Vie. Nov 22nd, 2024

Benedicto XVI y el Papa Francisco

La misión profética de Fátima – Juan de Dios Andrade

Al interior de la Iglesia Católica se desarrolla una polémica relativa a los dos papas, Francisco y Benedicto, uno a cargo y el otro emérito. La relación entre ellos es buena, pero el conflicto es entre la ‘tropa’. Falso Papa, hereje, cismático. Todo ello inmerso en la discusión sobre si el mundo está viviendo lo previsto en el Apocalipsis y en ciertas revelaciones privadas, aunque algunas de ellas carezca de validez. ¿Qué está pasando realmente?

CONfines Políticos

Desde hace varios años, se viene desarrollando una polémica al interior de la Iglesia Católica sobre el tema de los ‘últimos tiempos’, el ‘fin de los tiempos’ y el ‘fin del mundo’…sobre los ‘tiempos apocalípticos’, por usar una expresión de alto impacto mediático. Es verdad que se encuadra en la Escatología (‘estudio sobre lo último’), siempre y cuando tengamos presente que la escatología abarca tanto el fin temporal como el destino ultraterreno de la Humanidad. Asimismo, es verdad que la pandemia y lo ocurrido en Estados Unidos (así como en el ámbito internacional) a raíz del asesinato de George Floyd, han sido la ocasión para reavivar las más disparatadas opiniones sobre esos aspectos, pero lo que ahora nos atañe nada tiene que ver con la coyuntura histórica, mucho menos con las teorías de la conspiración ni con el catastrofismo, ajenas al espíritu cristiano. El asunto tiene una larga historia, no exenta de vaivenes milenaristas que no narraré aquí…

Basta asentar que el interés escatológico se reavivó con la llega de Juan Pablo II y los cambios tan espectaculares que ocurrieron durante su pontificado. En primera instancia, se recordó lo dicho por Santa María Faustina Kowalska en su Diario, donde afirma que N.S. Jesucristo le dijo: “He amado a Polonia de manera particular y si obedece Mi Voluntad, la enalteceré en poder y en santidad. De ella saldrá la chispa que preparará al mundo para mi última venida” (numeral 1732). Era el año de 1938 y hasta la fecha hay dos explicaciones: para unos, sería una profecía cuyo cumplimiento arrancaría con el Papa polaco; para otros, se refiere a la Divina Misericordia misma, impulsada por el Pontífice en cuestión desde Cracovia en 2002…

Fátima no es caso cerrado

El segundo eje lo constituye el Mensaje de Fátima, sobre el cual se ha escrito una ingente cantidad de libros y artículos, envueltos en otras tantas discusiones y que igualmente marcó con su impronta a Juan Pablo II. Lo que aquí interesa es que no faltaron los que dieron por concluido su contenido, al ocurrir el atentado, consagrarse Rusia al Inmaculado Corazón de María, caer el bloque soviético y morir el Papa Wojtyla. No me refiero a las sospechas sobre un supuesto fragmento faltante del ‘secreto’, en el cual se hablaría sobre cosas graves que estarían por venir y que abonaron a las dudas sobre la legitimidad de Francisco, sino a precisar si es caso cerrado…

Justamente el 13 de mayo de 2010, en su homilía, Benedicto XVI afirmó: “Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada” . Aquí resurge el plan de Dios que interpela a la Humanidad desde sus inicios: ¿Dónde está Abel, tu hermano?”. En el contexto, se entiende que lo ocurrido en Fátima está íntimamente ligado a la Misericordia Divina y, por ende, al Inmaculado Corazón de María. Hay una hoja de ruta que va de Fátima a Polonia y, de ahí, a la Sede petrina y de regreso…

¿Cuál sería el alcance de aquellas palabras? Porque tampoco podemos ignorar la anécdota atribuida al Dr. Ingo Dollinger, misma que debe tomarse con la debida precaución por lo difícil que resulta el corroborarla (la Santa Sede la ha negado). Se dice que, luego de darse a conocer la tercera parte del Mensaje de Fátima, fue a la Basílica de San Pedro para hablar con Ratzinger y decirle que eso “no podía ser todo”, a lo que el Cardenal contestó: “Sí, todavía hay algo más”. Fin de la conversación. ¿Qué estaba pasando? Si hemos de hacer caso a la anécdota, es importante observar que no estamos hablando de ‘principiantes’ y un purpurado procura ser prudente, acotándose a lo que se le pregunta. Dollinger no cuestionó sobre algún fragmento faltante ni Ratzinger contestó en ese sentido, pero fue aprovechado por algunos para posicionar que el Mensaje publicado estaba incompleto y toda clase de teorías conspirativas, cuando en el documento ‘El Mensaje de Fátima’, elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, se asienta que se trata de “un único manuscrito, que aquí se reproduce en facsímile” …

Las memorias de Sor Lucía

Sor Lucía primero escribió tres memorias (1935,1937 y 1941). En la tercera, revela las dos primeras partes del mensaje de la Virgen de Fátima y dice que hay una ‘tercera parte’ que no se hará pública en ese momento. En diciembre de 1941, hace una copia de la tercera memoria y agrega: “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe etc.”. Será hasta enero de 1944, cuando redacte otra memoria con la tercera parte del secreto, mismo que Juan Pablo II dio a conocer en el 2000. Esto tampoco da pie a pensar que se haya ocultado algún fragmento, pero será ese “etc.” lo que sirva a las especulaciones, como las de Paul Kramer, Antonio Socci y Marco Tosatti, entre otros y aquí es importante aclarar que el Secreto de Fátima no fue un ‘mensaje verbal’ puesto por escrito, sino visiones acompañadas de explicaciones de la Virgen y que ese “etc.” fue colocado en la cuarta memoria, que es copia fiel de la tercera (excepto por la frase sobre Portugal). Es decir: cuando todavía no redactaba la memoria de 1944 y ese “etc.” provendría de Sor Lucía, no de Nuestra Señora y haría referencia a lo que le faltaba por redactar, que es la única visión de la cual no se consignan comentarios de la Virgen. Partiendo de eso, Andrew M. Cesanek propuso la idea de que habría dos grandes partes: una, integrada por los escritos dados a conocer; otra, cuyo contenido estaría reservado al Papa y a los que él quiera comunicárselo…

Serán los esfuerzos de Moscú, unos años después del atentado en la Plaza de San Pedro, tratando de que el Papa les permitiese conocer la tercera parte, lo que igualmente alimente las teorías conspirativas. Interesante: poderes fácticos donde cundía el ateísmo, maniobrando con tal de acceder a un mensaje proveniente de una revelación privada de origen divino…

Si lo vemos bien, son sólo hipótesis. Es verdad que los auténticos videntes se caracterizan por la obediencia y, lo que sea que les haya sido revelado, sólo lo tratan con las personas que les hayan sido indicadas y les dicen sólo lo que les hayan ordenado decir, nada más. En la propia Biblia hay ejemplos de ello: la orden que recibe San Juan, luego de escuchar a los ‘siete truenos’ (Ap 10, 4). Pero aquí no hablamos de algo así. La Santa Sede ha dicho que lo publicado está completo y lo mismo se asienta en el documento elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, además de incluir reproducción en facsímile. Asimismo, la propia Sor Lucía autentificó todos los documentos como de su autoría y expresó su adhesión a la interpretación vaticana (incluyendo que la visión se refiere al atentado de Juan Pablo II). Monseñor Bertone se entrevistó con ella en tres ocasiones (2000, 2001 y 2003), siendo Albino Luciani (Juan Pablo I) el tema de la última…

Con motivo de los dos primeros encuentros, ella dijo algo de importancia capital: “Yo he escrito lo que he visto, no me corresponde a mí la interpretación, sino al Papa”. Casi nadie reparó en ello…

Juan Pablo y Benedicto, la interpretación

¿Es posible que el Secreto de Fátima haya sido publicado completo, que nadie haya mentido ni ocultado nada y que, al mismo tiempo, ‘falte algo’? Claro que sí, porque la interpretación recae en el Papa, no en quien haya sido el vidente. Tal vez hemos pasado por alto algunos datos del texto de la citada Congregación. El apartado central se llama: “Un intento de interpretación del secreto de Fátima”. Por lo tanto, el Mensaje está completo, pero la interpretación no es “caso cerrado’. Luego de reconocer que la imagen del Ángel junto a la Virgen remite al Apocalipsis, añade: “El sentido de la visión no es el de mostrar una película sobre el futuro ya fijado de forma irremediable. Su sentido es exactamente el contrario, el de movilizar las fuerzas del cambio hacia el bien”. Del mismo modo, hace suyas las palabras del Cardenal Angelo Sodano, cuyo comunicado forma parte de la publicación: “Este texto es una visión profética comparable a la de la Sagrada Escritura, que no describe con sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesión y con una duración no precisadas. Por tanto, la clave de lectura del texto ha de ser de carácter simbólico”. Si es el escenario de un viacrucis encabezado por los papas del siglo XX, centrado en “la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos”, pero no un hecho en particular, su interpretación no queda sellada…

Por eso es tan importante la homilía de 2010, donde Benedicto XVI añade: “El hombre ha sido capaz de desencadenar una corriente de muerte y de terror” y nos recuerda la enseñanza bíblica, en el sentido de que Dios busca “a los justos para salvar a la ciudad de los hombres” y la pregunta que hizo la Virgen de Fátima a los pastorcitos: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera mandaros, como acto de reparación por los pecados por los cuales Él es ofendido, y como súplica por la conversión de los pecadores?”. Esta pregunta está dirigida a todos los fieles, dando pie a una solidaridad de carácter sobrenatural…

El fin del culto al héroe

La pregunta apunta al futuro, que empieza a decidirse desde el presente, dependiendo de la respuesta de cada cual. Por eso, como dijo Benedicto XVI, “Se equivoca quien piensa que la misión profética de Fátima está acabada”. La interrogante formulada por Nuestra Señora es sencilla, de naturaleza humilde. Nada que ver con ganarse un lugar en los anales de la Historia y, hasta cierto punto, decepcionante para muchos. Como también lo fue para sus contemporáneos el hecho de que el Mesías naciese en un establo, en el seno de una familia pobre y lo recostasen en un pesebre. Ella nos invita a participar en la misión redentora y salvífica de su Hijo, mediante el sufrimiento reparador por aquellos que no lo hacen, porque la situación empeorará…

El asunto no es menor, porque exhibe un error que, de ordinario, se comete al abordar los aspectos proféticos de las Sagradas Escrituras: el adoptar una actitud pasiva ante el misterio en proceso, camino a cumplirse. Como si fuésemos espectadores sin compromiso alguno con lo que se está anticipando. En el fondo, hay mucho de orgullo: gustamos de los desenlaces heroicos, de la narrativa sobre las grandes batallas en términos sensibles, del héroe cristiano que logra ‘derrotar al enemigo’ para convertirse en el ‘primero en el Reino de los Cielos’. En cierto modo está expresado en la reacción de Pedro cuando llegan a aprehender a N.S. Jesucristo y saca la espada, para, luego, terminar por negar al Señor. Esto también se patentiza en lo relativo a la escatología, cuando alguien pretende ‘sacar su espada’, mientras el Papa emérito nos recuerda que hay una pregunta sacrificial cuya respuesta debe ser de la misma naturaleza: ¿estás dispuesto a unirte al Sacrifico del Hijo de Dios? Dista mucho del culto al héroe proclamado por Toynbee…

El error milenarista

Al igual que su Hijo en los Evangelios, la Virgen de Fátima evita detallar hechos del futuro y se expresa en términos simbólicos. Respecto a la visión del Papa, no faltó quien recordó la que tuvo San Pío X en 1909: “He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel”. Parece ser la misma visión de los pastorcitos en Fátima, 8 años después…

En esto hay que ser prudentes, porque uno de los errores de ciertas corrientes milenaristas ha sido el pretender deducir un cronograma tanto del Apocalipsis y libros proféticos de la Biblia, como de algunas revelaciones privadas, aunque algunas de ellas tengan pendiente su validación por parte de la Iglesia o hayan sido desautorizadas. Una visión, como se puede apreciar en el Apocalipsis y en el Mensaje de Fátima, puede abarcar cosas del pasado, del presente o del futuro, al mismo tiempo, lo que dificulta entender sus términos temporales, además de que N.S. Jesucristo dijo con toda precisión que “nadie sabe el día ni la hora”, sino sólo el Padre. Un ejemplo lo tenemos en la respuesta de la Virgen, cuando Lucía le pregunta si los llevará al Cielo: “Si, me llevaré a Jacinta y a Francisco muy pronto, pero tú te quedarás un poco más, ya que Jesús desea que tú me hagas conocer y amar en la Tierra. El también desea que tú establezcas la devoción en el mundo entero a mi Inmaculado Corazón”. Era el 13 de junio de 1917 y Lucía moriría hasta 2005, a los 97 años. Ese “un poco más” significó 88 años…

Esto lo digo porque, al final de la segunda parte del Mensaje de Fátima, Lucía asienta las palabras de Nuestra Señora: “Al final mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”. Sobre la confrontación de la Iglesia y las sociedades reservadas con el comunismo soviético y sus satélites, se ha escrito mucho. Pero lo que es necesario recordar es que el Tratado de Belovezh, que puso punto final a la Unión Soviética, se firmó el 8 de diciembre de 1991. Sí, justo el día de la Inmaculada Concepción de María, Es decir, parte del Mensaje se ha cumplido, quedando otra pendiente. Ahí es donde se inserta lo dicho por Benedicto XVI en su homilía…

La falsa profecía de los dos papas

Otro aspecto clave estriba en que, a raíz de la muerte de Juan Pablo II y la llegada de Ratzinger al papado, algunas corrientes milenaristas acentuaron sus especulaciones sobre la visión de San Pío X y la tercera parte del Secreto de Fátima. ¿Por qué tendría que huir un Papa de Roma? Entre las posibilidades sopesadas, se destacó la tesis de un antipapa, en buena medida vinculada a la teoría sobre la conspiración judeo-masónica-marxista mundial, pero también con otras de carácter esotérico y ocultista, haciendo frontera con algunas corrientes evangélicas. Era evidente que ya se calculaba que Benedicto presentaba un cuadro de salud que tendería a agravarse y los datos del cónclave de 2005 anticipaban una polarización entre tradicionalistas y progresistas. En otra entrega, vimos algunos ataques orquestados desde Italia e Internet, denunciando un complot para echar a Benedicto del papado…

Hacer valer la tesis de un antipapa en el caso de Benedicto XVI y Francisco, no pasa de ser un disparate. Como vimos en otro momento, la renuncia y el cónclave fueron canónicamente válidos, lo que deja sin sustento cualquier señalamiento en ese sentido. Ambos pontífices han dicho, en diferentes ocasiones, que tienen una buena relación. Francisco asegura que Benedicto ha echado a todo aquel que le ha ido a hablar mal del actual Pontífice. Ni uno conspiró, ni el otro fue despojado del cargo. Los que catalogan a Francisco como antipapa, no se percatan que implicaría decir que Benedicto ha sido un mentiroso…

Si ambos dicen que se llevan bien y se tratan como hermanos en la fe, entonces los conflictos son entre la ‘tropa’ de ambos lados y no debemos confundir eso con los deseos y posicionamientos de los que les rodean, Si hemos entrado a tiempos previstos en el Apocalipsis, seguramente no es por la vía de un Papa ilegítimo, al margen de que algo así pudiese ocurrir en el futuro (antes ya ha habido antipapas y conflictos no sólo entre dos, sino entre tres que se han proclamado papas y el resultado ha sido la ruptura). ¿Eso es lo que quieren unos y otros? Actualmente hay un Papa a cargo y otro emérito, eso es todo. Y así como de un lado se insiste en que Francisco es antipapa, hereje y en vías de ser cismático, del otro conceden entrevistas o hacen declaraciones permitiendo que se cabeceen como posicionamientos contra la ‘derecha’, el ‘conservadurismo’, el ‘integrismo’ y así por el estilo, sino es que lo dicen con sus propias palabras. ¿Acaso están locos? Porque pareciera que quieren ir por la vida como auténticos dementes…

Les recuerdo que alguien como José Alberto Villasana se ha permitido la puntada de sostener que Francisco es antipapa y que debe renunciar, que raya en lo herético y que el mismísimo San Pedro elegirá un nuevo Pontífice, al grado de que Juan Carlos García de Polavieja y Piñerúa le contestó, desde Madrid, que Francisco no es antipapa ni hereje y que la renuncia y el cónclave fueron válidos, y el hecho de que alguien como Juan Carlos, un católico tradicionalista de cepa, le haya contestado en esos términos, dice mucho: reconoce que Villasana no simpatiza con los cismáticos, pero que con esos pronunciamientos está abonando a las rupturas…

La escatología intramundana

Entre los peligros que enfrentó N.S. Jesucristo, uno de ellos eran los zelotes, que, partiendo de la opresión del Imperio romano y teniendo como antecedente los cautiverios de Egipto y Babilonia, esperaban un mesías liberador, político y revolucionario. Era y es la tentación de abrazarse a un proyecto político en detrimento de otros. Otro factor de riesgo eran las corrientes ebionitas, cuya raíz etimológica conecta con los desposeídos, los pobres, los marginados. Igualmente querían un mesías liberador, pero de las opresiones sociales y materiales. Ambas vertientes esperaban una concreción temporal, visible e intramundana. Cuando Jesucristo le dice a Pilatos: “Mi Reino no es de este mundo”, le estaba diciendo a todos los que deseaban al Hijo de Dios de otro modo, que la Buena Nueva es otra cosa. Un análisis histórico del Cristianismo, desde esta perspectiva, nos arroja una lectura muy importante: ambas variables terminaron fusionándose con corrientes milenaristas mundanas y, ahí sí, heréticas…

Lo dicho por Jesucristo a Santa María Faustina apunta al desenlace del Segundo Advenimiento. La pregunta que la Virgen nos hace a todos, a través de los pastorcitos en Fátima, también y lo mismo puede decirse sobre la visión del Papa sufriente, moribundo o que cae muerto, y sobre la aseveración final de la segunda parte del Secreto, especialmente meditando los alcances de “y será concedido al mundo algún tiempo de paz”. Así como el Señor nos previno de que “nadie sabe el día ni la hora” sino sólo el Padre, también nos pidió estar atentos y, llegado el momento, hacer o no hacer determinadas cosas ante cada señal y resulta importante, en su justa dimensión, tener presente la respuesta de Sor Lucía a pregunta expresa del Cardenal Carlo Caffarra, en el sentido de que el enfrentamiento final entre el Señor y el reino de Satanás será en torno al matrimonio y la vida. Cualquier parecido con lo que hoy vemos, no es una simple coincidencia…

Sin embargo, no se trata de una lucha entre el ‘bando de los buenos’ y el de los ‘malos’, error del cual ya el propio San Agustín nos advirtió desde la antigüedad, al decir que dentro de cada uno de nosotros se libra la batalla entre la Ciudad de Dios y la Ciudad terrenal, cuyo deslinde será al sobrevenir la muerte y, definitivamente, en el Juicio Final…

La pregunta escatológica de la Virgen de Fátima

La reflexión de Benedicto XVI sobre la pregunta de la Virgen es muy oportuna. Hoy, en el mundo se registra un forcejeo mal disimulado entre dos humanismos, dos visiones solidarias y fraternales. Por un lado, un humanismo sin Dios y, por ende, sin la persona concreta (a la cual se quiere sustituir por un constructo). Por el otro, un humanismo fincado en el amor de Dios y de Nuestra Señora, que va en auxilio de los demás y acepta el sufrimiento como medio para reparar las ofensas que le hacemos a Dios. Todos sufrimos por nuestros pecados y, por ello, no debemos identificar al sufriente con una determinada condición humana, política, social o económica. Así evitaremos muchos riesgos, entre ellos el zelotismo y el ebionismo, que conducen a la ruptura del milenarismo radicalizado. La Humanidad entera es sufriente, por eso la pregunta de la Virgen de Fátima va dirigida a todos…

Una fraternidad sociologizada nos llevará a un mundo sin Dios y sin nosotros, al nihilismo. Sólo desde la perspectiva de la pregunta hecha en Fátima se puede afrontar al Apocalipsis. Lo demás, sea desafiar y vencer a un enemigo que conspira desde ‘no-sé-dónde’ o al abismo anegado en tinieblas, son expresiones de nuestro orgullo. Lo que podría llevar a la Iglesia al borde de la ruptura es la lucha entre esas dos escatologías intramundanas, mientras, en Fátima, Nuestra Señora nos recordó la clave interpretativa del Apocalipsis: la del hombre de fe que transita, a través de la esperanza, hacia el amor de Dios, que ha vencido y que volverá para confirmarlo dando paso a “un cielo nuevo y una nueva tierra” …

Retomaré estos temas en ulteriores entregas…

Hasta entonces…

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com