Vladimir o el sueño del primer imperio global bicéfalo – Juan de Dios Andrade
A Vladimir Putin le urge resolver favorablemente la guerra en Ucrania. ¿Lo logrará o sucumbirá ante lo que ya parece un empantanamiento? ¿Logrará su cometido de fundar el primer Imperio global bicéfalo? ¿Sellarán Estados Unidos y China un nuevo pacto de seguridad global?
CONfines Políticos
Los próximos días serán decisivos para saber no sólo el desenlace de la guerra en Ucrania sino también el futuro de Vladimir Putin. El ejército ruso se apresta a lanzar una serie de ataques a las ciudades más importantes para tomarlas definitivamente, empezando por Kiev. En toda guerra algo puede salir mal y no me refiero a errores de cálculo que podrían llevar a Rusia a bombardear a un miembro de la OTAN, lo que de facto desencadenaría la Tercera Guerra Mundial sino también a la disyuntiva entre mantener el asunto en los límites de una confrontación convencional o usar armamento nuclear de alcance limitado. Pero, por muy ‘limitado’ que fuese, podría terminar afectando a países de la OTAN. Biden fue muy claro al enviarle el mensaje de que un mal paso podría derivar en una conflagración global…
La invasión no ha salido como Vladimir esperaba y ya no puede dar marcha atrás porque está en juego su estatus como jugador en Eurasia y hasta su permanencia en el poder. Por eso muchos esperan lo peor en Ucrania, puesto que a Putin le urge lograr algo que parezca un triunfo. A eso se deben los bombardeos a blancos civiles y la inquietante afirmación de Vladimir, durante el aniversario de la anexión de Crimea, en el sentido de ‘purificar’ a Rusia de ‘traidores’…
El forcejeo geoeconómico
Las consecuencias económicas serán para todos, especialmente para Rusia, a la cual tampoco le está yendo bien en el ámbito financiero. Su pretensión de pagar en rublos los dos pagarés de su deuda para mediados de marzo, quedaron en eso: un intento. Es verdad que Putin no esperaba que la combinación de sanciones, bloqueos y cierres temporales de empresas occidentales llegase a ser tan severa, pero de ahí a querer pagar en rublos lo de marzo había una gran distancia. Lo que en realidad estaba haciendo era poner a prueba a los organismos financieros, porque lo verdaderamente fuerte serán los pagos de abril. Por eso no le podían aceptar los rublos y no sólo porque la deuda rusa haya sido catalogada como ‘bono basura’ y la moneda en cuestión esté por los suelos. Si ahora le hubiesen aceptado los pagos en rublos, así sería en las siguientes ocasiones. Ni siquiera a China le convendría hacer negocios con Rusia a cambio de rublos, divisa que ha sido vapuleada en lo que va de la invasión a Ucrania. La cosa no es tan simple como lo hacen ver algunos geopolíticos y analistas…
Antes de que finalice marzo, vence otro pago de intereses de poco más de 600 millones de dólares, pero lo verdaderamente fuerte será en abril, cuando Rusia deba cubrir más de 2 mil millones de dólares. Está en juego la credibilidad del gobierno de Vladimir Putin y tan así lo entendió que no hizo uso de los 30 días adicionales que se dan cuando no se puede pagar en la fecha prevista. El jueves, JP Morgan tramitó el pago a Citigroup a solicitud de Rusia, según informó Bloomberg. Salió mal el amago de pagar en rublos…
En otro carril, corre la deuda de las grandes empresas rusas, empezando por los gigantes energéticos, cuya deuda global es superior al doble de la del gobierno. Son demasiado simplistas los que afirman que la UE estaría en serios problemas si Rusia ‘cerrase la llave del gas’. Claro que la UE no está preparada para algo así en el corto plazo, pero, de continuar las sanciones y bloqueos de Occidente, las gaseras rusas podrían caer en impago o en una debacle financiera. Serían ellas las principales interesadas en no cerrar ‘llave’ alguna…
En ese contexto de los compromisos financieros de la deuda rusa, se inserta la advertencia de Estados Unidos a China de no ayudar a Vladimir en la guerra en Ucrania o a evadir las sanciones económicas, porque habría consecuencias, así como la consiguiente declaración del gobierno chino en el sentido de que no ha recibido petición alguna de los rusos y que no se involucrará en el caso ucraniano…
De alargarse la invasión a Ucrania, acentuarse las sanciones y vencer más pagos de la deuda, Rusia podría colapsar. Esto explica por qué Estados Unidos y algunos países europeos autorizaron fondos para ayudar a Ucrania y hasta Inglaterra dio a conocer que mejorarán las defensas en Polonia. Para Putin es urgente concluir la invasión a Ucrania y a Occidente le conviene que se alargue, no para que Ucrania gane (el desenlace triunfal de una de las dos partes ha quedado de lado) sino para desgastar a Rusia y liquidarla como factor geopolítico en Eurasia…
Como se puede apreciar, el forcejeo geopolítico rebasa lo que está pasando en Ucrania. Eso no significa que la muerte y el sufrimiento de tanta gente inocente, sean cosa menor. Lo que estamos viendo en Ucrania es señal de que se está decidiendo el perfil global del siglo XXI, pero también de que algo está mal en este mundo nuestro…
Para este viernes, quedó pactada la llamada telefónica entre Joe Biden y Xi Jinping. A estas alturas, ambos saben que el tiempo corre, la invasión a Ucrania se acerca al mes sin un desenlace definitivo y se le acaba el margen a Vladimir Putin. El lunes pasado, Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, sostuvo en Roma una larga reunión con Yang Jiechi, hombre de toda la confianza del jerarca chino y de su poderoso ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi. Yang Jiechi estuvo a cargo de Relaciones Exterior durante la mayor parte del gobierno de Hu Jintao (antecesor de Xi Jinping) y es un experto en Asia y América Latina, el cual también es llamado: ‘el guerrero lobo’. Jake Sullivan, por su parte, es un amplio conocedor del Medio Oriente y del tema de las armas nucleares. Es interesante observar ambos perfiles, porque revelan algunos aspectos torales de una eventual negociación sobre la seguridad global…
Para nadie es un secreto que los mercados occidentales, empezando por el norteamericano, son mucho más atractivos para China que Rusia, y que Biden y Xi Jinping necesitan pactar un nuevo sistema de seguridad global, así como poner en claro las reglas de la competencia entre ambos países. Lo anterior está por decidirse, mientras Vladimir Putin comienza a empantanarse en Ucrania. Como se ha dado a conocer, este viernes Biden le asegurará a Xi Jinping que si le otorga algún tipo de ayuda militar a Putin habrá consecuencias severas. Es obvio que no quieren terminar en un conflicto, pero también lo es que haber llamado Biden a Putin: “criminal de guerra” y “dictador asesino”, podría indicar un camino de no retorno. Es decir: Xi Jinping ha recibido el mensaje de que intentar ayudar a su aliado ruso, lo colocará en línea de colisión con Biden…
Pero eso no es todo. Íntimamente relacionado con el forcejeo por el perfil geopolítico de nuestro siglo, está otro asunto de capital importancia…
Vladimir y la recta final de la Historia
Desde hace algunos años, hay un intenso debate en el ámbito cristiano sobre el fin de los tiempos y el fin de mundo, que no son sinónimos, mismo que se reavivó a partir del pontificado de Juan Pablo II y, de nueva cuenta, a raíz de la renuncia de Benedicto XVI y la llegada del Papa Francisco. Pero lo que es menos conocido en Occidente, es que Vladimir Putin se metió en el tema casi desde el principio de su ascenso al poder. Aprovechando algunas creencias que datan de siglos atrás, el mandatario ruso selló una alianza con la Iglesia Ortodoxa rusa. Al margen de qué tan convencido esté en lo personal, a eso obedece su posición respecto al aborto, la homosexualidad y el lesbianismo, así como los señalamientos que ha hecho sobre la decadencia y degradación de Occidente. Putin echó a andar una estrategia georreligiosa alrededor de la figura de San Vladimir, difundiendo su culto dentro y fuera de Rusia, incluyendo a las comunidades rusas de la UE. Hasta en la Plaza Roja colocó una estatua de San Vladimir…
Para Putin, la decadencia de Occidente es irreversible y la caída de Estados Unidos como potencia global es cuestión de tiempo (precisamente la invasión a Ucrania fue pensada como la puntilla para dicho país). De tal modo que se ve así mismo como el salvador de Eurasia, de Occidente y de toda la Cristiandad. De hecho, quiere rehabilitar el concepto de la Cristiandad y, aprovechando los otrora vínculos entre la Iglesia Ortodoxa y el KGB, rehízo las relaciones entre el Estado ruso y la Iglesia Ortodoxa. Como sabemos, muchos sacerdotes ortodoxos, incluyendo obispos, fueron parte de los aparatos de inteligencia soviéticos durante la era de Stalin y así continuaron durante otros gobernantes. Gorbachov quiso separar al Estado y la Iglesia Ortodoxa, pero Putin ha retornado al modelo que prevaleció durante la época de los zares y el estalinismo. De hecho, los dos últimos patriarcas de Moscú, Alejo II (Aleksi) y Cirilo I (Kirili) se encuadraron en el proyecto de Putin…
Con motivo de la anexión de Crimea por parte de Putin en 2014, hubo un deslinde y se constituyó la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, separada de la rusa. Dos terceras partes de los ortodoxos ucranianos se sumaron a la nueva iglesia nacional, encabezada por Epifanio I (Epifanly o Yepifany). Se trata de una Iglesia Ortodoxa nacionalista y adversa a Rusia. Esto explica que, con motivo de la invasión, mientras Epifanio I condena la guerra y habla de Vladimir Putin en términos de ‘Anticristo’, Cirilo I respalda la decisión de Putin hablando de él como un ‘salvador’ de Eurasia ante la degradación occidental…
A lo arriba indicado hay que añadir otro aspecto de especial importancia. En la Ucrania occidental está la región de Galitzia, en donde la mayoría son ortodoxos pero adheridos a Roma. Cuentan con sacerdotes casados, pero mantienen su obediencia al Papa desde finales del siglo XVI. Ucrania comenzó a ser anexada por partes desde tiempos de los zares y Galitzia fue la última porción anexada por Stalin a la Unión Soviética, en 1945. Por lo tanto, el encono entre la Iglesia greco-católica de Galitzia (a cuya cabeza está el arzobispo y primado Sviatoslav Shevchuk) y Moscú también tiene su historia…
De tal modo que en Ucrania coexisten y hasta forcejean tres grandes vertientes cristianas: la Iglesia Ortodoxa ucraniana, la Iglesia Ortodoxa rusa y la Iglesia greco-católica. De distinta manera, cada una responde a determinada visión nacionalista, enfrascadas en la polémica en torno a la figura de Vladimir Putin como anticristo o salvador de Eurasia, de Occidente y del mundo. Esto es muy importante porque la Iglesia Católica, especialmente desde Juan Pablo II, ha insistido en no politizar ni ideologizar todo lo relativo a la fe, pero también hay que asentar que el propio Vladimir ha jugado con la idea de ser ‘el salvador del orbe’, la recuperación del espíritu de San Vladimir…
Al interior de la Iglesia católica de Occidente, algunas vertientes tradicionalistas también participan de ese debate, desde antes de la invasión rusa a Ucrania. Pero oscilan entre considerar a Putin como la ‘encarnación personal’ del adversario de Cristo o a Estados Unidos y a Occidente como la ‘encarnación sistémica’ del mismo. Es decir: unos y otros, incluyendo a los ortodoxos, están en riesgo de ideologizar la fe, no importa si es a favor o en contra del gobernante ruso…
Tratando de ‘blindarse’ de los vaivenes religiosos y teológicos, especialmente de los críticos hacia él, el gobierno de Putin ha asumido un discurso muy peculiar. Evitan enfocar el caso de Ucrania en sí mismo (invasión injustificada, ataque a posiciones civiles y así por el estilo), porque saldrían perdiendo ética y moralmente hablando. Por el contrario, sustituyen el sustrato ético-moral por la ‘causa’. En otras palabras: el punto no es la moralidad de la invasión sino el incumplimiento de no ampliar la OTAN hacia el Este. Es el mismo argumento recién expresado por Lanxin Xiang, geoestratega y director del Institute of Security Policy de Shanghai, al periódico español La Vanguardia, al afirmar que no se justifica la invasión a Ucrania, pero que tiene una causa: la expansión de la OTAN. Como se puede apreciar, lo de la OTAN sólo ha sido la ocasión para los planes geopolíticos de Vladimir…
En este sentido, no deja de ser interesante el discurso asumido por los evangélicos, cuyo peso en Ucrania es menor al de los ortodoxos y católicos, pero que desde Estados Unidos se ha sumado al discurso irradiado desde Moscú. Por ejemplo, esto se puede apreciar en las opiniones expresadas por el español nacionalizado norteamericano César Vidal Manzanares, que igualmente culpa a la ampliación de la OTAN de lo que está pasando en Ucrania. Ojalá no vaya a ser el resurgimiento de una visión escatológica reinterpretada con parámetros políticos e ideológicos…
La impostura político-religiosa milenarista
Tratando de ‘justificar’ la invasión, Putin ha agudizado los ataques en la ciudad y puerto de Mariúpol, en donde el principal foco de resistencia lo encabeza el Regimiento Azov, organización ultranacionalista vinculada con grupos extremistas de toda Europa y cabe recordar que, según Putin, la principal causa de invadir habría sido liquidar a los neonazis y a los ‘decadentes’ gobernantes de Ucrania. Según lo difundido por algunos analistas y líderes de opinión, aparte del ejército, se habría echado a andar al Grupo Wagner para librar una guerra sin reglas contra ellos…
Por otra parte, así como Vladimir reformuló los nexos entre el Estado y la Iglesia Ortodoxa rusa (ambos como los dos brazos de un mismo proyecto global), en Ucrania y en otras partes de Eurasia y Occidente se ha iniciado una nueva confrontación de aparatos de inteligencia, cuyos alcances apenas empezamos a vislumbrar. Y tanto entre católicos como ortodoxos hay antecedentes de colaboración con aparatos de inteligencia, empezando por lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial y buena parte de la Guerra Fría. No sería prudente que eso renaciese reinterpretado en un contexto apocalíptico y pseudo-mesiánico alrededor de la figura de Vladimir Putin…
Por lo menos los últimos tres papas han insistido en la importancia de desmontar toda interpretación político-ideológica del Apocalipsis. Por eso, el Papa Francisco ha hecho saber al Patriarca de Moscú que la guerra nunca es el camino. Pero hay algo más en juego. Si Vladimir parte de que la decadencia y degradación de Occidente es irreversible, eso también abarca a la Iglesia católica y a todas las vertientes cristianas occidentales. Desde el punto de vista religioso, quiere trasladar la cabeza de la Cristiandad a Moscú. ¿Será también el sueño que acaricia el Patriarca Cirilo? De ser así, el primer paso será reunificar a todos los ortodoxos bajo un mismo mando, antes de fundar un nuevo papado. Sería el primer imperio global bicéfalo con sede en una sola ciudad: Moscú (claro que lo de ‘bicéfalo’ es un decir). Tengo entendido que el que el papado esté en Roma no es cuestión teológica propiamente y bien podría estar en otra parte, siempre y cuando se trate de un papado legítimo. ¿Eso es lo que pretende Vladimir? De lo contrario, de tener éxito su proyecto, estaríamos cerca de una especie de ‘cisma exógeno’ a la Iglesia católica y eso conduciría a una impostura política y religiosa a la vez de corte milenarista…
De no ser cuidadosos con lo arriba indicado, se podría ideologizar la religión y falsear los criterios de bondad y maldad, aún con buenas intenciones…
En ese mismo contexto del acercamiento con el patriarca de Moscú y cuando muchos daban por concluidos los efectos de las apariciones de Fátima, el Papa Francisco dio a conocer que consagrará Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María, el próximo 25 de marzo. En Fátima, el cardenal Konrad Krajewski hará lo propio en consonancia con Roma. Obviamente, la Iglesia greco-católica de inmediato expresó su beneplácito. Al margen de las opiniones muy aventuradas que expresan algunas personas sobre el llamado ‘secreto de Fátima’, lo cierto es que Fátima no es un caso cerrado…
Hasta entonces…
Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com