El Holocausto de Pío XII – Juan de Dios Andrade
¿Realmente guardó silencio Pío XII ante los crímenes del nazismo, especialmente el exterminio de los judíos? ¿Fue cómplice y aliado de Hitler? ¿Es verdad que hubo planes de ambos lados para eliminar a la contraparte? Conoce algunos aspectos de la verdadera situación que tenía el Pontífice durante la Segunda Guerra Mundial.
CONfines Políticos
25 de septiembre de 2023
Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com
El 17 de septiembre pasado, en el Corriere della sera se publicó una entrevista de Massimo Franco a Giovanni Coco, archivista del Vaticano, a propósito del descubrimiento de una carta enviada por Lothar Köning S. J. a Robert Leiber, secretario privado del Papa Pío XII e igualmente sacerdote jesuita. La misiva, fechada el 14 de diciembre de 1942, da cuenta del crematorio que la SS tenía en el campo de concentración de Belzec y se mencionan los campos de Auschwitz y Dachau. Se dice que el tema de Auschwitz también se trató en otro documento que no ha sido posible localizar, pero con el del Padre Köning basta para probar que Pío XII sabía lo que estaba pasando…
Cabe señalar que la publicación del descubrimiento fue impulsada por el propio Vaticano, en su afán por aclarar el asunto. Sin embargo, a lo largo de la semana hubo una oleada de críticas contra el Papa, culpándolo por haber estado debidamente informado, sin valorar el esfuerzo de la Iglesia Católica por aportar documentos clave: no lo descubrió ningún investigador externo, sino el propio archivista. Pero si alguien es culpable por ‘saber’, entonces Salvador Allende igualmente lo sería de lo que le pasó porque estuvo enterado con antelación de que se avecinaba el golpe de Estado en Chile, al igual que sus principales aliados de los partidos de izquierdas y hasta la entonces Unión Soviética supo de antemano lo que se venía…
En ambos casos, serían acusaciones absurdas basadas en fobias, que no en argumentos sólidos. Pero, en el tema de Pío XII, hay algo más…
Pío XII estaba enterado de los crímenes nazis, no por la carta en cuestión sino por otros medios y no faltan católicos bienintencionados que niegan lo anterior, quizás pensando que así mantienen a buen resguardo la memoria del Vicario. Nada más lejos de la realidad. Las defensas a ultranza rara vez benefician a la causa que se defiende. El Papa Pacelli conocía ‘santo y seña’ de los males traídos por el nazismo y eso abona a su inocencia y les voy a decir por qué…
Pío XI, Eugenio Pacelli y la lucha contra el totalitarismo
Desde el pontificado de Pío XI, el otrora Eugenio Pacelli participó en la posición de la Iglesia ante el totalitarismo. Pío XI emitió documentos de singular importancia histórica: Non abbiamo bisogno (contra el fascismo italiano, 1931), Mit brennender sorge (contra el nazismo, 1937) y Divini Redemptoris (contra el marxismo y el comunismo, 1937). Asimismo, cuatro más relacionados con lo anterior, de un modo u otro. Tres dirigidos al Episcopado mexicano, en razón de la persecución religiosa que se padecía: Iniquis afflictisque (1926), Acerba animi (1932) y Firmissimam Constantiam (1937). El cuarto, aborda la situación en España: Dilectissima Nobis (1933). Al margen de su participación en otros acontecimientos, Eugenio Pacelli fue decisivo en la elaboración de la encíclica sobre el nazismo…
Los siete textos consignan la confrontación de la Iglesia con los totalitarismos y sus émulos por la vía autoritaria. Mussolini, Hitler y Stalin se declaraban ‘socialistas’ y, por ende, de izquierdas…
En México, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, aunque tenían sus diferencias, se proclamaron socialistas de la vertiente ácrata. Así como el gobierno mexicano mantuvo relaciones con lo que fue el aparato leninista (a través de Manabendra Nath Roy), también lo hizo con el estalinismo (mediante la embajadora Aleksandra Kollontai), siempre manteniendo cierta independencia de corte autoritario. Calles, por su parte, terminó siendo un ferviente admirador de Adolfo Hitler…
Respecto a España, Pío XI tuvo que lidiar con la vertiente nazifascista y comunista, subdivida en varios bandos a la vez: la persecución religiosa de los republicanos, la tendencia autoritaria que se perfilaba en los franquistas y la ruptura entre los liderazgos católicos, y de ellos con el grueso de la feligresía. Esto explica la resistencia inicial de Pío XI a darle su apoyo al franquismo y su rechazo a presentarlo como un ‘bando católico’…
Desde este punto de vista, ambos pontificados deben ser vistos en perspectiva de continuidad, porque a Pío XII le tocó afrontar el apogeo del conflicto que venía desde tiempos de su antecesor, además de considerar que Pacelli fue secretario de Estado de Pío XI a partir de 1930. Pero el punto de arranque de la confrontación directa de Pío XII con el nazismo fue a la par del inicio de la Segunda Guerra Mundial, con las maniobras del general Beck…
El proyecto Beck: manicomio o muerte
Antes de la conflagración, el general Ludwig Beck era un entusiasta admirador de Hitler, pero pronto se desilusionó en razón de la política exterior agresiva del dictador y el sometimiento del ejército a las directrices de la SS. Al final, Beck renunció al cargo de jefe del Estado Mayor y, entre 1938 y 1939, empezaron los preparativos para eliminar o capturar a Hitler e internarlo en un manicomio. Sí, leyeron bien…
Hacia principios de 1940, escasamente a un año de iniciado su pontificado, Pío XII estaba participando en los planes liderados por Ludwig Beck y el famoso almirante Canaris. Se hizo toda una justificación, para determinar si era lícito dar muerte a un tirano. Será el propio Papa el que contacte al gobierno británico para que tuviese preparado un acuerdo de paz a firmar tan pronto ocurriera el golpe de Estado. Según documentos contenidos en los archivos del Foreign Office, el Papa no quiso darles la lista completa de los implicados y Londres se negó a participar…
En el fondo, Pío XII sabía de los nexos de algunos miembros de la realeza británica con los nazis, así como de políticos locales y embajadores acreditados en Londres. Por ejemplo, Joseph Kennedy, embajador de Roosevelt y uno de cuyos hijos sería presidente, no ocultaba sus preferencias por la Alemania nazi, ni su simpatía por Eduardo VIII, que abdicó a la corona en 1936, porque deseaba casarse con la señora Simpson. Joseph Kennedy dejó la embajada en octubre de 1940 y Pío XII tenía muchos motivos para dudar de la seguridad del aparato de inteligencia de los ingleses. Por cierto, desde el Parlamento, Churchill apoyó a Eduardo VIII, aunque, luego, se alineó con Jorge VI…
En mayo de 1940, en el tránsito de la caída de Chamberlain y el ascenso de Winston Churchill al poder, Pío XII hizo saber en secreto a los embajadores de Francia y Gran Bretaña la fecha exacta en que los nazis iniciarían su ofensiva en el frente occidental. ¿Cómo fue que lo supo el Papa? Hoy sabemos de la compleja red de espías de Pío XII, una de cuyas hebras llegaba hasta el almirante Canaris y Beck. De ahí provino la información: desde las altas esferas del contraespionaje alemán…
El hecho está documentado en los archivos de la embajada francesa en Roma y la información resultó certera. Fue entonces cuando empezaron a tomar más en serio a Pío XII, que tenía fama de ser un ‘prelado de oficina’…
Pío XII llegó antes que muchos
¿Quieren saber más? Pues déjenme decirles que todo lo anterior ocurrió antes de que empezarán a funcionar los campos de exterminio nazis. El de Chelmno, considerado el primero en funcionar en diciembre de 1941, así como el primero en donde se usó gas venenoso. El de Belzec comenzó a exterminar judíos a mediados de marzo de 1942. El de Auschwitz (Birkenau), en la primavera de 1942. El de Treblinka, a partir de julio de 1942. Todo ello sin contar a los que murieron en los campos de concentración, como en Dachau…
Con casi dos años de antelación, Pío XII estaba comprometido en planear cómo deshacerse de Adolfo Hitler y su camarilla…
¿Quieren más? Pues ahí les va: en noviembre de 1998, la legación diplomática de Israel cerca de la Santa Sede, solicitó aplazar 50 años, por lo menos, la beatificación de Pío XII. Pero, a partir de marzo de 1999, al conocerse lo arriba indicado y la documentación que presentó el historiador Peter Gumpel S. J., cambió de opinión y pidió dejar pasar sólo el tiempo necesario para que sanaran las heridas abiertas por la guerra…
Al parecer, no habían leído el libro Los judíos, Pío XII y la leyenda negra. Historia de los hebreos salvados del Holocausto de Antonio Gaspari, publicado en el mismo año de 1998, en el cual se documenta que el número de judíos salvados de la muerte, gracias a la intervención del Papa, fue de alrededor de 800 mil. Ante el mal paso dado, la embajada israelí mejor solicitó al Vaticano la apertura de todos los archivos del período de la Segunda Guerra Mundial, a lo que la Santa Sede accedió, pero sólo de los relativos al conflicto bélico, porque ‘abrir todos los archivos’ era imposible, dado que muchos documentos no estaban debidamente clasificados ni evaluados…
Las reuniones secretas iniciadas entre 1938 y 1939, en las cuales participó el general Beck y que fueron respaldadas por Pío XII, derivaron en varios intentos de acabar con la vida de Hitler. Uno de ellos fue la llamada ‘Operación Valquiria’ del 20 de julio de 1944, que tuvo como eje a Claus von Stauffenberg y que ha dado la pauta a libros y versiones cinematográficas…
En 2008, se publicó Alianza contra Hitler de Agostino von Hassell y Sigrid MacRae, donde se prueban las relaciones que mantuvieron los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, así como de científicos alemanes, buscando deshacerse de Hitler. Al año siguiente, Benedicto XVI decidió que no había motivos para posponer más el proceso de beatificación…
Un silencio atronador
Con frecuencia se critica el aparente silencio de Pío XII y es verdad que públicamente abordó el tema en términos muy generales, como ocurrió durante el mensaje la víspera de la Navidad de 1942, días después del envío de la carta del Padre Köning. Pero considerando su compromiso en los planes para matar a Hitler, las descalificaciones pierden sustento, incluyendo las de John Cornwell, autor de El Papa de Hitler. Son afirmaciones que dejan ver cierta fobia hacia Eugenio Pacelli por haber aceptado guardar silencio con tal de facilitar el Concordato con la Alemania nazi. Sin embargo y disculpen que se trate de un historiador tan encumbrado, Cornwell olvida un pequeño detalle: el Concordato se firmó el 30 de julio de 1933, cuando Hitler recién había llegado al poder y no había iniciado el genocidio antisemita. Pequeño olvido de un historiador famoso…
Colocando el hecho en su momento histórico, se entiende que lo que Hitler deseaba era poner punto final al catolicismo político y eso fue lo que aceptó el Papa y nada más. De haber aceptado ser cómplice por omisión (cosa insostenible porque el Holocausto no había iniciado), ¿por qué se habría comprometido en los planes para eliminar al dictador alemán? Lo dicho por John Cornwell es un disparate…
Entonces, ¿por qué no abordó directamente el caso en público? En primer lugar, porque eso sólo iba a lograr que los nazis se ensañasen más con los judíos y se cebasen con los católicos, tanto en Alemania como en los territorios ocupados. ¿O ustedes se creen el cuento de que una palabra de Pío XII habría cambiado el curso de los acontecimientos? Les recuerdo la conocida pregunta de Stalin: “¿Cuántas divisiones tiene el Papa?”, que expresó ante Pierre Laval, canciller del Frente Popular francés, cuando le pidió bajar la presión contra los católicos rusos para facilitar las relaciones francesas con la Santa Sede, luego de explicarle a Stalin con cuántas divisiones militares podría defenderse Francia de Alemania. Esto ocurrió en mayo de 1935…
Los ‘señores de la guerra’ interpretan las relaciones humanas como resultado de la violencia y de las armas. Quizás por eso el Papa entendió que la opción era deshacerse de Hitler por la vía rápida, en vez de hablar en público. Pero a Cornwell le habría gustado más un Pontífice de discursos…
Sin embargo, hay un dato crucial que explica la generalidad en el lenguaje de Pío XII. Por ejemplo, en el radiomensaje de Navidad en 1942. En ese mismo año, los obispos holandeses publicaron una carta condenando las atrocidades de los nazis, especialmente la saña contra los judíos. ¿Cuál fue la consecuencia? Las fuerzas de ocupación asaltaron iglesias, conventos y cuanto edificio católico que encontraron, arreciando la persecución contra los judíos…
Hubo muchas víctimas, pero tal vez la más famosa sea Edith Stein, por el ‘doble delito’ de ser judía y católica a la vez. Las condenas públicas no servían de nada y sólo aumentaban el sufrimiento…
El juego de la muerte
Desde mediados de 1942, se detectaron los primeros indicios de que Hitler tenía en mente un plan para secuestrar a Pío XII y no faltaron los que pensaron que en realidad quería asesinarlo. Para que vean que, del otro lado, Adolfo Hitler entendía los alcances del Papa. En 2016, se dio a conocer una carta de Antonio Nogara, cuyo padre, Bartolomeo Nogara, fuera director de los Museos Vaticanos de 1920 a 1954. Antonio narra cómo, entre finales de enero y principios de febrero de 1944, su padre fue informado por monseñor Giovanni Battista Montini (que luego sería Paulo VI) de que lo de secuestrar al Vicario iba en serio. Montini dijo a Bartolomeo que el embajador del Reino Unido, sir Francis D’Arcy Osborne (al que, en 1940, Pío XII había informado de los planes de eliminar a Hitler) y el diplomático estadounidense, Harold Trittman, le hicieron saber que los servicios secretos de ambos países tenían datos seguros de que los planes iban muy avanzados y había que tomar providencias…
El motivo de que Montini haya ido a ver a Bartolomeo Nogara se debía a la necesidad de buscar un escondite para el Papa, en caso de que intentaran capturarlo y decidieron que el lugar idóneo era la Torre de los Vientos, ubicada en un ala de la Biblioteca Vaticana. Tenía tal cantidad de pasadizos y laberintos, que sería muy complicado para cualquier comando el apresarlo…
Roma estuvo ocupada por los nazis de septiembre de 1943 hasta principios de junio de 1944 y si Hitler desistió fue porque la propia embajada alemana en Roma le advirtió que podrían provocar una rebelión generalizada de católicos en toda Europa y de varios gobiernos neutrales. Bartolomeo Nogara murió en 1954 y su hijo Antonio, en 2014, dejando la carta en cuestión…
Pero no crean que sea la única fuente. Aunque hay información anterior, se sabe que el propio Hitler trató el asunto en una reunión en su cuartel general, el 26 de julio de 1943. Esto lo dio a conocer Karl Wolff, que fuera comandante supremo de la SS. No se trata de cualquier testimonio, aunque se nota cierto afán de sobredimensionarse para quedar como el que convenció a Hitler de no hacerlo…
Asimismo, un año antes de conocerse la carta de Antonio Nogara, Mario Dal Bello realizó una detallada investigación en los archivos del Vaticano, comprobando la veracidad de los planes contra el Papa y publicó su libro El secuestro de Pío XII. La conspiración de Hitler…
¿De verdad siguen creyendo en el cuento del ‘silencio’ de Pío XII? ¿Quieren otro dato? En 2005, el historiador y rabino, David G. Dalin, publicó El mito del Papa de Hitler, refutando cada una de las afirmaciones de John Cornwell, sobre todo por desestimar los testimonios de los sobrevivientes y demostrando que en realidad salvó a muchos judíos. Al contrario, afirma que sí hubo un clérigo totalmente entregado a Hitler. Se trató de Haj Amin al-Husseini, gran muftí de Jerusalén…
Si de ambos lados había planes de eliminar a la contraparte, es difícil decir que eran aliados o hasta cómplices. Quizás sea más certero aclarar cómo se quiere ver a la Iglesia Católica: como una institución política o como una institución moral. Si es lo primero, la decisión del Papa fue acertada al evitar la confrontación pública. Si fuese lo segundo, resultaría cuestionable porque lo moral debe ser afirmado en toda circunstancia…
El problema es que la Iglesia Católica no es ninguna de las dos cosas. Más bien, es una institución que predica el encuentro con una Persona: Jesucristo. Es portadora de una doctrina moral y actúa en un mundo políticamente gobernado. Pero no se agota en ello. Es evidente que Pío XII no se decidió por ninguna de las dos concepciones, sino que buscó el modo de resolver ambas en el encuentro con la Persona Divina. Desde ese punto de vista, salvar cuantas vidas se pudiese implicaba no pronunciarse frontalmente en público, que no guardar silencio e ir en auxilio de los que estaban en peligro de ser exterminados, y el Papa no tuvo temor de entrar en un juego que resultó mortal para una de las dos partes: Hitler…
Hay ‘otro Holocausto’ que se ha prolongado hasta nuestros días: el de Pío XII, cuya noble tarea de salvar vidas humanas se quiere ‘exterminar’ de la memoria histórica…
Hasta entonces…