Vie. Nov 22nd, 2024

¿De verdad Francisco es el Anticristo? – Juan de Dios Andrade

El pontificado de Francisco se ha convertido en uno de los más polémicos en la historia de la Iglesia Católica. Cunden los desacuerdos, las animadversiones y hasta se habla de rupturas. Pero, ¿es un Papa hereje, como dicen algunos de sus críticos más acérrimos? Más concretamente, ¿puede un Pontífice serlo? Es un tema capital y es importante serenarse y analizar algunos aspectos en su justa dimensión.

CONfines Políticos

4 de febrero de 2024

Correspondencia: confinespoliticos@gmail.com

No cabe duda que el pontificado de Francisco está resultando uno de los más polémicos de la Historia, pero no pareciera estar ocurriendo una hecatombe apocalíptica. La Iglesia Católica ha pasado por muchos momentos turbulentos: ha tenido papas cuestionables, antipapas, cismas, herejías, persecuciones y sigue en pie. Tampoco me parece que haya una guerra soterrada entre ‘dos iglesias’, como por momentos podríamos pensarlo. Eso sí: hay imprudencias, manipulaciones y malos entendidos por parte de algunas personas de cada bando, claro está, así como otras tantas venidas de críticos y adversarios externos. No se trata de una ‘vieja Iglesia’ que se está yendo, ni de una ‘nueva Iglesia’ que esté llegando, por decirlo de algún modo. Más bien, es una sola Iglesia entrando en una etapa decisiva de su historia, no exenta de vientos encontrados y estridencias entre los ‘pasajeros’ o en la ‘tripulación’…

En primer lugar, debemos entender que, así como no todo lo que pasa en el mundo es digno de estar en las páginas de la Historia, tampoco hay lapsos de tiempo sin hechos históricos. Esto tiene un matiz especial cuando hablamos de una institución como la Iglesia Católica, fundada por Alguien que proclamó poseer filiación divina. En este sentido, cuanto pasa en su interior es ‘histórico’ para ella y para el resto de la Humanidad, pero no siempre de la misma manera…

Así que vamos a tranquilizarnos: Francisco no tiene pinta de ser el Anticristo…

La Iglesia siempre vive tiempos históricos

La naturaleza de la confrontación intraeclesial

Dentro de la Iglesia hay una confrontación, es verdad, que podría resolverse bien o mal, entre dos interpretaciones de los últimos tiempos y del Apocalipsis, así como de todo lo que tenga que ver con ello, incluyendo la naturaleza de su misión pastoral…

Si los últimos tiempos han empezado a partir de que se consumó la Pasión, muerte, resurrección y ascenso de Cristo al Cielo, ¿cómo interpretar teológicamente lo que viene después? ¿Cómo entender tanto el discurso escatológico de Jesús como la profecía del Apocalipsis? Esa es la cuestión candente hasta la fecha…

Para unos, los pasajes escatológicos simbolizan etapas de la historia de la Iglesia y creen ver a cada una de ellas en el curso de la Historia Universal, de tal modo que, por ejemplo, las cartas a las siete iglesias de Asia las sintetizan y aseguran saber en cuál momento estamos. Obviamente, ante la expansión innegable del mal y el desorden global, piensan que hemos entrado en la última y estamos a le espera del Segundo Advenimiento…

No forman un bloque homogéneo y en esta primera vertiente hay algunos que les da por identificar a tal o cual personaje de la Historia como el Anticristo y no faltan los que, en una polarización extrema, no dudan en catalogar al Papa Francisco como tal…

Como es lógico pensar, la idea de que Francisco es el adversario por antonomasia de Jesucristo está emparentada con la tesis sedevacantista. Sólo un Papa ilegítimo o antipapa, podría ser el Anticristo. Por eso tantos cuestionamientos en su momento, sobre si la renuncia de Benedicto XVI fue forzada, porque, en tal caso, la entronización de Francisco no sería válida, lo que de paso justificaría el calificarlo como hereje por algunas cosas que ha dicho o que se le atribuyen. Claro que tampoco han faltado los que exploran la posibilidad de que un Pontífice legítimo pueda incurrir en herejía…

El punto es que nadie ha podido demostrar ni lo uno ni lo otro…

Nadie sabe cuándo será el momento final

La segunda vertiente, parte de que, a través del tiempo, la Iglesia recrea la vida de su Fundador una y otra vez, hasta que ocurra el final. Es decir, que una misma etapa tendrá un nacimiento, crecimiento y fortaleza, pero también de amarga y dolorosa pasión, para, luego, resucitar y así por estilo, hasta que vuelva Jesucristo en gloria y majestad. Asimismo, no habría un Anticristo, sino varios, tal y como se asienta en el Nuevo Testamento. Cada uno sería peor que el anterior y, en tal caso, el último sería el más malo de todos…

Nadie sabe el día ni la hora, porque el ‘hecho clave’ no ocurriría en esta realidad terrenal y en este aspecto se vincula a otra hipótesis teológica: la que supone que el fin del mundo ocurrirá cuando el número de salvos sea idéntico al de la ‘tercera parte de las estrellas del Cielo’ que el Maligno arrastró consigo en su caída, entendiendo ‘estrellas’ como los ángeles en rebeldía y cuya cantidad exacta desconocemos. He aquí el motivo por el cual, humanamente hablando, no podemos saber cuándo vaya a ocurrir el desenlace…

Esto explica que de tanto en tanto ocurran crisis que parecen indicar el retorno inminente de Cristo, sin que sea así. En algún momento tendrá lugar, pero los vaticinios de fatalidad son infructuosos porque la obsesión de interpretar el Apocalipsis mediante hechos y personajes históricos, pasa por no aceptar que estamos imposibilitados para saber la fecha exacta del día final. Es evidente que la primera vertiente está imbuida de milenarismo y gnosticismo…

La batalla final

Dos de las características más persistentes del milenarismo son, primero, la firme creencia en que las causas que desencadenarán el Segundo Advenimiento están en la Historia misma y, por lo tanto, es posible llegar a identificarlas. En este sentido, se aprestan a trabar combate en la batalla final. En segundo lugar, esta idea de que en la recta final de la Historia habrá un enfrentamiento de proporciones cósmicas, revela que el milenarismo asumió la cosmovisión gnóstica de que la Humanidad está dividida entre ‘buenos’ y ‘malos’, lo que contradice al propio texto de San Juan, donde se precisa que es la intervención divina la que determina el resultado, sin que haya enfrentamiento alguno…

Sin embargo, los milenaristas, aún los llamados ‘mitigados’, insisten en la identificación histórica, olvidando que las ‘señales’ enunciadas por Cristo y por San Juan, no implica continuidad histórica inmediata y, por lo tanto, entre una señal y otra puede haber siglos de por medio, sin descartar que, al ser las entonces ‘siete iglesias de Asia’ la naciente Iglesia, lo dicho en las ‘siete cartas’ se vivan en la Iglesia Universal al mismo tiempo en cada etapa histórica, un poco más cargada hacia un aspecto u otro, según sea el caso. Pero, en cada época, han aparecido milenaristas que no se cansan de insistir en que el final está a la vuelta de la esquina…

¿Por qué es importante saber lo anterior? Porque, entre otras cosas, afecta a la concepción de la misión pastoral de la Iglesia. Si los seres humanos están divididos en dos grandes vertientes (los buenos y los malos), unos ya serían salvos y los otros, condenados. ¿Notan el parecido con las posiciones evangélicas, sobre todo de raigambre calvinista? Esto es muy importante, porque revela la raíz de la verdadera posición herética…

Cardenal John Henry Newman

La verdadera raíz de la herejía

Como lo demostró hacia 1840 el cardenal John Henry Newman, en su artículo: La idea protestante del Anticristo, catalogar al Papa como el adversario de Cristo se comenzó a acrisolar entre las sectas de albigenses, valdenses y fraticelli, al identificar a Roma con Babilonia. Siguiendo a los anteriores, Martín Lutero, Juan Calvino, Ulrico Zwinglio, Felipe Melanchton y Thomas Cranmer, terminaron por afirmar que el Papa era el Anticristo y la razón es evidente: con la maniobra pretendían descalificar toda condena hacia ellos emanada de Roma, de tal modo que el Pontífice sería el heresiarca y cismático, mientras ellos, los protestantes, vendrían a ser los ‘salvadores’ de la ‘verdadera Iglesia’ y, para ello, no dudaron en esgrimir ‘la tradición’ (la de la Iglesia primitiva). No me digan que no notan el parecido con lo que ahora está pasando en el pontificado de Francisco…

Es interesante observar que, desde sus orígenes, el protestantismo estuvo imbuido de ocultismo y, por ejemplo, algunos escritos de Lutero contienen anotaciones de ese tipo. De tal modo que interpretaron el Apocalipsis como el escenario de confrontación de fuerzas secretas de ambos lados (los ‘buenos’ y los ‘malos’). En pocas palabras, la Historia se encaminaba hacia una ‘gran batalla final’ y, pronto, esa cosmovisión contagió la mentalidad de intelectuales católicos…

Como ocurre en toda versión ideologizada, la realidad no coincidía con ella y, para hacerla encajar, unos y otros se enfrascaron en forzar documentos o hasta de inventarlos. Este fue el caso de las famosas ‘Profecías de San Malaquías’, aparecidas en 1595 y en las cuales se habla de cierto número de pontífices por venir, de tal modo que, de darles crédito, el sucesor de Benedicto XVI sería el último. Esto explica la creciente agitación generada a partir de su renuncia, misma que no ha cesado, bajo la creencia de que el Anticristo intentaría sentarse en la Silla de San Pedro. Desde este punto de vista, haga lo que haga, diga lo que diga, Francisco será considerado como tal…

Aunque las ‘profecías’ en cuestión fueron inventadas con otro propósito, al final se convirtieron en el puente que une las descalificaciones de los primeros protestantes hacia el Vicario de aquel momento con los católicos que actualmente hacen lo mismo con el Papa Bergoglio…

¿Quién era realmente Malachi Martin?

Con el paso del tiempo, esta interpretación ha tenido varias versiones, algunas de ellas sin mencionar directamente las ‘profecías’ aparecidas hacia finales del siglo XVI. Por ejemplo, en los años noventa del siglo XX, se hicieron famosos los libros de Malachi Martin, originalmente jesuita, por la información que poseía sobre los entretelones eclesiásticos, aunque varias de sus afirmaciones sean imposibles de comprobar. Pero no hay duda de que su marco interpretativo es claramente milenarista. Además de erudito, Malachi Martin fue un formidable investigador de la realidad global, pero también afecto a enfoques de dudosa validez. Sin embargo, su innegable talento para escribir le generó muchos seguidores que hasta la fecha persisten…

Para que tengamos una idea sobre él: pasó de una posición privilegiada en el Vaticano a dejar el sacerdocio, no faltando los señalamientos por presuntas relaciones con una dama. Asimismo, pese a su situación, realizó algunas actividades sin la debida autorización, entre ellas exorcismos. En la Iglesia Católica, la facultad de realizarlos recae en el obispo de la diócesis, que la puede delegar en sacerdotes de su confianza, previa preparación para ello…

Para no hacerles el cuento largo, hasta las improbables aseveraciones de Malachi Martin son usadas para desacreditar al Papa Francisco. Entre los muchos malabarismos intelectuales, han llegado a especular con la posibilidad de que el papado no sea herético, sino el Papa como persona o si puede cometer ‘herejía material’ pero no ‘formal’ y así por el estilo…

Si el Papa no es hereje, ¿qué es lo que está pasando en la Iglesia? Sólo puedo darles mi opinión…

Católicos en busca de un Concilio

Nadie puede decir cuándo será el ‘apocalipsis definitivo’, pero sí podemos precisar que, en cada ocasión, la problemática eclesiástica posee características especiales que afectan tanto a su misión como a sus signos de identidad. En primer lugar, la Iglesia está para evangelizar fundamentándose en la fe y en el bautismo. Desde finales del siglo pasado, su misión pastoral ha sido atacada desde distintos frentes que parten de una misma proclamación: “de la vida alternativa, no hay regreso”, mientras ella cree en la redención y la conversión. De tal modo que lo abordado por el Vaticano II (la relación con la Modernidad) ha quedado atrás y tal vez sea necesario otro concilio, muy distinto a los realizados en el pasado. Por eso es un error interpretar lo de hoy como un conflicto entre liberales y conservadores o entre progresistas y tradicionalistas. Ese fue el tema del Vaticano II. Sigue gravitando, pero con otras connotaciones…

Por otra parte, los signos de la Iglesia son cuatro: una, santa, católica y apostólica. No hay duda de que la unidad está en vilo y que soplan vientos cismáticos o hasta heréticos, aunque no como algunos lo entienden. Sea por la bendición a parejas del mismo sexo o a divorciados vueltos a casar, por el camino sinodal o por tal o cual nombramiento curial, todo parece ser motivo de discordia. Por cierto, así como se ha aclarado que no se bendecirá ninguna unión irregular, no olvidemos que la opción catequética es la castidad. Dicho de otro modo, mientras persista la vida sexual en ese tipo de parejas, carecerán de una vida plena dentro de la Iglesia…

Lo que sí y lo digo con todo respeto, es que tengo mis dudas de que, en cada caso, se haya seguido la ruta más prudente. No todo es culpa de las voces críticas…

Es imposible no pensar en que la Iglesia recrea la vida de su Fundador en cada época histórica, al ver cómo, hoy, unos se declaran ‘de Juan Pablo II’, otros ‘de Benedicto XVI’ o ‘de Francisco’. En su momento, unos se declaraban de Cristo, de Juan el Bautista, de los esenios, de los zelotes, de Pedro o de Pablo…

¿Un nuevo Concilio a la vista?

Por otra parte, tantos escándalos sexuales que no se reducen solo a la pedofilia, pegan al signo de la santidad. Es verdad que lo de ‘santa’ se refiere a que La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y no a la condición de cada uno de sus miembros, pero igualmente lo es el que la doctrina enseña que al Cielo únicamente se entra santo…

Lo católico está en riesgo desde el surgimiento de la era de Constantino y, dentro y fuera del círculo papal, muchos piden ponerle punto final. Entre ellos, el propio Benedicto XVI en su calidad de simple sacerdote en el tránsito del los Sesenta a los Setenta. Desde aquellos años, ya hablaba en un programa de radio de dar por terminada la era constantiniana y de que en el futuro veía a una Iglesia pobre, desprovista de todo poder y hasta la aparición de un nuevo tipo de sacerdote. Por ejemplo, de aquellos que se ordenaran como tales, pero siguieran con su vida profesional (médicos, abogados, profesores, etcétera). Esta no es una idea del actual pontificado…

Francamente, no sé por qué algunas personas no se enteran de que asumir las tesis protestantes sobre un papa hereje o cismático, así como las sedevacantistas, implican una ruptura de la comunión eclesial y poner en duda la sucesión apostólica…

Interna o externamente, la misión de la Iglesia y sus signos de identidad están siendo torpedeados con el ánimo de destruirla o quizás hasta sin ser plenamente conscientes de ello…

Joseph Ratzinger y la Iglesia del futuro

Para los que gustan de referirse a la respuesta que diera Sor Lucía al cardenal Carlo Caffarra, en el sentido de que la batalla final entre Cristo y Satanás será en torno al matrimonio, la familia y la vida, les recuerdo que las revelaciones privadas son para entender y vivir mejor la Revelación pública, no para contrapuntear a favor de las primeras. Empero, en el pontificado de Francisco no se ha puesto en duda ninguna de las tres cosas…

Sintetizando, el reto central de la Iglesia parece estar en que experimenta un desajuste entre lo doctrinal y lo pastoral, asunto que es urgente resolverlo. Son los desafíos de las nuevas ideologías propias del siglo XXI, que poco o nada tienen que ver con las dicotomías de la Modernidad…

Tirando unos hacia lo doctrinal y otros hacia lo pastoral, la Iglesia podría desgarrarse…

Como persona, el Papa Francisco tiene defectos y virtudes, capacidades y limitaciones. Al final, será juzgado históricamente y por Dios. Tal y como ha sido en cada ocasión. ¿Cómo resolverá el apocalipsis que le ha tocado vivir y que no sabemos si será el final? Esa es la pregunta que él mismo está tratando de responder…

Hasta entonces…

2 thoughts on “¿De verdad Francisco es el Anticristo? – Juan de Dios Andrade

  1. Como ciudadana de Sudamérica, me pregunto en medio de la apocalipsis que se viene viviendo en diversas partes de globo; donde personas causan guerras, negocian con ellas, causan incendios para comprar los terrenos las inmobiliarias, provocan pandemias para negociar con la salud y la vida de las personas. ¿Hay quienes creen en que vendrá un Apocalipsis? ¡Un papa que aporte le hace al planeta en tiempos distopicos que el ser humano en su falta de amor por sí mismo, se autodestruye y por consiguiente lo hace con el prójimo y el planeta? Agrego: ¿Qué aporta la cadena de iglesias en este mundo? ¿Buenos y malos, salvos y perdidos, herejes? Qué necesario es investigar de la historia de la humanidad pero sin narradores tan creativos como los del pasado y del hoy, aterrizar al ser humano con todo lo que ello significa y hacerse responsable de lo que hace, dice sin acudir a intermediarios o creencias de salvación. Asumirse es tan relevante que quizás no habrían hombres que le disparen a niños.

    1. El tema que aborda es interesante, aunque hay que hacer algunas precisiones: las religiones no están para resolver los asuntos del mundo. Pueden colaborar para solucionarlos, pero no es esa su misión. Esa es responsabilidad de los gobiernos, de la sociedad civil y de los ciudadanos. Las religiones, como su nombre lo indica (‘re-ligare’: “volver a unir”) están para reparar la relación rota o quebrantada entre los seres humanos y Dios. Los males que hacemos son una agresión o a la propia Humanidad o a la Creación en general, según sea el caso.En la medida en que eso afecte la relación entre el hombre y Dios, entrará en el ámbito de acción religioso. Por ejemplo, así es como se abordan desde la Iglesia Católica los llamados ‘pecados sociales’. A propósito de eso, por cierta laxitud a veces usamos expresiones apocalípticas para describir la situación global (guerras, hambre, pandemia, etcétera), pero, al menos desde el cristianismo, el apocalipsis al que se refiere es de carácter espiritual, centrado en la apostasía generalizada que antecederá al final de todo y otros aspectos relacionados con ello, al margen del estado que guarde el mundo. Esto no significa cerrar los ojos ante la gravedad de la situación temporal en un momento dado. Sólo digo que resolverlos no es su misión directa, sino principalmente de los gobiernos, organismos de la sociedad (nacionales e internacionales) y de la gente en general. En cuanto esa situación sea expresión de la expansión del mal en el mundo o ponga en peligro el destino ultraterreno de las personas, entra en el ámbito religioso.

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