
El Ártico y la geopolítica de la multiplicidad compleja – Juan de Dios Andrade
El siglo XXI está cambiando a una velocidad vertiginosa, pero no se trata solamente de velocidad. También se ha modificado la naturaleza del escenario global, incluyendo los aspectos culturales, intelectuales, gepolíticos y económicos. Aunque el proyecto del globalismo parece estar rebasado, queda por saber si los poderes fácticos globalistas podrán insertarse en la realidad que estamos configurando, que es más compleja y múltiple, lo que podría tornarse caótico, pero que igualmente nos ofrece nuevas perspectivas y posibilidades.
CONfines Políticos
24 de marzo de 2025
Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com
Más allá de las pretensiones geoestratégicas de Donald Trump, Xi Jinping y Vladimir Putin, los síntomas son inequívocos: el proyecto del globalismo está técnicamente liquidado. No porque lo digan ellos, sino porque se ha modificado sustancialmente la naturaleza del escenario global. Esto no significa que los poderes fácticos que lo han abanderado vayan a correr la misma suerte necesariamente, lo que implica que tenemos que distinguir entre ‘globalismo’ y ‘globalistas’. ¿Podrán acomodarse los globalistas en el juego de poder que se está configurando o terminarán por ser arrollados? La respuesta a esa pregunta es crucial…
El mundo en el cual nació el globalismo tenía a sus espaldas una profunda crisis de confianza, que, pese a tener su origen en Estados Unidos, estaba afectando al bando de sus aliados de la Guerra Fría. Como lo vimos en la entrega anterior, el trágico final de John F. Kennedy simboliza esa crisis, que se acentuará en el transcurso de los años Setenta, cuando coincida con una situación económica adversa. Justo cuando las izquierdas y las derechas parecían no tener soluciones y eran presa de un marcado pesimismo y tremendismo…
El mundo que ya se ha ido
1969, fue el año en que el Hombre llegó a la Luna, concluyendo la carrera espacial de entonces con un triunfo rotundo del polo liderado por Washington. La nave espacial Apolo 11 despegó el 16 de julio y para el día 20 del mismo mes, el Módulo Lunar Eagle había alunizado en el Mar de la Tranquilidad. El 24 de julio, el módulo de mando acuatizaba en el Océano Pacífico. En octubre de 1969, Zbigniew Brzezinski escribía el ‘Agradecimiento’ de su libro: Between two ages. America’s Role in the Technetronic Era. Este libro, que llegó a las librerías en 1970, fue el hito intelectual que condujo a la fundación de la Comisión Trilateral, ya en el marco de la conquista del Espacio…
La sociedad estadounidense comenzaba a recuperar la confianza…
Pero la Trilateral también tenía en mente resolver otros dos asuntos de primerísima importancia: el predominio de EE. UU., al terminar la guerra, se basó en la devastación en que quedaron casi todos los contendientes y en la posesión de la bomba atómica. Pero eso ya era cosa del pasado y la Comisión se puso a la cabeza del proyecto originado años atrás, de contar con una élite de especialistas en geopolítica y política internacional, que se encargarían de replantear el papel del país como potencia mundial…
Asimismo, la economía de Estados Unidos se había vuelto muy dependiente de productos y recursos del exterior, lo que requería un nuevo sistema de relaciones internacionales y, aunque no recibió el reconocimiento debido, fue Walter Mondale quien propuso la creación de un Sistema de Seguridad Económica Internacional. Las ideas de Brzezinski y de Mondale desembocaron en la creación de tres módulos rectores que regirían la geopolítica, la economía y los destinos del mundo, al menos durante un tiempo: Norteamérica, Europa y Japón, donde también participarían los países productores de petróleo como estabilizadores y se buscaría atraer a los países del bloque soviético y del entorno chino…
Este es el mundo que prácticamente ha desparecido el día de hoy, el del globalismo trilateral…
La hiperconectividad global
El contexto cultural y científico del globalismo fue el de los paradigmas o construcciones mentales, arquetípicas o referenciales, que sirven para entender la realidad y actuar en ella. Fue la época en que todavía era posible el predominio de una forma de pensar. El punto de arranque estuvo en el libro: Las revoluciones científicas (1962) de Thomas Kuhn. Pero hoy, la realidad es más compleja, interdependiente y dinámicamente múltiple y variable, lo que hace necesario un mejor control de los cambios a realizar. Ya no es posible el avasallamiento por parte de una forma de pensar…
Intelectuales y pensadores como Edgar Morin, Zygmunt Bauman, Zbigniew Brzezinski y Clayton Christensen han dado muestras de ello al hablar de complejidad y adaptación, posmodernidad como pensamiento líquido, multipolaridad y fragmentación, así como teorías del caos y disrupción tecnológica. Es decir, los cambios no son en un mismo sentido y sus interacciones resultan impredecibles. Impera la incertidumbre y el cambio constante. Proliferan múltiples narrativas que compiten, sin un paradigma dominante. Geopolíticamente hablando, visiones geoestratégicas y modelos compiten, forcejean y coexisten, lo que indica que, aunque EE. UU. se desplomase como potencia, no implicaría que otra potencia lo pueda sustituir. Se requiere de un nuevo sistema de seguridad global, donde interactúen varias potencias de distinto orden e importancia…
Es el mundo de la hiperconectividad global…
El que esté en declive el paradigma unipolar, no significa que otro lo pueda sustituir como antes (China, Rusia o quien sea). Las rupturas al interior de la OTAN y en el atlantismo en general (incluyendo la alianza con Japón), no quiere decir que se pueda imponer fácilmente otro eje de alianzas (China, Rusia, Irán), pues todos están inmersos en el mismo escenario arriba indicado…
Geopolítica de la multiplicidad compleja
Para muestra, un botón: más tardó China en ufanarse de su Iniciativa de la Franja y la Ruta, que en quedar obsoleta buena parte de ella. Observen cómo se está desplazando el centro de gravedad geopolítica del Mar de China, el Indo-Pacífico, el Mar Rojo y el Canal de Suez, por ejemplo, al Ártico, sin que el Ártico se vaya a convertir en el ‘nuevo paradigma’. Lo que hasta ahora ha sido muy importante, lo seguirá siendo, pero no en el mismo grado ni en el mismo sentido…
Rusia, que hasta hace unos cuantos meses estaba apostado totalmente a su alianza con China, ahora ya no lo está tanto y ha entendido que el Ártico le abre mejores horizontes, incluyendo su relación con Beijing. El llamado ‘Sur global’ y los BRICS están en vías de pasar a un segundo plano, en beneficio de un enorme polo geopolítico múltiple, al cual estarán conectados…
¿Qué vendría a ser lo que se concibió como el globalismo trilateral? Obviamente, en su mayor parte pasará a ser una franja de amortiguamiento y conexión con el sur. Ese es el destino para la UE, Japón y el Sur global. Geoestratégicamente, Rusia es la mejor posicionada, pero carece de recursos tecnológicos para sostener su posición. Los podría obtener de China, de Estados Unidos o de ambos, lo que anticipa que jugará un poco al ‘malabarismo estratégico’. De entrada, China podría volverse dependiente de Rusia en la geopolítica del Ártico, por eso se declara ‘potencia cercana al Ártico’ y, negociando con EE. UU., Rusia evitaría quedar a merced del gigante asiático…
La naturaleza de los conflictos igualmente cambió aceleradamente y ahora se decidirán mediante guerras híbridas y ámbitos de influencia digital. En lo anterior, juega un papel de excepcional importancia la competencia tecnológica, destacando la relativa a los semiconductores, Inteligencia Artificial y los nuevos sistemas de comunicación y conectividad global…
Si lo vemos bien, el mundo que estamos configurando en parte será global y en parte, desglobalizado. Vean los esfuerzos de Donald Trump para que empresas y fábricas regresen al país o las extranjeras se ubiquen en Estados Unidos…
La potencia más cercana al Ártico
China no es ‘la potencia más cercana al Ártico’. Ese papel lo tiene Estados Unidos. Acertado o no en la ruta que está siguiendo, Trump sabe que debe ‘acercarse al Ártico’ tanto como pueda, con tal de no tener el mismo destino que la UE y Japón. De no lograrlo, la potencia americana se hundiría con lo que resta del globalismo trilateral…
No sabemos si los planes de Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping vayan a resultar exitosos. Quizás el resultado no vaya a ser uniforme. Pero lo que sí, es que hay una posibilidad alta de que el mundo pase por una etapa de competencia caótica tanto entre potencias como entre modelos, lo que de suyo desestima la tesis de Kuhn sobre los paradigmas. Estamos entrando a un escenario de proyectos múltiples y poderes fácticos que podrían entrar en colisión. He aquí la importancia de revisar las ideas de Morin, Bauman, Brzezinski y Christensen, por citar a los más representativos…
El Ártico arribó al siglo XXI como periférico y, en poco tiempo, se ha convertido en el futuro global. En él convergen aspectos geoestratégicos, económicos y hasta ambientales. De paso, hay que desechar el mito de que Donald Trump no cree en el cambio climático global. Quizás no creyó en él en otro momento, porque, ahora, quisiera acelerarlo para potenciar el Ártico (al igual que Putin). En este sentido, Rusia lleva aventaja por su experiencia en navegar mediante rompehielos nucleares, pero sabe que Estados Unidos y China podría alcanzarla en breve…
A Xi Jinping le urge vincularse al Ártico. Este fue el motivo de su alianza con Rusia, que ya no parece tan firme en todo. De no lograrlo, la parte del proyecto de la Franja y la Ruta relativa al Ártico podría quedar sólo en una idea, y sus logros comerciales y tecnológicos quedarían supeditados a lo que Rusia y Estados Unidos quieran darle…
Aquí se entienden mejor los pronunciamientos de Donald Trump sobre Canadá y Groenlandia, buscando integrarlos al territorio estadounidense. Rompiendo en los hechos el T-MEC, busca presionar a su vecino del norte para que acepte por lo menos un nuevo acuerdo que le permita afianzar la presencia de Washington más cerca del Polo Norte. Pero no tiene el mismo interés en México, a quien ve como factor de riesgo para la seguridad nacional, aunque sí como alternativa al Canal de Panamá…
Donald Trump sabe que Xi Jinping deberá pasar por unas negociaciones complejas con Rusia con relación al comercio que se desarrollará mediante el Ártico, antes de seguirse proclamando como ‘Potencia cercana’, mientras, del otro lado, el presidente norteamericano, maniobra para desmantelar su proyecto de la Franja y la Ruta en el mundo árabe, africano y latinoamericano…
Pero no crean que la importancia del Ártico estriba solamente en el comercio que pasará por ahí: alberga importantísimas reservas de hidrocarburos y minerales clave para el momento que vivimos. En pocas palabras, lo que antes era el eje del mundo global (el proyecto del globalismo trilateral) se está convirtiendo en periférico en la nueva geopolítica del Ártico…
¿Lograrán los poderes fácticos globalistas insertarse en el escenario que se está perfilando? Porque el Ártico será el eje de paso y el resto de la realidad global estará conectada a él y a través de él. Excepto algunos aspectos de la competencia híbrida que iremos analizando en otras entregas…
Hasta entonces…