Vie. Nov 22nd, 2024

Joseph Ratzinger o la Iglesia del mañana – Juan de Dios Andrade

Muerto Benedicto XVI, se abre la etapa para comenzar a evaluar su pontificado, pero también su obra teológica que abarca lo hecho como Joseph Ratzinger. ¿Es Ratzinger el profeta de la Iglesia del futuro?

CONfines Políticos

4 de Enero de 2023

¿Qué se puede decir de alguien que ha dado tanto? Si Juan Pablo II es considerado un gigante de la Historia, sin duda Joseph Ratzinger es un gigante de la fe. No debe sorprendernos que un personaje de su talla haya despertado pasiones encontradas y enfrentadas, pero lo que sí causa indignación es la bajeza de tantas calumnias que le hicieron. Porque una cosa son las discrepancias y las polémicas intelectuales, y, otra, la mentira…

Los tiempos de la Iglesia Católica y, por ende, de los papas, son siempre históricos y, de un modo u otro, recrea en sí misma la vida, pasión, muerte y resurrección de su Fundador. Por eso es clave el tratar de aclarar en qué sentido un pontífice es ‘histórico’ y, para ello, es indispensable determinar el punto de partida…

Sin duda, la experiencia de la Segunda Guerra Mundial y la Alemania nazi marcaron su vida. No se le puede reprochar su integración a las Juventudes Hitlerianas, porque desde marzo de 1939 la filiación era obligatoria por ley. Pero desde entonces tenía claro que deseaba ser sacerdote…

Terminada la guerra, se abocó a estudiar filosofía y teología. No podía ser de otra manera: tanto por el peso intelectual como por cuestionamientos acuciantes (¿por qué el nazismo surgió en una nación tan culta?), casi todos sus referentes eran alemanes…

Un hijo del Concilio

Ante todo, Joseph Ratzinger es un hijo del Concilio Vaticano II. Su trayectoria desde que se doctoró en teología hasta su participación en el quehacer conciliar, fue meteórica. Se convirtió en doctor en 1953, en 1959 Juan XXIII convocó al Concilio, cuya inauguración fue en octubre de 1962, en el que fungió como asesor del Cardenal Joseph Frings…

En los años cincuenta, Joseph Ratzinger se había hecho fama de modernistas (sí, leyeron bien) y al Vaticano II llegó como reformista. Esto ha generado la falsa imagen de que, con los años y los ascensos, cambió. Nada más lejos de la verdad…

En el Concilio gravitaban las ideas de Emmanuel Mounier, Karl Rahner, John Courtney Murray y Hans Küng, pero también de Henri de Lubac, Yves Congar, Gerard Philips y del propio Ratzinger, entre otros. Alguien como Hans Urs von Balthasar no fue invitado, pese a su talla intelectual, por considerarse que sus ideas no se ajustaban al pensamiento tradicional. Balthasar se convertirá en un teólogo muy estudiado y respetado después del Concilio, y Juan Pablo II lo tuvo en gran estima. Esto significa que hubo muchos malos entendidos en aquel momento…

En otro plano, la participación de Karol Wojtyla resultó clave en la elaboración de los documentos conciliares, especialmente en la Constitución Gaudium et spes

Joseph Ratzinger es hijo del Concilio Vaticano II

Digo que es falso que Ratzinger haya cambiado, porque en el contexto del Vaticano II se nota no sólo su deslinde frente a determinadas corrientes teológicas, sino también los motivos. Estaba en desacuerdo con el tradicionalismo de cuño objetivista, que pretendía ‘congelar’ la teología en un momento histórico dado. Con el modernismo, su discrepancia era porque dejaba en un segundo plano a la patrística y a la mismas Escrituras. De distinto modo, en ambos casos Ratzinger percibía un problema de fe…

Ratzinger, al igual que Wojtyla y varios más, apostaban por una reforma centrada en la fe, pero una fe que parte de que la Revelación se consumó y completó con N.S. Jesucristo y que se va clarificando a lo largo de la Historia de la salvación. El objetivismo, en su confrontación con la Modernidad, había desembocado en una ruptura con el mundo, mientras el modernismo quería revolucionar a la Iglesia, adoptando los principios rectores intramundanos en detrimento de la fe…

O si se prefiere: Joseph Ratzinger entendía que la Iglesia ‘avanza’ clarificando el mensaje salvífico, no asumiendo las banderas ideológicas del mundo. Esto hay que contrastarlo, por ejemplo, con las publicaciones del P. Thomas Reese, S.J., cuya perspectiva tanto del Concilio Vaticano II como del pontificado de Benedicto XVI es la de una lucha dialéctica entre conservadores y progresistas, brillando por su ausencia toda referencia a la fe. Hablamos del mismo sacerdote que, al darse a conocer lo delicado que estaba el Papa, en un arranque de soberbia publicó un artículo ‘perdonando’ a Benedicto XVI por los males que le hizo…

Durante y después del Concilio, Joseph Ratzinger tuvo diálogos y hasta encendidas polémicas con muchos filósofos y teólogos. Uno de ellos fue Jürgen Habermas. Es imposible presentar un análisis detallado de todas las andanzas intelectuales de Joseph Ratzinger, mucho menos en un artículo, pero sí centrarnos en un aspecto que parece haber caído en el olvido o, al menos, en un segundo plano…

Fe y futuro

En la recta final de los años sesenta, Joseph Ratzinger emitió una serie de charlas radiofónicas que se convirtieron en un pequeño libro en 1970 (la edición española saldría hasta 1973): Fe y futuro. Digo que cayó en el olvido porque fue opacado por la fama adquirida por su Introducción al cristianismo (1968), proveniente de unas charlas del año anterior en la Universidad de Tubinga…

El futuro de la Iglesia, también ahora, como siempre, ha de ser acuñado nuevamente por los santos. Por hombres, por tanto, que perciben algo más que las frases que son precisamente modernas. Por hombres que pueden ver más que los demás, porque sus vidas tienen mayores vuelos

Joseph Ratizinger, Fe y futuro, p. 75

Para el que más adelante sería Benedicto XVI, la santidad y, por ende, el futuro de la Iglesia, se alcanza mediante las pequeñas renuncias diarias a sí mismo, por lo vivido y lo sufrido. El problema, dice Ratzinger, es que nos escapamos a nosotros mismos…

Hay que prestar atención cuando agrega:

Y esto ¿qué significa en nuestra cuestión? Pues significa que las grandes palabras de quienes nos profetizan una Iglesia sin Dios y sin fe, son discursos vacíos. No necesitamos una Iglesia que celebre en <<oraciones>> políticas el culto de la acción. Nos es completamente superflua y perecerá con toda espontaneidad. Permanecerá la Iglesia de Cristo. La Iglesia que cree en el Dios que se ha hecho hombre y nos promete vida más allá de la muerte

Joseph Ratzinger, Fe y futuro, p. 75

Lo anterior tiene una trascendencia especial, sobre todo por el llamado ‘tremendismo apocalíptico’, que parece no cansarse de pregonar la debacle de la Iglesia en la recta final de la Historia y se decantan por una acción ligada a lo político. Esto es crucial. Desde aquellos años, Ratzinger entendía la importancia de deslindarse de proyectos políticos, de propuestas ideológicas, por muy atractivas y prometedoras que parezcan…

Hans Urs von Balthasar, Joseph Ratzinger y Juan Pablo II

En otra entrega abordamos el tema del nacionalismo cristiano, especialmente en el contexto de Estados Unidos, pero también pasa algo similar en el mundo ortodoxo y en el católico. Ratzinger tenía claro que la Iglesia Católica estaba atrapada entre el nacionalismo católico y una especie particular de nacionalismo revolucionario, que, aunque parecían enconadamente opuestos, en el fondo eran hermanos gemelos. Cada uno apostando por alguno de los extremos ideológicos de la Modernidad y era necesario separarse de ambos…

Lo dice claramente:

De la Iglesia de hoy saldrá también esta vez una Iglesia que ha perdido mucho. Se hará pequeña, deberá empezar completamente de nuevo. No podrá ya llenar muchos de los edificios construidos en la coyuntura más propicia. Al disminuir el número de sus adeptos, perderá muchos de sus privilegios en la sociedad

Joseph Ratzinger, Fe y futuro, p. 76

Lo anterior implica que se presentará como una comunidad voluntaria por libre decisión de los fieles que se integran. Al ser pequeña, necesitará más de la participación de todos. Aparecerán nuevas formas ministeriales y se consagrará sacerdotes a cristianos que permanecerán en sus profesiones. Habrá sacerdotes como los de ahora, dedicados totalmente a su ministerio, pero compartirán la responsabilidad con los mencionados y, aunque pequeña, la Iglesia volverá a encontrar su fe en Dios Uno y Trino, y en la plegaria, volviendo a experimentar los sacramentos como culto divino…

Los diálogos entre Ratzinger y Jürgen Habermas hicieron historia

Al interiorizarse, dejará de reclamar un mandato político y dejará de coquetear con la izquierda y la derecha. Reconoce que será difícil por todo lo que perderá y añade que esa situación:

La empobrecerá, la transformará en una Iglesia de los pequeños. El proceso será tanto más difícil porque habrán de suprimirse tanto la cerrada parcialidad sectaria como la obstinación jactanciosa

Joseph Ratzinger, Fe y futuro, pp. 76-77

Desde finales de los sesenta, Ratzinger pensaba que el mundo totalmente planificado que se pretendía realizar, generaría hombres solitarios al extremo y que una Iglesia interiorizada y simplificada sería la salvación para ellos, porque de ella brotaría una gran fuerza…

Cuando Dios haya desaparecido completamente para ellos, experimentarán su total y horrible pobreza. Y entonces descubrirán la pequeña comunidad de los creyentes como algo completamente nuevo. (…) estoy completamente seguro de que permanecerá hasta el final: no la iglesia del culto político, que ya ha fracasado en Gobel, sino la iglesia de la fe. Ya no será nunca más el poder dominante en la sociedad en la medida en que lo ha sido hasta hace poco. Pero florecerá de nuevo y se hará visible a los hombres como patria que les da vida y esperanza más allá de la muerte

Joseph Ratzinger, Fe y futuro, p. 77
Benedicto XVI y Francisco

¿De verdad no reconocen el pensamiento de Joseph Ratzinger en algunas reflexiones del Papa Francisco? En abril de 2022, luego de su viaje a Malta, al reunirse con los jesuitas, afirmó:

El Papa Benedicto fue un profeta de esta Iglesia del futuro, una Iglesia que se hará más pequeña, perderá muchos privilegios, será más humilde y auténtica y encontrará energía para lo esencial. Será una Iglesia más espiritual, más pobre y menos política: una Iglesia de los pequeños. Benedicto dijo cuando era obispo: preparémonos para ser una Iglesia más pequeña

Papa Francisco

Es en el contexto del pensamiento de Ratzinger en el que hay que insertar las inquietudes del Papa Francisco sobre el diaconado y otras formas de evangelización…

La telaraña del KGB

Aunque hay diversos enfoques válidos para estudiar la trayectoria de Ratzinger, sin duda la revista Communio es otro punto de referencia inevitable. Fundada en 1972 por un grupo de teólogos e intelectuales encabezado por Hans Urs von Balthasar. Henri de Lubac y el propio Ratzinger, pronto se convirtió en una publicación muy influyente, contando con el apoyo y la simpatía de personajes de la talla de Alfonso López Trujillo, que, igualmente, era considerado como ‘modernista’. Se comprueba que había una corriente de pensamiento católico convencido del Concilio Vaticano II y de la necesidad de un cambio eclesial, en el marco de la fe. Según se les mire, para unos serán ‘progresistas’, mientras otros los considerarán retrógrados ‘conservadores’…

La publicación fue clave, desde el punto de vista doctrinal en la derrota del comunismo soviético y en el forcejeo con la teología de la liberación. Una relectura a la distancia de las obras de todos ellos, empezando por Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, nos indica que primero apuntaron sus baterías contra el marxismo, para, después, resolver el desafío del polo consumista…

En la consolidación de las directrices del Vaticano II y en los umbrales del desenlace de la Guerra Fría, ocurrieron encuentros de dimensiones históricas. Uno de los asistentes al Concilio fue John Joseph Krol, arzobispo de Filadelfia, que presentó las mismas características que los arriba mencionados: conservador en algunas cosas, liberal en otras. Todo dentro del ámbito de la fe. En 1967, en el mismo consistorio (sesión formal del Colegio cardenalicio) en que se decidió el cardenalato de Wojtyla, Krol también se convirtió en purpurado. Diez años después, Joseph Ratzinger es arzobispo y cardenal, encontrándose con Karol Wojtyla en el Sínodo de Obispos de 1977. Para entonces, llevaban mucho tiempo manteniendo correspondencia…

En ese mismo año de 1977, recomendado por la Comisión Trilateral, Zbigniew Brzezinski fue nombrado consejero de Seguridad Nacional del recién estrenado presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter…

Esto lo menciono porque, al ser electo Wojtyla como Papa, el KGB ordenó una investigación detallada sobre cómo fue posible que un cardenal venido del bloque comunista se hubiera convertido en cabeza de la Iglesia Católica. Presa de una mentalidad conspirativa, Yuri Andropov, a la sazón director del KGB, concluyó que se debía a una “conspiración germano-estadounidense” que giró alrededor de dos norteamericanos de origen polaco: Zbigniew Brzezinski y John Joseph Krol. Lo ‘germánico’ de la presunta conspiración que habría catapultado a Karol Wojtyla al papado, obviamente se refería a Joseph Ratzinger…

Hoy parece olvidarse que el pontificado de Juan Pablo II inició con una confrontación directa con el aparato de inteligencia liderado por Andropov, que había llegado al KGB luego de haber aplastado la rebelión húngara de 1956 y por recomendación de Mijail Súslov, uno de los artífices del proyecto que llevaría a Gorbachov al poder. Asentado en el KGB, se encargó de liquidar la llamada ‘Primavera de Praga’, para lo cual inventó el mito de que era orquestada por la CIA e hizo desaparecer documentos que probaban lo contrario. Asimismo, arremetió contra todo tipo de disidencia, aunque tuviera que pasar por encima de los derechos humanos y fue el principal responsable de invadir Afganistán, lo que luego se convirtió en un desastre para la URSS…

Lo que Yuri Andropov temía era que con Juan Pablo II se iniciara un movimiento en pro de los derechos humanos con epicentro en Polonia y con dos polos adicionales de enorme importancia geopolítica: Ucrania y Lituania. Luego del fallido atentado contra el Papa (31 de mayo de 1981), exagentes del KGB afirmaron que era muy difícil que el aparato de inteligencia soviético fuera ajeno a lo ocurrido, puesto que tenía metidas las manos en los ‘Lobos grises’ (grupo terrorista al que pertenecía Mehmet Ali Ağca). Además, huyendo de la justicia turca, Ağca se había ido a Bulgaria y, según se publicó, se enroló en el servicio secreto de dicho país, controlado por el KGB…

Aunque públicamente no se mostraron pruebas fehacientes, igualmente me parece impensable que tratar de asesinar al Papa haya ocurrido sin la intervención del KGB y, en tal caso, que el Alto Directorio (responsable de las operaciones en el extranjero y de las actividades de inteligencia) tampoco haya tenido algo que ver (sin olvidar al GRU). El jefe de la Primera Jefatura del Directorio del KGB en aquel momento, era Vladimir Kryuchkov y no hay que olvidar que, desde 1975, Vladimir Putin había iniciado su carrera en el KGB en la Dirección de Inteligencia Exterior…

El breve lapso de Yuri Andropov como gobernante de la URSS, fue el preludio de la debacle que vendría después…

Massimo Borghesi o el fin del teopopulismo

La herencia de Bergoglio

Al Papa Francisco le toca lidiar con los escándalos que ha azotado a la Iglesia en los últimos años. En ello, tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI han sido difamados. Si con el Papa Wojtyla se inició un proceso para afrontar la difícil situación, con el Papa Ratzinger se actúo en un caso tan complicado como el del Padre Maciel, aunque no ha sido lo único. La oleada de ataque que se dejan sentir con frecuencia, tiene varias lecturas. Por un lado, parece ser el cumplimiento de un futuro debilitado para la Iglesia Católica, pero también de un tránsito penoso en el cual se va deshaciendo del flagelo de la corrupción y la perversión de malos elementos…

Vinculado con el pensamiento de Joseph Ratzinger, tenemos el peso innegable que ha tenido Massimo Borghesi en los últimos tres pontificados. En su opinión, un asunto toral en el Papa Francisco es la herencia de la Guerra Fría. El triunfo del polo norteamericano y el desplome soviético, impulsó una idea de cristianismo vinculado a Estados Unidos. Se trata de dos ejes: una guerra cultural de carácter ético contra el secularismo y la identificación del catolicismo con el capitalismo y el modelo norteamericano. Por eso era tan importante abordar el tema del nacionalismo cristiano, como lo hicimos en otra entrega y que atrae a los católicos hacia cierta propuesta de corte evangélico…

Según Borghesi, los católicos han pasado de una fascinación por el marxismo a una reinterpretación abusiva del pensamiento de Juan Pablo II, como si fuese aval de un proyecto liberal-conservador que derivó en un ‘teopopulismo’. En este sentido, los ataques al Papa Francisco se deben a que su pontificado está provocando la crisis del ‘teopopulismo’ en cuestión…

El riesgo de un cisma católico global, es grande. Pero, en razón de su misión pastoral, la Iglesia debe dejar atrás los modelos teológico-políticos…

Ratzinger, el profeta de la Iglesia del futuro

Sin duda, la crisis que se avecina podrá ser entendida desde diversos ángulos y no van a faltar los que, dentro y fuera de la Iglesia, lo vean como confirmación de que la religión católica ha sido sólo una quimera, una invención sin sustento real. Pero también se podrá ver como la verdadera recreación de la vida, pasión, muerte y resurrección del Hijo del Padre, cuya Iglesia se apresta a afrontar la etapa final de la Historia, al margen de cuánto vaya a durar…

He dejado fuera muchos temas importantes, porque han sido tratados ampliamente por otros autores, especialmente al saberse la agonía y muerte de Benedicto XVI. No hacía falta un artículo más sobre eso. Ahora que ha partido a la Casa del Padre, quizás sea el momento de recordar a Joseph Ratzinger como el profeta de la Iglesia del mañana, de esa Iglesia que debe distanciarse de las síntesis político-ideológicas, porque, camino al Segundo Advenimiento, enfrentará su mayor desafío en una alianza o serie de alianzas desvirtuadas entre el poder político y un poder religioso, todavía no bien identificado…

Hasta entonces…

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com