Vie. Nov 22nd, 2024

Curiosidad – Roberto Carlos Pavón Carreón

En gran medida, la evolución del ser humano se debe a esa búsqueda constante de respuestas ante su entorno, de inicio. Las maravillas naturales causaban un asombro que también invitaban a una búsqueda tanto de la repetición en la observación del fenómeno como a…

Roberto Carlos Pavón Carreón

Profesor y traductor de árabe, hebreo,

sánscrito, chino, entre varias lenguas

Twitter: @Aqarib

En gran medida, la evolución del ser humano se debe a esa búsqueda constante de respuestas ante su entorno, de inicio. Las maravillas naturales causaban un asombro que también invitaban a una búsqueda tanto de la repetición en la observación del fenómeno como a una posterior explicación del mundo. Éramos mucho más dependientes de nuestros sentidos.

Ocurrieron miles de acercamientos a la naturaleza a través de esos sentidos y fue así que el Homo sapiens llegó a conocer el mundo (dentro de las limitaciones de su proceso evolutivo).

Esa búsqueda de respuestas es enorme cuando se es niño, se recurre al por qué en casi todo. Llega y se expande geométricamente la curiosidad. Esta palabra de origen latino (cūriōsitās) define como sustantivo abstracto un cuidado, una meticulosidad, una sorpresa. Así lo verifican muchas otras lenguas que también así definen el concepto: compárese la similitud en inglés con la palabra care, en chino se escribe 好奇 cuyos dos caracteres separados significan ‘buena’-‘sorpresa’, en árabe فضول (fuḍūl) tiene esas mismas implicaciones que en inglés o chino con el añadido de ‘entretenimiento’ o hasta ‘entrometimiento’ y esta última palabra nos remite a aquella etapa un tanto incómoda en que el niño en su ávida curiosidad ve el modo de obtener respuesta ante una inquietud sin importar el momento; y es entonces que el adulto mutila la curiosidad infantil con las frases más crueles: “no molestes”, “estoy ocupado”, “no sé” u otras mucho peores.

El resultado ante ese desinterés y/o indiferencia por el pensamiento en desarrollo del infante es que este se va evaporando. El niño deja de preguntar, el pensamiento se estrecha, la imaginación se esfuma.

El mejor ser humano es sin duda el niño: carece de prejuicios, es libre y tiene una curiosidad infinita por saber. El reto es pues, como adultos, incentivar nuestra propia paciencia (y conocimientos) para darles esas respuestas que tanto ansían y si no está en nuestras manos, acercarlos a tales respuestas con tal de que esa curiosidad no termine, crezcan con ella y sigan siendo humanos, pues un niño no es un simple objeto al que sólo hay que procurar y ya; el niño ya es parte de la Humanidad, así pues hagamos que (sin dejar de protegerlos) su curiosidad se expanda, como su conocimiento, sus valores, su cariño.

Un niño con respuestas crecerá con sólido andamiaje y profundos cimientos que lo alejen de ideas retrógradas, dogmas sin sentido o modas pasajeras; lo harán un adulto consciente que tendrá hijos con nuevas curiosidades y amor… no por nada en ruso, curiosidad (любопытство – liubopítsvo) tiene como prefijo esa misma palabra…

No todo es responsabilidad del maestro, la educación viene desde casa cierto, qué mejor que estimulando la curiosidad en vez de únicamente “diseñar” en lo alto reformas educativas vanas.