Vie. Nov 22nd, 2024

Francisco y Benedicto, ¿conspiración y ruptura? – Juan de Dios Andrade

Nunca se había cuestionado a un Papa, como ahora. El Papado no había estado bajo un golpeteo constante de algunos medios de comunicación. ¿Realmente hay ruptura entre el Papa Francisco y el Papa emérito Benedicto XVI? ¿De verdad hay una conspiración en proceso en el Vaticano?

CONfines Políticos

Un espíritu de confrontación parece cabalgar al interior de la Iglesia. Sin duda hay una lucha soterrada por el poder, lo cual no debe inquietarnos del todo. De suyo, ocurre con la llegada de cada Papa y quien lo niegue o es un ingenuo ignorante o miente deliberadamente. Pero lo que hoy presenciamos rebasa por mucho lo acostumbrado. Sea por la conectividad global o por otras razones, las partes en pugna se están dando con todo de cara a la feligresía y a la opinión pública en general (“por arriba y por debajo de la mesa”), lo que pone en duda el que sea sólo ‘soterrada’. El Papa Francisco fue electo como tal el 13 de marzo de 2013 y, para ser un forcejeo propio de una transición, la pugna ha durado demasiado…

La Iglesia es divina y humana a la vez, pero, al contrario de su Fundador, no siempre es fácil armonizar ambas realidades. En cuanto a lo divino, el papado está centrado en una labor pastoral y magisterial…evangelizadora, para decirlo de una vez, cuya principal responsabilidad recae en el Papa y en los obispos en comunión con él. En cuanto a lo humano, el Vicario se auxilia de la curia y de otras instancias y organismos creados para gobernar a la Iglesia. Es verdad que ya antes se había cuestionado la autoridad y el magisterio de algunos papas, pero nunca como ahora. Es un cruce de acusaciones en ambos planos: contra el integrismo y el conservadurismo católico, de un lado o contra los que se han aglutinado alrededor del Papa Francisco, del otro…

¡Armaos los unos contra los otros!

En un ámbito, impera la preocupación por un hipotético retorno del comunismo, la posibilidad de un papado ilegítimo o herético, un gobierno mundial anticristiano, así como una lectura milenarista sobre la inminencia del desenlace apocalíptico y la defensa de un pretendido eje doctrinal que va de Juan Pablo II a Benedicto XVI, en oposición al que vemos ahora…

En el otro, campea la inquietud por una presunta convergencia entre el integrismo católico, el fundamentalismo evangélico y algunas posiciones del islamismo terrorista, y el resurgimiento de la teoría de la conspiración anticristiana, optando mejor por deslindar el papel de la Iglesia Católica frente a los poderes fácticos y establecidos, los partidos y las facciones que luchan por el poder, así como por una lectura ‘desafiante’ del Apocalipsis…

¿Quién tiene la razón? No es fácil dilucidarlo. El tema es complejo y abarca variables que no se resuelven con desplantes ideológicos ni con afirmaciones grandilocuentes. Cada parte en conflicto denuncia ser malinterpretada, sino es que difamada, por la contraparte. Para entender mejor, hay que partir de que, en un bando, están los formados en los pontificados de la Guerra Fría, los cambios generados por el Concilio Vaticano II y los que vivieron la crueldad y la criminalidad de los regímenes comunistas (y antes del nazismo y el fascismo), pero también los antimodernistas, los que rechazaron al Vaticano II y facciones con raíces antisemitas (y de rencor), en fin…

En el otro, se ubican los que apuestan por superar la tesis del ‘resto fiel’ y del pesimismo apocalíptico (que busca el triunfo ante el adversario), por un cambio de época, por una teología de la liberación ‘madurada’ y por asumir la defensa del Papa Francisco ante las acusaciones de sus críticos. Pero que también incluye a grupos y personas que están viendo la ocasión para ‘cobrar viejas facturas’. Hay resentimiento y un ‘ajuste de cuentas’ dista mucho de la caridad cristiana. Se respira demasiada animosidad…

Pese a escucharse voces que llaman a no caer en el maniqueísmo, lo cierto es que se presentan como el choque de dos vertientes que dicen ‘estar en la verdad’ y, paradoja de paradojas, de eso mismo se acusan mutuamente (“sólo aceptas como verdad lo que coincida con lo que tú dices o esperas”). La afirmación y la acusación son correlativas, lo que revela una dosis de orgullo en las partes en conflicto. ¿Benedicto o Francisco? Ese es el dilema planteado. Pero ¿realmente se ha fracturado la autoridad y el poder del papado? Lo más raro del caso es que, mientras la ‘tropa’ afirma representar a uno de los dos y se atacan con singular energía, conforme ascendemos hacia los dos papas esa belicosidad desaparece. ¿Quién está interesado en la ruptura y la manipulación? Ateniéndonos a lo etimológico, ha comenzado a imperar cierto espíritu ‘diabólico’ (mentir, calumniar y dividir para enfrentar a todos entre sí) que es necesario neutralizar…

Sí la disputa parece girar en torno a una disyuntiva, por ahí debemos empezar…

¿Francisco, Papa ilegítimo?

Los señalamientos en contra del Papa actual provienen de la forma en que ocurrió la dimisión de Benedicto XVI, lo que hizo sospechar a muchos de que había sido forzado. Sin embargo, el Papa emérito ha dicho en varias ocasiones que no fue obligado a dimitir y los hechos apuntan a una combinación entre un escenario muy complicado y una salud minada que aceleraron una dimisión que fue meditada y consultada. Tan fue bien pensada, que hasta consideró preparar el lugar de su retiro. En el texto de su renuncia, Benedicto XVI dijo: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi consciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino (…). En el mundo de hoy (…), es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma” y fijó la fecha en que sería efectiva su renuncia (“28 de febrero de 2013, a las 20:00 horas”) …

La idea comenzó a ser sopesada al volver de su viaje a Cuba y México. Previamente, hubo toda una campaña de difamación en su contra, en el sentido de que habría protegido a sacerdotes pederastas (2011). Aunque hubo críticas inmisericordes por parte de varios medios, la oleada giró en torno a tres en especial: El New York Times, la BBC y El País, identificados por algunos enclaves católicos como publicaciones bajo cierta influencia masónica, lo que dio pie a que se especulara sobre una escalada que desembocó en la dimisión. Es verdad que los reductos masónicos se ensañaron, haciendo eco de los escándalos sexuales de algunos eclesiásticos, olvidando que el Papa no ha sido condenado por ningún tribunal en el mundo. Pero la renuncia papal no va por ese camino. En enero de 2012, vinieron los llamados ‘Vatileaks’, que difundieron documentos reservados de la Iglesia (que no secretos) sobre corrupción y escándalos sexuales, evidenciando de paso una lucha en el círculo cercano de Benedicto. En ese contexto y al volver del viaje mencionado (finales de marzo de 2012), el Papa empezó a reflexionar sobre su renuncia. El que se acusase sólo a su mayordomo, atizó las sospechas de una conjura para hacerle caer de la Silla de San Pedro. Pero el texto leído por el Pontífice tampoco permite pensarlo así…

El documento registra la mala salud del Papa para ejercer su ministerio (sea anunciar el Evangelio, gobernar a la Iglesia, sancionar pederastas, vérselas con traiciones de gente cercana o rejuegos masónicos). Hoy, entre otras cosas, sabemos que Benedicto casi no ve. ¿Se imaginan lo limitado que estaría ahora, de haber permanecido en el cargo? Pero lo que sí fue evidente, es que el proceso se aceleró: canceló la publicación de una nueva encíclica que ya estaba en revisión editorial y, al parecer, iba a dimitir después de publicarla y por eso no se pudo acondicionar a tiempo uno de los sitios de clausura que hay dentro del Vaticano. ¿Qué fue lo que pasó? Todo se adelantó al concluirse la investigación de los cardenales sobre los ‘Vatileaks’ (diciembre de 2012, informe ordenado por el propio Pontífice, cuya comisión fue encabezada por el Cardenal Julián Herranz), que no determinó la dimisión, puesto que ya se venía pensando detenidamente. En todo caso, incidió en hacerla antes de la Cuaresma de 2013. Podríamos especular, pero el propio Papa dice que su salud se deterioró y desconocemos el contenido del documento cardenalicio (aunque el Papa Francisco sí lo conoce). En este sentido, es más probable que Benedicto haya sido consciente de que su salud no daba para resolver lo que se venía y decidiese renunciar para dar paso a una persona en mejores condiciones, y no me refiero a una ‘reforma’ sino a una ‘limpieza’ al interior de la Iglesia, que él ya vislumbraba desde el pontificado de San Juan Pablo II (cabe recordar el caso del Padre Maciel y de otros más). Durante su pontificado, Benedicto XVI no temió afrontar la pederastia ni sancionar a los implicados, entre ellos al propio Maciel, aunque no faltaron los que le señalaron injustamente…

No hay modo de sostener que la dimisión haya sido ilegítima y que, por ende, la elección de Francisco también, quien, por cierto, tampoco está protegiendo ni pederastas ni corruptos. Lo que sí se percibió fue una maniobra de grupos masónicos difundiendo la imagen de un Papa ‘echado’ del Vaticano por una curia ‘corrompida’ y el arribo de otro que, por lo menos, sería ‘sospechoso’. En esta estratagema se ha montado el poner en duda la legitimidad y el magisterio del actual Pontífice. Eso suena bien para unas cuantas novelas y películas de ficción o para las teorías de la conspiración, mas no para la Historia…

La verdadera conspiración

El entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio fue electo Papa de manera legítima. Nadie ha mostrado argumentos sólidos para echar abajo el cónclave correspondiente y, como vimos, la dimisión de Benedicto XVI es canónicamente válida. Para los que ponen en duda la continuidad del magisterio petrino, les recuerdo que Bergoglio fue hombre de confianza del entonces Cardenal Antonio Quarracino, con cuyo respaldo Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Con todo respeto, monseñor Quarracino no era ‘hombre de gobierno’ y necesitaba apoyarse en gente como Bergoglio, que, luego, pasó a ser Obispo Coadjutor de Buenos Aires con derecho de sucesión y, finalmente, ocupó el arzobispado. Fue Juan Pablo II quien lo haría cardenal y el propio Benedicto XVI nombró a Bergoglio miembro de la Pontificia Comisión para América Latina, antes de que se hiciese efectiva la renuncia en cuestión. Era todo un mensaje de que se trataba de alguien de confianza para el Papa saliente, casi en vísperas del nuevo cónclave…

El 26 de marzo de 2013, el Cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, dio a conocer el contenido de la intervención de Bergoglio ante sus pares, ocurrida poco antes de empezar el cónclave. En el primer punto, dice: “La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no sólo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria” (La Voz, periódico argentino). Era un llamado a que la Iglesia dejase de ser ‘autorreferencial’ y a evitar la ‘mundanidad espiritual’. La Iglesia no tiene luz propia, le viene de su Fundador: N.S. Jesucristo. Para muchos analistas, estas palabras le valieron ser electo sucesor de Pedro y es posible que tengan razón…

Perdónenme, pero yo no veo una ruptura entre los papados de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Más bien, hay señales claras de confianza, armonía y continuidad. Con diferencias de estilo y personalidad, claro, pero no un rompimiento. ¿Maniobró Benedicto, antes de dejar el ministerio petrino, para asegurarse de que Bergoglio fuese su sucesor? En tal caso, ¿fue para evitar que otros se hiciesen con la sede vacante, de lo cual le habría advertido el informe de los cardenales? Tal vez. En todo caso, la respuesta queda pendiente…

Pero lo que sí es un hecho es que la pugna se registra en un segundo o tercer nivel de partidarios…o de plano entre la pura ‘tropa’, que parecen haber olvidado que nadie es de Pedro, de Pablo o de cualquier otro, sino de Cristo. Igualmente es un hecho que adversarios internos, que se han vuelto indignos de su investidura, y enemigos históricos externos convergen para enfrentar a todos contra todos. ¿Estarán confabulados? Quizás esta sea la verdadera conspiración…

Hasta entonces…

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com