La alianza liberal y socialdemócrata de Biden – Juan de Dios Andrade
¿Veremos aparecer una sociedad postcapitalista en el siglo XXI? De ser así, ¿será por evolución o mediante el populismo? ¿Logrará Joe Biden fundar una geoestrategia trasatlántica mediante una alianza liberal-socialdemócrata? ¿Se podrá salvar el abismo entre élites que deciden y ciudadanía que desea ser tomada en cuenta?
CONfines Políticos
En ocasiones, puede haber felices coincidencias, pero, en otras, podrían ser fatales. La caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética significó el triunfo de Estados Unidos y sus aliados en la Guerra Fría, específicamente de la geoestrategia trilateral diseñada por Zbigniew Brzezinski. El hecho de que el sabor del triunfo haya durado tan poco tiempo para la superpotencia americana, se debió a que coincidió con la consolidación del movimiento que sería conocido como ‘posmodernidad’. Pero no me refiero a la posmodernidad acrisolada en el estructuralismo ni a la corregida por el posestructuralismo, sino a la vasta tendencia, sobre todo cultural, decidida a poner punto final a los proyectos emanados de la posmodernidad ilustrada…
En ella, tomó parte del estructuralismo y los heideggerianos, pero venían agotados, sobre todo los últimos. Tarde comprendió Martín Heidegger que, si destruía toda metafísica anterior, no iba a quedar nada sobre lo cual asentar sólidamente la suya…
El movimiento posmoderno que ahora nos ocupa, ciertamente nos hizo transitar a la realidad global del siglo XXI, pero también desencadenó una desconfianza generalizada no sólo contra lo que quedaba de la ‘razón ilustrada’ sino contra toda racionalidad occidental. Por eso, en un primer momento, mientras los partidarios de la Modernidad ilustrada se dieron a la tarea de revisar el proyecto desde la Ilustración inglesa hasta Kant, los posmodernos rehabilitaron las tesis de Federico Nietzsche…
En las alas del nihilismo
Por tragicómico que parezca, lo demás fue ‘lógico’: se potenció el nihilismo tanto en la biotecnología como en el terrorismo. Al despuntar el siglo XXI, Occidente había perdido la confianza en la propia razón. Esto es lo que está en el origen del declive de Estados Unidos y en los cuestionamientos a la viabilidad del capitalismo en la actualidad, pero también en que izquierdas y derechas hayan adoptado buena parte de la cosmovisión nazifascista. El fin de una era suele ser la ocasión para toda clase de extremismos, al grado de que, hoy, sobre todo en los más polarizados ideológicamente, han ‘resucitado’ las cosmovisiones de Stalin, Hitler, Mussolini y varios más…
Esto explica un fenómeno muy peligroso: la idea de que el populismo autoritario sólo puede ser combatido eficazmente con otro populismo. ‘Fuego contra fuego’, no se puede decir de otra manera. Por eso gustan tanto de la posverdad y se convierten en los heraldos de la posdemocracia, del postcapitalismo y, por ende, del postliberalismo…
Para alguien como Bernard-Henri Lévy, en la línea de combatir al populismo de derechas con otro populismo de izquierdas, además del ya conocido Noam Chomsky de Estados Unidos, igualmente cita a Tariq Ali en Inglaterra y a Toni Negri en Italia…
La ruptura intelectual
Chomsky, afamado lingüista, desde la recta final de los años sesenta del siglo XX se declaró ácrata y crítico del capitalismo, creyendo encontrar una alternativa a la teoría de la lucha de clases en la confrontación entre las cúpulas que toman las decisiones y la ciudadanía inconforme. Por lo general, se afirma que Chomsky separa su trayectoria como lingüista de su activismo político. Eso no es del todo cierto: porque al hablar del desacuerdo entre la gente y los que deciden, recurre a la opinión pública y, aunque el concepto es político, la conexión con los estudios lingüísticos es evidente. Pero también lo es el que Chomsky y el propio Lévy representan una ruptura al interior de la comunidad judía trasatlántica. Más joven que Chomsky, desde finales de los mismos años sesenta, Lévy navegó intelectualmente, primero, en el marxismo estructuralista y, luego de lo ocurrido en mayo del 68, se deslindó del extremismo de izquierdas y terminó fundando el movimiento Los nuevos filósofos. Su defensa de la libertad es lo que le llevó a la confrontación con intelectuales como Chomsky, a quien acusa de ser partidario de un populismo fascista…
Uno de los puntos centrales del desacuerdo entre Chomsky y Lévy es que el segundo rechaza la actitud del primero adversa a la intelectualidad, siendo un lingüista y profesor universitario tan distinguido. Para Lévy, detrás del rechazo de Chomsky a la meritocracia intelectual y política está su propensión populista y autoritaria…
Tariq Ali, por su parte, es un intelectual pakistaní. Proveniente de una familia comunista, se declara ateo y es uno de los articulistas más destacados de publicaciones como: The Guardian y la New Left Review, así como una figura importante en Telesur, cruce de expresiones populistas del hemisferio sur, especialmente, aunque no se limita a esa latitud. Al igual que Chomsky, sus raíces tempranas de izquierdas fueron con el trotskismo y fue precisamente por su extremismo que sus padres lo enviaron a Inglaterra. Otra vez en coincidencia con Chomsky, desarrolló una fuerte actitud crítica contra la guerra de Vietnam y logró descollar en el Foro de Porto Alegre. Una mentalidad así es presa fácil de las teorías de la conspiración, tal y como le ha pasado a Chomsky. Ambos siempre hablan en términos conspiranoicos. Esto explica su magnífica relación con Oliver Stone y la tendencia a demoler la confianza de los ciudadanos en sus propias autoridades, así como en el capitalismo…
Los dos primeros personajes poseen un enorme peso mediático, sobre todo Chomsky, pero Toni Negri no se queda atrás. Aunque no ha sido su única publicación importante, todos recuerdan el impactante libro: Imperio, escrito en coautoría con Michael Hardt, profesor en Duke University. Dicha obra fue considerada como el ‘manifiesto marxista del siglo XXI’. Pese a que, en sus inicios, Negri formaba parte de la Juventud Italiana de la Acción Católica, pronto derivó a las posiciones extremistas de izquierdas que lo van a caracterizar. Se identificó con el movimiento postmarxista italiano y apareció señalado como parte del grupo terrorista Las brigadas Rojas, como cómplice en el asesinato de Aldo Moro, que fuera primer ministro de Italia y en algunos atentados. Huyó a Francia, protegido por Mitterrand y, más tarde, mediante un acuerdo, retornó a su país para cumplir una condena menor. Pese a que, en sus inicios, formaba parte de la Juventud Italiana de la Acción Católica, Negri pronto derivó a las posiciones radicales de izquierdas que lo van a caracterizar. En Imperio, se afirma que la realidad global que hoy tenemos es producto de la lucha entre obreros y los llamados ‘sujetos postcoloniales’. Su filiación con el estructuralismo es clara, sobre todo con Michael Foucault y, junto con Michael Hardt, busca abonar a un nuevo análisis del marxismo que, según espera, pronto quedará atrás…
No está de más saber que la pareja de Toni Negri es Judith Revel, hija del afamado historiador francés Jacques Revel, que dirigiera la Escuela de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales de París, una mujer que guarda una estrecha relación con el estructuralismo, especialmente en la línea de Foucault. Precisamente ha desarrollado toda una teoría sobre la posmodernidad, que ha servido para sustentar la pretendida caída del capitalismo…
Entre dos postcapitalismo postliberales
Sobre el postcapitalismo, hay dos grandes interpretaciones: la de Peter Drucker, que inició ese debate, y el que ha encontrado en Emir Sader la expresión más acabada del populismo brasileño. En Drucker, el postcapilaismo es más bien una expectativa de evolución capitalista basada en el conocimiento. Es decir: el capitalismo del futuro (entiéndase ‘hoy’, puesto que su libro: La sociedad post-capitalista data de 1993) no se basará en mercancías ni en ningún otro valor tradicional, sino en el conocimiento. El punto es que el capitalismo del siglo XXI, tal y como lo concibió Drucker, se consolidaría durante la segunda década. He aquí la razón de la efervescencia actual al interior de los movimientos populistas y, aunque no es el único, la alternativa al capitalismo se ha aglutinado en torno a las ideas de Emir Sader…
Sader se inserta en la vertiente que pretende sustituir intencionalmente al capitalismo por otra opción, muy distinto del punto de vista que tenía Drucker, para el cual el cambio sería por evolución lógica dentro del sistema global. Brasileño de origen libanés, Emir Sader está vinculado a los movimientos intelectuales surgidos de la Universidad de Sao Paolo. Al igual que Tariq Ali, es un colaborador importante en la New Left Review e impulsor del Foro Social Mundial, instancia alterna al Foro Económico Mundial o Foro de Davos. Pero eso no es todo: ha laborado en la Universidad de Chile y ha sido uno de los intelectuales de referencia de los grupos libertarios que operan al interior de dicha institución y de otras más. Sí, hablamos de la misma universidad sede de la Federación Estudiantil que lideró durante un tiempo Camila Vallejo, aquella figura femenina muy poderosa mediáticamente y que fuera usada por los sectores extremistas de las Juventudes Comunistas de Chile, verdaderos artífices de la protesta callejera…
Dos años después del célebre libro de Drucker, Emir Sader publicó: Pos-neoliberalismo. Las políticas sociales en Brasil y, en 2008, Posneoliberalismo en América Latina, que son dos de las lecturas obligadas del populismo latinoamericano, puesto que Sader también pertenece al Partido de los Trabajadores de Lula…
La ruta socialdemócrata de Biden
Joe Biden trata de seguir una ruta distinta, anticipando el resultado del forcejeo entre postcapitalistas-postliberales evolucionistas y postcapitalistas-postliberales populistas. No es un juego de palabras. Pero como sucede en estos casos, los personajes en el poder suelen opacar a los que piensan y diseñan estrategias. De seguir por la senda bipolar, no hay que ser un genio para saber que uno de los polos ganará y el otro perderá, con todo lo que eso implique…
Biden está apuntando a crear una alianza geoestratégica entre liberales y socialdemócratas, que lleve a la derrota del populismo autoritario en todas sus manifestaciones y permita ejercer un control de daños. Tal vez uno de los más avezados en ese tema, sea Steve Fuller, catedrático Augusto Comte de Epistemología Social en la Universidad de Warwick (Inglaterra) y autor de un impresionante libro: Post-Verdad: el conocimiento como un juego de poder. Sus ideas han dado la pauta para debates interesantes con Philip Mirowski, pero ahora vamos a centrarnos en Fuller…
Contrario a lo que se piensa, Steve Fuller parte de la idea de que el tema está vinculado con lo que está ocurriendo en las universidades, empezando por las anglosajonas. De ordinario, se culpa al neoliberalismo de los problemas que han tenido los centros universitarios, pero sostiene que también ha sido la causa de muchas cosas buenas y una de ellas es que ha crecido enormemente la matrícula debido a que se sienten más motivas para estudiar. Aquí es en donde deberíamos buscar una de las causas de por qué el populismo tiende a hostilizar a los intelectuales y universitarios: serán el eje, según Drucker, de la evolución del postcapitalismo…
Para Fuller, hay que superar la dicotomía generada a raíz de la división entre las tesis de Keynes y de Hayek en la Escuela de Economía de Londres, que terminó por distanciar a socialdemócratas y liberales, cuando en realidad tienen mucho en común. Quizás el pensador que mejor simboliza esa ruptura sea Lionel Robbins, mientras la Gran Guerra y la Revolución de Octubre la consumaron. Desde entonces, la distancia entre ambas corrientes ha parecido insalvable. Pero cuando hablamos de gente como Bill Clinton, Tony Blair, Gerhard Schröder o François Mitterand, es muy difícil afirmar si son o fueron liberales o socialdemócratas, lo que revela que las diferencias son más de retórica que de realidad, según Fuller. Asimismo, la socialdemocracia ha sido muy laxa en cuestiones ideológicas, lo que ha permitido acercamientos y alejamientos con el liberalismo…
Eso es lo que Joe Biden intenta lograr para derrotar al polo sino-ruso y a los movimientos populistas y autoritarios que intentan aglutinar. Ya vimos en otra entrega la importancia de nombrar a Karen Donfried como subsecretaria para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, así como el papel atlantista que, sin duda, jugará el German Marshall Fund, de cuño socialdemócrata. Aunque en Alemania ganó el candidato de la Socialdemocracia, tendrá que negociar para formar gobierno y, evidentemente, el respaldo de Estados Unidos será esencial para lograrlo. Pero será un gobierno encabezado por los socialdemócratas con un contenido eminentemente trasatlántico…
Los resultados de las encuestas auspiciadas por la German Marshall Fund: Tendencias trasatlánticas 2021, arrojó resultados interesantes en la mentalidad de la llamada ‘Generación Z’ en Europa. Ha decaído la presencia de Estados Unidos como referente y factor de poder, en favor de Alemania y Francia, y se ha fortalecido la simpatía por una Europa más unida a cargo de su destino. Por otra parte, no perciben a China como más poderosa, pero sí la ven de una forma más positiva. Uno de los aspectos al que debe prestar atención Vladimir Putin es que el anhelo de unidad europea es ante Rusia y su proyecto euroasiático…
Podría pensarse que se confirma el declive norteamericano, al menos en la opinión de la ‘Generación Z’, pero no es así: la intención trasatlántica de Joe Biden ha sido, desde el principio, fortalecer a la Unión Europea ante Rusia y parece que lo está logrando…
Cuando en el año 2000, Colin Crouch publicó: Enfrentando la posdemocracia, se refería a los sistemas que se declaran democráticos, pero en los cuales es una élite la que toma las decisiones. ¿Logrará Biden establecer una alianza trasatlántica y eurocontinental entre liberales y socialdemócratas? ¿Podrá salvar el abismo entre cúpulas y ciudadanos? Esa historia apenas se está escribiendo…
Hasta entonces…
Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com