
Donald Trump o el conservadurismo revolucionario – Juan de Dios Andrade
Al tratar, unos, de defender a Trump al ultranza y, otros, de defenestrarlo en la misma forma, perdemos de vista lo que está en juego. Somos seres humanos de hechos e ideas. En otra entrega vimos las implicaciones de convertir a Estados Unidos en la primera ‘Ciudad Tecnofeudal’. Toca ahora ver la otra cara del trumpismo, el del conservadurismo revolucionario. ¿Lograrán armonizarse o terminarán en ruptura?
CONfines Políticos
10 de marzo de 2025
Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com
Cuando Leo Strauss caminaba en el salón de clases, lo hacía con un micrófono y una pequeña bocina adaptados para que los alumnos pudieran escucharle bien. En aquel momento, pocos se imaginaron que fuese posible que una voz tan débil se fuera a escuchar tan lejos y con ello me refiero al impacto de sus ideas. Su experiencia de vida y su itinerario intelectual le habían llevado a concluir que la Modernidad se inició con una ruptura entre ‘hechos’ y ‘valores’ en la obra de Nicolás Maquiavelo (lo que incidió en muchos pensadores que vinieron después), pretendiendo un conocimiento y una acción ajenos a los juicios de valor. La consecuencia fue que se trató de buscar la pura libertad individual y los resultados pragmáticos, en lugar de la excelencia y la virtud. Esto no se podía sostener para siempre y la crisis de la Modernidad fue inevitable, expresada en el desplome del positivismo…
La debacle positivista pegó de lleno en el liberalismo que, al radicalizarse, condujo a la vertiente del nazismo y el bolchevismo, por un lado, y a la de las democracias liberales, por el otro, consumándose el abandono y destrucción de la tradición, la moral y los valores…
Para Leo Strauss, había llegado la hora de retornar a los clásicos para recuperar la tradición y los valores perdidos. Claro que su marco de referencia eran los pensadores de la Grecia clásica y los filósofos judíos medievales, centrándose en la relación entre Atenas y Jerusalén…
Indirectamente, Leo Strauss es uno de los pensadores más influyentes en el entorno de Donald Trump…
Harry Jaffa y la conexión Trump
No es mi intención ahondar en la corriente straussiana, que es muy amplia y de bordes discutibles. Lo que ahora interesa es hablar de uno de los estudiantes de doctorado más destacados que tuvo Leo Strauss: Harry Jaffa, muy interesado en los aspectos fundacionales de los Estados Unidos. Esto es de suma importancia porque Jaffa es uno de los referentes torales del movimiento conservador en dicho país y sus polémicas con otros prominentes conservadores versaron precisamente sobre la fundación de EE. UU. y Abraham Lincoln. El punto es que, lo que en Strauss era la recuperación de la filosofía clásica y medieval (judía), en Harry Jaffa se convirtió en el retorno a los ‘Padres fundadores’ y a la disputa que giró alrededor de la Guerra de Secesión…
Su director de tesis doctoral fue Leo Strauss…
A mediados de los Sesenta, Jaffa pasó al Claremont McKenna College, donde se convirtió en el líder del movimiento straussiano. Para él, los fundadores estadounidenses (Washington, Jefferson, etcétera) constituyeron la nación sobre la base de tres principios superiores a los derechos: la vida, la libertad y la felicidad. De tal modo que la legitimidad de una forma de gobierno depende de su respeto a esos principios y no tanto de unas elecciones (atención con este aspecto). En este sentido, los objetivos de toda institución de gobierno deben ser la felicidad y la seguridad de los ciudadanos. Al participar en la campaña de Barry Goldwater como autor de sus discursos, afirmó en uno de ellos: “Quiero recordarles que el extremismo en defensa de la libertad no es un vicio”. Aunque fue un tema distinto, ante las críticas de que violaba la ley con las deportaciones, el 15 de febrero pasado Trump posteó: “El que salva a su país no viola ninguna ley”. La acción se justifica por los principios superiores…
Sin embargo, sería excesivo atribuirle a Jaffa o al propio Strauss la responsabilidad de lo anterior. Lo que ocurrió fue que los straussianos trasladaron lo que se afirmó en el ámbito de la filosofía política al terreno de la praxis política, quizás sin calibrar debidamente las implicaciones…
El Claremont Institute o la otra conexión Trump
El tránsito de la filosofía a la praxis tuvo un punto intermedio. En 1979, cuatro alumnos de Harry Jaffa fundaron el Claremont Institute (Upland, California): Peter Schramm, Larry Arnn, Thomas Silver y Christopher Flannery. El Claremont Institute se convirtió en un think-tank que comenzó a irradiar una serie de propuestas que, andando el tiempo, influyeron tanto en el Partido Republicano como en el Demócrata, sobre todo en el primero. Entre sus principales directrices podemos mencionar el nacionalismo, el constitucionalismo fundacional y el choque frontal con el “estado administrativo”. Las tres han tenido una fuerte presencia en los seguidores de Trump desde antes de llegar a la Casa Blanca…
La ascendencia del Claremont Institute fue innegable en el primer gobierno de Donald Trump, cuando gente identificada con él se posicionó en puestos destacados: Michael Anton como portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Eastman asesoró a Trump durante la polémica sobre los resultados electorales de 2020, Michael Pack dirigió la USAGM (Medios Globales de EE. UU.) y Charles Kesler participó en la Comisión 1776. Asimismo, aunque sin vínculos de origen con el Instituto, Steve Bannon enarboló la embestida contra el “estado administrativo” globalista…
El Claremont Institute está detrás de la confrontación con el ‘progresismo de izquierda’, la vuelta a la tradición norteamericana y la recuperación de los principios fundacionales…
Por si alguien tiene dudas, les recuerdo que, en 2019, Donald Trump otorgó al Instituto la Medalla Nacional de Humanidades…
Lo que no queda claro es si Trump asumió los ideales del Claremont Institute o si el Instituto ‘construyó’ alrededor de él la ‘justificación filosófica’ de su movimiento, y no faltan los que acusan a sus integrantes, que participaban en el gobierno, de impulsar al asalto al Capitolio y convertirse en un conservadurismo revolucionario…
Harry Jaffa falleció en 2015, pero es la conexión entre el pensamiento de Leo Strauss y el trumpismo. Ya no se busca la armonía entre Atenas y Jerusalén, como pretendía Strauss, sino la reinterpretación y reformulación de los principios fundacionales de Estados Unidos y todo lo que ello conlleva…
Por otra parte, no estoy hablando de algo que ya pasó (primera presidencia). Actualmente, Trump trata de evitar una ruptura entre sus seguidores, empezando por su propio círculo de poder, entre lo que requiere la ‘agenda straussiana’ y las exigencias del proyecto ‘tecnofeudal’, que abordamos en otro momento. El presidente estadounidense busca unificar criterios y acciones. Por eso designó a Elon Musk como responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Musk representa la unión de ambos programas. ¿O no me digan que no ven en DOGE la impronta de la lucha contra el “estado administrativo”? En el conservadurismo revolucionario la burocracia se identifica como la forma de dominación heredada del globalismo, como un dominio impersonal y anónimo adverso a la libertad. Es el campo de batalla entre la felicidad y la infelicidad o desdicha del ciudadano…
Por eso, en la lógica de la élite en el poder, la oleada de recortes y despidos en las estructuras gubernamentales apuntan a varios objetivos: ahorro presupuestal, eliminación de adversarios que los sabotearían y cohesión en las filas de MAGA, entre otras cosas…
La reformulación de los principios fundacionales
Esto va ligado a otro tema clave: la vida como principio fundacional. El trumpismo desarrolla una batalla en varios frentes, entre ellos: a favor de la vida y en contra del aborto, a favor del matrimonio y la familia tradicionales, y en contra del wokismo, la sexualidad alternativa y el matrimonio igualitario; los ajustes a la burocracia igualmente favorecen la vida, pues a menor aparato administrativo le corresponderá una mayor comunidad de vida. Así se explica que, cada vez que a Trump no le parece el proceder de alguna autoridad (sobre todo de cuño demócrata), trata de resaltar la confrontación entre esa autoridad y la comunidad local o regional…
Dicho de otro modo y aquí reaparece el nexo con el conservadurismo de Strauss y del Claremont Institute, la democracia liberal y la élite que la lidera (globalismo) han traicionado los principios superiores: la vida, la libertad y la felicidad, hasta llegar a un punto irreversible de degradación y corrupción. En la mentalidad de Donald Trump y de sus seguidores, la democracia liberal debe ser liquidada, al igual que el globalismo y sus aliados…
Al margen de lo que haya de razón en cada caso, lo cierto es que se puede dar la pauta para sistemas autoritarios de gobierno a escala global. Este es un aspecto delicado…
La recuperación del espíritu fundacional incluye replantear el Destino Manifiesto que estaba claro en los ‘Padre fundadores’, pero que quedó en entredicho al estallar la Guerra de Secesión. Por ende, el movimiento que encabeza Trump no es un simple retorno al pasado, por muy glorioso que haya sido para Estados Unidos. Es un replanteamiento, una reformulación de un problema no resuelto en el siglo XIX y que ahora se pretende solucionar…
Aquí hay otro punto capital: los fundadores estadounidenses respondían al proyecto de la Modernidad ilustrada, al primado de la racionalidad formal, que trataron de armonizar con la fe de corte calvinista en su mayor parte. Esto se fracturó de algún modo en la época de Abraham Lincoln y Donald Trump y los suyo quieren resolver, pero no con los parámetros de entonces, sino con los de la era de la posverdad, que da por concluido el primado de la racionalidad formal actual (simbolizado por el globalismo) en aras de un fideísmo sobre el cual se busca refundar el papel geopolítico de la potencia norteamericana, insertado en la desaparición de las fronteras entre política doméstica y política global…
Así se entiende mejor lo que están haciendo J.D. Vance, Marco Rubio, Elon Musk y el propio Donald Trump. ¿Podrán evitar la ruptura entre conservadurismo revolucionario y ‘tecnofeudalismo’? Esa historia recién se está escribiendo…
Hasta entonces…