Vie. Nov 22nd, 2024

La ‘Singularidad’ o el sueño de la inmortalidad intramundana – Juan de Dios Andrade

¿Lograremos vivir para siempre? ¿Sanos y jóvenes? ¿Qué tan cerca estamos de la llamada ‘Singularidad’? ¿Habrá nanotecnología ilimitada? ¿Seremos la civilización Hombre-Máquina? Son muchas la preguntas que giran en torno a Kurzweil y el Transhumanismo.

CONfines Políticos

Con la ‘singularidad’ pasa lo mismo que con el Foro de Davos, el forcejeo por la seguridad global, la guerra de espías y grupos como el Club Bilderberg. Hay que hacer distinciones para no irse de bruces en la teoría de la conspiración, porque, además, debemos tener presente que hablamos de una lucha por el poder geoestratégico y la preeminencia global, que se libra con oleadas de desinformación que incluyen la denuncia de conspiraciones cuyas pruebas fehacientes brillan por su ausencia. Tal vez la verdadera conspiración sea el arte de la seducción, la manipulación y el engaño para hacernos creer en tal o cual versión de los hechos…

Es un concepto de origen matemático y, en términos simples, se utiliza para designar la quiebra de algo y eso explica su uso en otros ámbitos. Determinadas situaciones o cosas son el resultado de parámetros o de sus combinaciones, de tal modo que, de darse cambios o introducirlos nosotros, el resultado será uno u otro. De tal modo que se pueden provocar bifurcaciones, catástrofes o quiebras, y se pueden clasificar y calcular matemáticamente los cambios, los parámetros y las combinaciones, así como los tiempos…

La ‘singularidad’ que ahora nos ocupa surgió al combinarse dos parámetros: el optimismo tecnocientífico y el pesimismo antropológico, pensando que las máquinas serían más inteligentes que los hombres mediante la inteligencia artificial (IA), lo que provocó una avalancha de libros y películas que intentaban anticipar cómo sería ese mundo tan distópico.  Pero, pronto, la distopía se convertiría en una fulgurante utopía, al concluirse que la quiebra sería el advenimiento de una era de creatividad como jamás se había visto y que el asunto se resolvería mediante la fusión del hombre con la inteligencia artificial. De tal modo que ya no ocurriría el derrumbe de la Humanidad ante la tecnología. Ahora serían aliados, dando origen a una nueva forma de vida inteligente…

Estamos hablando de un concepto de ‘singularidad’ que se va modificando con el paso del tiempo, que va evolucionando y, por eso, no hay que perder de vista esa transformación…

Un transhumanismo muy personal

Raymond Kurzweil es considerado el padre del concepto de ‘singularidad’ que hoy emociona a unos y preocupa a otros: el transhumanismo. Para ser ateo, su punto de partida no pudo ser más alejado de eso y, a la par, más revelador. Si logras entender humanamente a alguien, podrás hacer lo mismo con todo lo que él piense, diga o haga. Fred, el padre de Ray, tenía problemas cardíacos y de eso falleció. A partir de ese momento, en Ray brotó la preocupación de heredar la mala salud de su progenitor y el afán de cómo evitar la muerte…

Él mismo lo dirá en un documental: “Yo tengo un sueño recurrente, tiene que ver con explorar una infinita sucesión de habitaciones vacías, que se comunican invariablemente una con otra, sintiéndome abandonado y sin esperanza, solo e incapaz de encontrar a alguien más. Esta es una bella descripción de la muerte. Se supone que la muerte tiene una finalidad. Mas, la verdad, es una gran pérdida para todos aquellos que se preocupan por ella. A veces tengo fantasías sobre morir, sobre lo que las personas sienten cuando están muriendo o cómo yo me sentiría en el momento de mi muerte. Es tan profundo y triste, el sentimiento de soledad, que realmente no lo soporto. Entonces volví atrás y comencé a pensar en cómo no morir”. Aquí está, en todo su dramatismo, el sentido personal que tiene para Ray Kurzweil la ‘singularidad’, el transhumanismo o el ‘destino de la civilización hombre-máquina’, como suele llamarle. Pero también hay una clara profesión de ateísmo, si cabe la expresión…

Ha sido un largo trayecto, desde sus inicios como joven inventor hasta ser director de ingeniería en Google. Creció a la sombra del unitarismo universalista, movimiento religioso de carácter liberal y pluralista, abierto a todo tipo de credo y famoso por su aceptación de la homosexualidad desde finales de los años sesenta del siglo pasado, cuando el reverendo James Stoll se declaró como tal. Dicen que cuando ‘algo’ significa ‘todo’, significa ‘nada’ y eso fue lo que le ocurrió a Kurzweil: del pluralismo religioso liberal pasó al ateísmo, de miembro de una familia de inmigrantes judíos de origen austriaco a cazador del arca perdida de la inmortalidad…

El arca perdida de la inmortalidad

Varias películas posicionaron una imagen apocalíptica de una guerra entre los hombres y las máquinas o, por lo menos, de sojuzgamiento de los primeros a manos de la inteligencia artificial. Pero será a partir de la última década del siglo XX cuando empiece una transición hacia una visión más optimista sobre ese tipo de futuro. Ray Kurzweil formará parte de esa corriente con sus libros en los cuales hablará de máquinas inteligentes y ‘espirituales’. Ya en pleno siglo XXI, podemos tomar a 2016 como el paso a los hechos. Fue entonces cuando Google, Microsoft, Facebook e IBM fundaron ‘Partnership on AI to benefit people and society’. La idea era comenzar a orientar las acciones y resolver los problemas éticos que fuesen surgiendo en el proyecto de la ‘singularidad’. Desde 2012, Ray Kurzweil ya era director de ingeniería en Google…

Bill Gates afirmó que debían difundir los beneficios tecnológicos que traería la explosión de creatividad que se avecinaba, pero los proyectos existentes en otro orden de cosas reavivaron los temores de la opinión pública: el uso de robots e IA en la guerra, sobre todo para dirigir vehículos y aviones para bombardeos ‘quirúrgicos’. Retornaba la posibilidad de máquinas dirigidas por la IA capaces de matar a los seres humanos, ya no digamos otras variables…

El contexto en el cual cobró impulso la ‘singularidad’ no es sólo el de una revolución tecnológica nunca vista, sino también el de lo que Jeremy Rifkin llamó: “el fin del trabajo”, sólo que en un grado y de una naturaleza no previstos del todo por Rifkin. La automatización de la producción, dirigida por la inteligencia artificial, acentuará la caída del empleo para las personas. No se necesitan muchas explicaciones para entender lo que eso podría significar en un escenario de pospandemia, con mayor razón si viniesen más…

Lo que están tratando de anticipar es una situación que se viene analizando desde finales del siglo XX: cada vez habrá menos empleo con motivo de los espectaculares avances tecnológicos. ¿Qué va a pasar con los desempleados? Las respuestas van y vienen: dedicarse a cosas creativas, uso de robots e IA personal (que trabajen por nosotros), impuestos a las empresas automatizadas y dirigidas por la inteligencia artificial, etcétera. Se quiere aprovechar la emergencia de salud, la recesión y la crisis del neoliberalismo, para transitar a un nuevo sistema global en el marco de la Cuarta Revolución Industrial, que converge con la ‘singularidad’…

El prever la problemática relativa al desenlace de dicho cambio, no tiene nada de malo. Pero sí debemos sopesar algunas de las afirmaciones de Ray Kurzweil, porque, además de su declarado deseo de ‘no morir’, ha dicho: “no habrá una clara distinción entre humanos y máquinas”, “las computadoras no serán esos aparatos rectangulares que guardamos en el bolsillo. Ellos estarán dentro de nuestros cuerpos y cerebros. Seremos un híbrido de inteligencia biológica y artificial”, “el ritmo de cambio será tan rápido, tan asombrosamente acelerado que no seremos capaces de acompañarlo, a menos que aumentemos nuestra inteligencia fundiéndonos con la tecnología inteligente que estamos creando” …

Ray sostiene que habrá tres grandes revoluciones o GNR: la Genética o biotecnología, en la cual “podremos reprogramar la biología, eliminando las dolencias y el envejecimiento”; la Nanotecnología, que traerá “dispositivos del tamaño de células sanguíneas circulando dentro de nuestros cuerpos” para mantenerlo saludable y en el cerebro “irán a interactuar con sus neuronas biológicas, permitiendo fundirnos con la inteligencia no-biológica”; y la Robótica, calculando que, hacia 2029, “una IA será capaz de igualar a la inteligencia humana y superarla”. Podremos hacer copias de seguridad de nuestro cerebro y “nuestros cerebros serán mayoritariamente no-biológicos. Entonces seremos básicamente máquinas. Podremos detener el envejecimiento. Viviremos indefinidamente”. Para él, la tecnología será nuestro “amplificador mental” y que nos podremos comunicar con el pensamiento a través de Internet. He aquí el transhumanismo…

Sus críticos dicen que hace extrapolaciones exponenciales y hasta Steve Wozniak, cofundador de Apple, no cree que la IA puede sustituir al ser humano. En los hechos, la IA no está avanzando a pasos tan agigantados como esperaba Kurzweil y la conectividad global está generando nuevos tipos de empleos (lo que se pierde de un lado, se gana del otro). Recordando los orígenes, Steve Rabinowitz dice que Ray quería “inventar cosas para que los ciegos pudiesen ver, los sordos pudiesen oír y los lisiados pudiesen caminar”. Interesante…

El peso de la ausencia

La ‘singularidad’ que nos propone Ray Kurzweil hunde sus raíces en el drama de haber perdido a su padre, la preocupación de haber heredado sus problemas de salud, su deseo de no morir (diariamente se toma una enorme cantidad de pastillas y suplementos alimenticios), su ateísmo y el recurso a la IA y la nanotecnología para fusionar lo humano con lo tecnológico (lo que implica modificar la naturaleza humana y su dignidad) camino al ‘destino de la civilización hombre-máquina’, con cierto tinte mesiánico…

En el fondo, es un ‘niño’ que echa de menos a su padre. Hannah Kurzweil, recordaba que “Fred salía a trabajar de mañana y nunca volvía a casa antes de las 9 o 10 de la noche. (…) Él precisaba de un padre y su padre nunca estaba cerca”. Usando su propio lenguaje, la muerte de Fred provocó en Ray una quiebra, una ‘singularidad’ y de ahí provino todo su peregrinar. Constantemente habla de generar ‘cambios trascendentes’, pero su sentido de trascendencia es una especie de ‘inmortalidad intramundana’. Si todo acaba con la muerte, es lógico que Ray se aferre a la vida terrenal y, tratando de burlar a la muerte, se ha obsesionado con el análisis predictivo exponencial: quiere ver su sueño hecho realidad, porque teme morir…

Al decir que ‘viviremos indefinidamente’ podría estar abriendo una puerta al suicidio…

Las partes más audaces de sus afirmaciones conllevan aspectos éticos a resolver y es significativo que en 2016 se haya creado la fundación arriba indicada que se supone atendería esos asuntos. Sin duda, la biotecnología incluye un cúmulo de problemas éticos, especialmente propuestas como las de Kurzweil. El punto es que en la Bioética tampoco se ponen de acuerdo las distintas corrientes sobre cómo dictaminar determinados casos y, mientras tanto, la ‘singularidad’ sigue su marcha. Tan sólo enfocar el transhumanismo desde la Bioética, daría mucho material para escribir y tal vez lo veamos más adelante o al menos determinados tópicos…

Ray Kurzweil es vanidoso, eso sí. Pero hasta ahora no hay rastros de una presunta conspiración contra la Humanidad para someter a todos a un nuevo sistema totalitario o a un ‘capitalismo social comunista’, como algunas veces lo han querido presentar. Tampoco veo algo así en el proyecto de la Cuarta Revolución Industrial del Foro Económico Mundial. Una cosa es que haya desacuerdos y diferencias, algunas de ellas delicadas y, otra, el que se conspire. Por ejemplo, hay síntomas de que nos encaminamos hacia la consolidación de una ‘civilización atea’, pero eso está presente en la mentalidad global con o sin ‘singularidad’, Foro de Davos o Club Bilderberg. Criticar al Foro por no considerar a Dios en su ‘Gran Reinicio’ es como culpar al Papa de no hablar sobre el futuro de la telefonía digital china. Simplemente son cosas que no forman parte de su competencia…

Claro que también habría que considerar a las corrientes de la Nueva Era, así como a los teósofos, ocultistas, astrólogos, hinduistas y budistas, que están buscando empatar especialmente con la ‘singularidad’ de Kurzweil (no tanto con el ‘Gran Reinicio’), porque todos abrevan en el ateísmo o en cierta escatología intramundana de corte milenarista, escatología que igualmente tiene seguidores entre evangélicos y en el conservadurismo católico. Pero eso es otra cosa. Lo veremos en otra ocasión…

Hasta entonces…

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com