Kirill, el patriarca del KGB – Juan de Dios Andrade
El fin de semana se publicó una investigación sobre el patriarca Kirill I de Moscú y de toda Rusia, basada en los Archivos Federales Suizos, donde se asienta que fue agente del KGB en Ginebra al principio de los años setenta. ¿Es eso lo que explica la adhesión de Kirill I al proyecto de Vladimir Putin? ¿Es por convicción ideológica o por el expediente que seguramente está en manos de Vladimir sobre el patriarca?
CONfines Políticos
8 de Febrero de 2023
El fin de semana pasado, apareció un reportaje en Le Matin Dimanche y en el Sonntagszeitung, firmado por Sylvain Besson y Bernhard Odehnal, sobre la vida secreta de Kirill I, actual patriarca de Moscú y de todas las Rusias, como espía del KGB en la Suiza de los años setenta. No es un tema nuevo, es algo que se viene ventilando sobre todo a raíz de su ascenso al patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Rusa y de su innegable vínculo con Vladimir Putin, pero sí es la comprobación de ello…
Los autores pudieron consultar los Archivos Federales Suizos, donde guardan el expediente de Kirill y la información sobre el trabajo que realizó para el KGB cuando representaba al Patriarcado de Moscú. Mikhail Gundyayev, su sobrino y quien actualmente ostenta el mismo cargo que su tío tenía en Suiza, niega que Kirill fuera un agente del servicio de inteligencia soviético y lo atribuye más bien a que estaba bajo una férrea vigilancia…
Sus críticos, a su vez, destacan que el patriarca se ha convertido en un magnate inmobiliario, con propiedades millonarias en Moscú, San Petersburgo y una casa de campo en los Alpes, que, curiosamente, le regaló una mujer suiza. Asimismo, en algunas publicaciones le han documentado lo que llaman ‘su legendario gusto’ por los relojes suizos, uno de ellos con incrustaciones de diamantes. Según las fuentes, todo ello indica que es posible que sus relaciones con los aparatos de seguridad e inteligencia no hayan terminado con la desaparición del KGB…
¿Cómo fue que se llegó a lo que ahora vemos? Eso tiene su historia que arranca de cuando Kirill usaba su nombre original…
Una trayectoria meteórica
Corría el año de 1971, cuando, luego de un arranque meteórico, llegó a Suiza Vladimir Mijáilovich Gundyayev como representante del Patriarcado de Moscú ante el Consejo Mundial de Iglesias. Digo ‘meteórico’ porque recién en 1969 había tomado los hábitos. Sí, leyeron bien. ¿Cómo fue posible que, dos años después, se convirtiera en el hombre de confianza ortodoxo en dicho Consejo? Pero no es lo único sorprendente: a los cuatro días de la toma de hábitos, ya era diácono y, dos meses más tarde, sacerdote. En otro plano, desde aquel año de 1969, comenzó a recibir distinciones académicas. Me queda claro que, cuando la Iglesia Ortodoxa Rusa ‘pisa el acelerador’, lo hace en serio y que ‘alguien’ le proporcionaba las ‘credenciales’ necesarias para el futuro…
Gundyayev estaba bajo la protección del Boris Georgevich Rotov, que había asumido el Obispado Metropolitano de Leningrado con el nombre de Nicodemo (Nikodim). Sin embargo, las responsabilidades de Nicodemo de Leningrado no se agotaban en el obispado: también presidía el Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú y toda Rusia, y ninguna actividad u operación en el extranjero escapaba al control del KGB…
En su momento, mucho se habló sobre sus nexos con el KGB y las circunstancias de su muerte dieron pie a todo tipo de especulaciones. En septiembre de 1978, al acudir a un encuentro privado en la biblioteca particular de Juan Pablo I, Nicodemo se desvaneció a sus pies y murió en brazos del pontífice. Tenía 49 años, pero con problemas cardíacos. Al morir el Papa Luciani, el 28 del mismo mes, con mayor razón arreciaron las teorías conspirativas y se llegó a decir que Nicodemo había muerto al beber, accidentalmente, una taza de café que era para Juan Pablo I…
Lo del posible envenenamiento lo sacó a relucir David. A Yallop, que, como lo vimos en otra entrega, años después reconoció ante el que fuera secretario privado de Juan Pablo I, que había inventado parte de la trama para que se vendiera su libro En el nombre de Dios…
En ambos casos están documentados sus problemas de salud que explican los decesos. Lo que genera algunas interrogantes es que Nicodemo había solicitado la cita con insistencia y urgencia porque tenía algo importante que decirle al Papa, según manifestó el Cardenal Jean Villot. Desde 1972, Nicodemo había entrado en confrontación directa con el KGB y, en 1999 y 2005, al publicarse documentos sobre aquellos años, con la ayuda de los servicios secretos británicos se asentó que el Metropolitano era un agente del KGB con el nombre clave de ‘Adamant’…
Desde este punto de vista, resulta difícil creer que Gundyayev ha representado al Patriarcado de Moscú en Suiza, a principios de los setenta, sin pertenecer al servicio de inteligencia también…
Pero para entender mejor algunos aspectos, debemos retroceder un poco más en el tiempo…
Los servicios secretos de Stalin
La Iglesia Ortodoxa Rusa venía de una situación turbulenta a raíz del ascenso del comunismo. Buena parte de ello le tocó a Vasili Ivánovich Belavin, mejor conocido como Tijon I Patriarca de Moscú. Fue electo todavía bajo el gobierno de Alejandro Kerensky, aunque su entronización como Patriarca de Moscú tuvo lugar en medio del golpe de Estado y la guerra civil que le siguió. Como es lógico, al principio Tijon I denunció las excesos y crímenes de los revolucionarios, motivo por el cual fue encarcelado de 1922 a 1923 y recuperó su libertad luego de declarase ‘arrepentido’ y que ya no era enemigo del régimen. Para entonces, se había producido un cisma provocado por el aparato comunista, que amenazaba con destruir a la Iglesia Ortodoxa. Murió en 1925, persistiendo las dudas sobre si fue por causas naturales o lo asesinaron…
La sucesión del Patriarca Tijon fue muy accidentada. Por escasos meses, quedó el Metropolitano Pedro de Krutitsy, que no cuenta en la lista oficial de patriarcas, hasta que fue electo Sergio, que igualmente vivió un periodo turbulento y hasta pasó un tiempo en prisión. Tratando de acabar con la confrontación, juró lealtad a nombre de toda la Iglesia Ortodoxa, lo que abrió otro frente de conflictos, ahora al interior de la jerarquía ortodoxa, pues no todos estaban de acuerdo en someterse al Kremlin y tuvieron razón, porque la persecución religiosa continuó…
Durante varios años, el Patriarca Sergio fue el jefe de facto de los ortodoxos, hasta que ocurrió la invasión de la Alemania nazi y todo cambió. Stalin necesitaba aliados y debía cerrar el expediente de las pugnas internas para hacer frente a los alemanes. Esto dio margen para la elección formal de Sergio como Patriarca de Moscú en 1943. Pero el precio fue muy alto: quedaron bajo el control de los servicios secretos soviéticos y el patriarca Sergio murió al año siguiente…
En este contexto surgió la creencia de que Stalin impulsaba un plan para apoderarse de la Iglesia Católica, infiltrando los seminarios con la intención, según se decía, de contar con un ‘Papa rojo’. El hecho de que, un poco antes, Hitler intentara manipular el cónclave a la muerte de Pío XI y que, posteriormente, se pusiera en marcha el plan de asesinar a Pío XII en el Vaticano, aumentó los temores de que Stalin pudiera tener éxito. La situación de la Iglesia Ortodoxa Rusa indicaba que no era descabellado pensar en algo así…
Para cuando Alejo I se convirtió en Patriarca de Moscú, en 1945, el avasallamiento de Stalin era notorio. La propia elección fue autorizada por el Kremlin y, aunque trató de salvar un margen de libertad, lo cierto es que los servicios secretos se impusieron. Fue vergonzoso y triste a la vez. Las homilías y las confesiones, sirvieron para afianzar el control soviético y las delaciones no se hicieron esperar. Muy parecido al papel de los santeros en el régimen comunista cubano…
Los planes de dominio estalinista mediante la religión, se consolidaron al unificarse la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Greco-católica ucraniana al año siguiente. Esto fue parte de lo que se echó a perder al invadir Putin Ucrania en 2022…
Rumbo a la era de Putin
Al morir Stalin y Lavrenti Beria, en 1953, comenzó el desmantelamiento del aparato estalinista. Cinco años después, Alejo I afrontó una nueva persecución, ahora por parte del gobierno de Nikita Jrushchov y morirá en 1970. Como se puede apreciar, la vida eclesiástica de Gundyayev empezó cuando terminaba el último patriarcado proveniente del estalinismo y el Metropolitano Nicodemo quedaba desprotegido. En ese momento, el mandamás en el Kremlin era Leonid Brézhnev y Pimen I se convirtió en el nuevo patriarca. Aunque ya desde la época de Jrushchov había alcanzado una de las máximas condecoraciones del régimen, Pimen I es un eclesiástico de la era de Brézhnev…
Cuando Gundyayev llegó a Ginebra, en 1971, lo hizo como representante del patriarcado de Pimen I. Lo curioso es que el expediente suizo sobre él se inició desde 1969, señal de que la Policía Federal Suiza ya lo estaba vigilando por sus viajes. Tan era así que averiguaron su nombre clave en el KGB: ‘Mikhail’ y su misión era influir en el Consejo Mundial de las Iglesias para moderar sus críticas hacia la Unión Soviética y acentuarlas en contra de Estados Unidos…
El asunto se torna más interesante si consideramos que, a partir de 1972, la relación de Nicodemo con el KGB comenzó a deteriorarse, mientras Gundyayev, al terminar su misión en Ginebra, llegó a ser rector del Seminario y Academia Eclesiástica de Leningrado (1974-1984). A partir de 1975, en los Archivos Federales Suizos están documentadas 43 entradas al país y eso no habría sido posible si los servicios de inteligencia soviéticos no hubieran tenido plena confianza en él…
El protegido y su mentor ya iban en ‘barcos diferentes’…
Como en las mejores películas de agentes secretos, en los setenta los aparatos de inteligencia y seguridad de las principales potencias, impulsaron el estudio de fenómenos paranormales y de todo aquel que dijera poseer poderes extraordinarios. Pronto, Gundyayev alternaría con algunos de ellos, especialmente con Juna (Dzhuna), que se decía curandera y psíquica, y que afirmaba haber sanado a celebridades y miembros de la nomenclatura soviética, entre ellos al mismísimo Leonid Brézhnev, como lo vimos en otra entrega…
En ese mismo año de 1975, Vladimir Putin iniciaba su carrera en el KGB en la Dirección de Inteligencia Exterior, que controlaba cualquier cosa que los agentes hicieran fuera de Rusia y la trayectoria de Gundyayev siguió en ascenso: viajes al exterior, obispado, arzobispado, exarcado, presidencia del Departamento de Relaciones Exteriores de la Iglesia Ortodoxa, rectorado, patriarcado metropolitano (ya con Alejo II como patriarca de Moscú, el primero en ser electo sin la injerencia del poder soviético). Al morir Alejo II, Vladimir Mijáilovich Gundyayev quedó como ‘Guardián del Trono Patriarcal’ y, a principios de 2009, se convirtió en el patriarca Kirill I (Cirilo I) de Moscú y toda Rusia, cuando Putin ya era el ‘señor de Rusia’…
Juna, Gundyayev y Dmitry Medvedev visualizaron la oportunidad de que Vladimir Putin se convirtiera en la salvación de Rusia, Eurasia y de la Cristiandad entera, apoyado en la Iglesia Ortodoxa Rusa. En otro plano, Alexander Dugin empujaba en la misma dirección…
Había sido una larga carrera desde sus días como agente del KGB hasta el Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Rusa…
¿Habrán quedado aquellos años en el pasado? La historia de los aparatos de inteligencia nos indica que lo más probable es que no. El KGB ya no existe y en su lugar se formaron otras instancias. ¿Se habrá convertido en ‘el patriarca del FSB’ o del SVR? La adhesión de Kirill I a los planes de Putin, empezando por la invasión a Ucrania, sólo puede ser por dos motivos que no se excluyen: por convicción ideológica o por el expediente sobre él que obra en poder de Vladimir…
Hasta entonces…
Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com