prestar a todo tipo de manipulaciones porque no hay certeza de lo que haya dicho…

Pero lo que sí es verdad es que Boris Yeltsin envió a Sergey Medvedev (su secretario de prensa) a hablar con Baba Vanga. Yeltsin tenía una especial preocupación por el futuro de Rusia y así como trató de que Juan Pablo II le permitiese ver la tercera parte del Secreto de Fátima, también se interesó en las presuntas dotes visionarias de la curandera…

En el Consejo de Seguridad, el FSB, el SVR y el GRU se cruzan los proyectos geopolíticos con las ideas de videntes y milagreros, así como del llamado ‘Imperio’, un grupo de ocultistas y brujas que realizan ceremonias en favor de Putin, fundado por Alyona Polyn y que cuenta con el beneplácito de los medios de comunicación ligados al Kremlin…

En el manoseo de ‘profecías’, se dice que Baba Vanga afirmó que Vladimir se convertiría en el Señor del mundo. Pero ella murió en 1996 y se duda que la predicción sea de su autoría, aunque es verdad que su fama ha sido muy fuerte tanto en los Balcanes como en Rusia. ¿Es este el sueño que Vladimir pretende alcanzar, el de ser el Señor del mundo? Algunos piensan que sí…

Hasta entonces…

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com