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Conversando con Mauricio Beuchot Puente – Juvenal Cruz Vega

En México se ha venido mostrando un progreso cualitativo y una renovación del pensamiento filosófico en las últimas décadas. Desde 1930 han surgido pensadores esclarecidos y modos diversos de filosofar, de sobra conocidos, como: José Vasconcelos, Antonio Caso, Samuel Ramos, José Gaos, Joaquín Xirau, Leopoldo Zea, Miguel León Portilla, Luis Villoro, Agustín Basave, José Sánchez Villaseñor, Héctor González Uribe, Ramón…

Perspectivas de su pensamiento filosófico

Con ocasión de su cumpleaños publicamos esta entrevista al doctor Mauricio Beuchot. Día 4 de marzo de 2019. Felix dies natalis doctori Mauricio Beuchot.

Juvenal Cruz Vega

Director

Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz

Introducción

En México se ha venido mostrando un progreso cualitativo y una renovación del pensamiento filosófico en las últimas décadas. Desde 1930 han surgido pensadores esclarecidos y modos diversos de filosofar, de sobra conocidos, como: José Vasconcelos, Antonio Caso, Samuel Ramos, José Gaos, Joaquín Xirau, Leopoldo Zea, Miguel León Portilla, Luis Villoro, Agustín Basave, José Sánchez Villaseñor, Héctor González Uribe, Ramón Xirau, José Rubén Sanabria, Mauricio Beuchot, Ambrosio Velasco, Mario Magallón Anaya, Guillermo Hurtado Pérez, Justino Cortés, Guillermo Nicolás Kuri, Guillermo Hernández Flores, Erasmo Bautista Lucas, entre otros.

Sin duda, Mauricio Beuchot es el filósofo de su generación con mayor renombre nacional, y uno de los que más han figurado en el ámbito internacional. Es doctor en filosofía por la Universidad Iberoamericana de México, investigador de tiempo completo del Seminario de Hermenéutica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. También es miembro de la Academia Mexicana de Lengua, de la Academia Mexicana de la Historia, de la Academia Mexicana de los Derechos Humanos, de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino, y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, en el nivel III.

De su vasta obra es autor de más de cien libros diversos, entre los cuales se cuentan: Elementos de semiótica, El problema de los universales, La filosofía del lenguaje en la Edad Media, Aspectos de la semiótica y la filosofía del lenguaje, Tratado de hermenéutica analógica, Perfiles esenciales de hermenéutica, Filosofía del lenguaje en la Nueva España, Historia de la filosofía en el México Colonial, Las dos caras del símbolo, La hermenéutica en la Edad Media, Belleza y analogía. Una introducción a la estética, Figuras de la filosofía moderna, Hermenéutica analógica, símbolo y ontología, Microcosmos. El hombre como compendio del ser, Hermenéutica analógica, educación y filosofía, entre otros.

De izquierda a derecha, en la sede de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz: Dr. Stefano Santasilia, Dr. Mauricio Beuchot, Dr. Germán Viveros y el maestro Juvenal Cruz vega

Su pensamiento es polifacético e interdisciplinario, tal como lo ha mostrado en su obra; es decir, es un humanista completo, un pensador serio, pues ha perfilado otros géneros en la trayectoria interna de su pensamiento; desde las mismas disciplinas de la filosofía: metafísica, teoría del conocimiento antropología filosófica, lógica, ética, axiología y estética; pasando por las especificaciones de ella, como: filosofía del lenguaje, de la educación, del derecho, de la cultura; hasta extenderse hacia otros géneros de las humanidades, como: historia, historiografía, filología, derecho, política, pedagogía, exégesis, literatura, lingüística, poesía, psicoanálisis, semiótica, semántica, pragmática, biografía y teología.

En la crítica literaria lo han estudiado desde puntos de vista divergentes. De modo que  los estudiosos de su obra lo han llamado: novohispanista, medievalista, tomista, lingüista, poeta, semiólogo, filólogo, historiador de la filosofía en México, filósofo del lenguaje, filósofo analítico y, sobre todo, hermeneuta, debido a su máxima construcción y aportación: la hermenéutica analógica.

Su síntesis filosófica constituye un intento de mediación entre las vertientes rigoristas y las relativistas, entre las univocistas y las equivocistas, entre las objetivistas y las subjetivistas. Sobre toda esta temática y nomenclatura, hemos conversado por más de diez años con el filósofo mexicano Mauricio Hardie Beuchot Puente, hombre muy actual, que ha expresado su pensamiento con precisión, claridad, soltura y profundidad filosófica entre las nuevas generaciones de esta primera aurora del tercer milenio.

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Actualmente hemos visto varios escritos sobre Mauricio Beuchot. Casi en todos hay un apartado para tratar su semblanza biográfica; sin embargo, se ha comentado poco sobre sus orígenes, familia y formación inicial. ¿Qué nos puede decir al respecto?

Nací en Torreón, Coahuila, México, el 4 de marzo de 1950. Mis padres fueron Hardie Beuchot y Martha Puente, ya finados. Soy el mayor de siete hermanos (seis hermanos y una hermana), de los cuales ha muerto uno. Estudié la primaria en la Escuela Carlos Pereira, de los padres jesuitas, en mi ciudad natal. Después entré al seminario Alfonso María de Ligorio, de los padres redentoristas, en San Luis Potosí. Allí estudié el equivalente a la secundaria y la preparatoria. Era en humanidades clásicas, es decir, se nos insistía mucho en las lenguas, la literatura y la historia. Estudiábamos mucho español, latín, griego, inglés y francés. Hacíamos ya desde entonces traducción del latín, sobre todo a Cicerón, Fedro, César y Virgilio. Del griego traducíamos el evangelio de San Lucas y algunos diálogos de Platón.

¿En esa época se despertó en usted el interés por la filosofía, incluso la vocación a ella? ¿Hubo alguna mediación de un pensador significativo o fue por interés personal?

Sí hubo un pensador significativo para mí, el Dr. Ricardo Sánchez Puente, mi primo, que me dio clases en el Seminario “San Alfonso María de Ligorio”, de los padres redentoristas, en San Luis Potosí. Él nos dio algunas clases de filosofía, muy elementales, pues era el seminario menor; y después fue enviado a estudiar a la Universidad de Lovaina, en la que sacó su doctorado con una tesis sobre el problema del mal en Paul Ricoeur. O sea que fue alguien que me supo inspirar primero el interés por la filosofía, en general, y después el interés por la hermenéutica, principalmente con su trabajo sobre ese hermeneuta francés, trabajo que pude leer cuando estaba yo estudiando la filosofía en el seminario mayor.

Ricardo Sánchez me dio clases en el seminario menor. Yo tenía entonces 15 años, y fue a esa edad cuando sus clases me abrieron un gran interés por la filosofía, interés que creció cuando vi que lo enviaban a estudiarla en Europa. El Dr. Ricardo Sánchez Puente murió en 2002, y cuando dije su misa de cuerpo presente, recordé cómo me inicié en el estudio de la filosofía, y le tuve una gratitud muy grande.

Otro padre redentorista me impulsó mucho en mi interés por la filosofía. Fue el Padre Enrique García Santamaría, español que estudió filosofía en la Universidad Xaveriana de Bogotá. Allí presentó una tesis sobre la ética de Kant. Me dio a leer su tesis, me prestaba libros de ese autor o sobre él, y eso se añadió a la formación tomista que por aquel entonces recibía. Esa formación la recibía en el Seminario Conciliar de México, donde funcionaba el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos (ISEE). Allí tuve maestros que me apoyaron mucho y aun me marcaron, como los padres Héctor Rogel (que me enseñó teodicea y filosofía moderna), José de Jesús Herrera (ontología), José de Martín Rivera (filosofía de la historia y estética), José Luis Guerrero (filosofía del derecho), Jorge Martínez (después obispo, me enseñó filosofía medieval), Rafael Salazar (filosofía griega y filosofía mexicana), Claudio Arellano (cosmología) y otros.

Dr. Mauricio Beuchot Puente

He visto en su itinerario que realizó estudios de maestría y de doctorado en la Universidad Iberoamericana de México. ¿Cómo era el ambiente cultural y filosófico de esa universidad  y de qué manera influyó en usted?

Entre los profesores del ISEE, estaba el Padre José Rubén Sanabria, que me dio clases de ética. Él fue otro de los pensadores que me influyeron mucho. Fue sobre todo en la UIA. Allí no fue ya mi profesor, pero hablaba mucho con él, y lo ayudé a elaborar la revista de filosofía, de la que acabó haciéndome subdirector. Tomé clases con el Dr. Jorge Alberto Serrano, de filosofía de la ciencia. Y con el maestro Fernando Sodi la mayoría de ellas, que eran de metafísica y teoría del conocimiento. También allí tuve de profesor nuevamente a mi primo, el Dr. Ricardo Sánchez Puente, que me dio clases de hermenéutica, centradas en el pensamiento de Paul Ricoeur.

El ambiente cultural y filosófico de la UIA era muy bueno en los años en que yo estudié la maestría (1976-1978) y el doctorado (1978-1980). Allí conocí, aunque no me dieron clase, a Héctor González Uribe, Miguel Mansur, Jaime Ruiz de Santiago, Miguel Ángel Zarco, Antonio Ibargüengoitia y otros. Participé algunas veces en el Simposio de Filosofía que organizaban los estudiantes, alentados por el Padre Sanabria. También en otros foros que allí se dieron. Igualmente, traté a Medardo Plasencia, Salvador Abascal, José Antonio Outón, Teresa de la Garza y Estela Sodi. Se estudiaba entonces el tomismo, en dos líneas principales: una, la del tomismo tradicional, como el de francés, sobre todo el de Maritain, Gilson y De Finance; además, el tomismo trascendental, que traían algunos de los jesuitas, como Raúl Durana, o dominicos, como Francisco Quijano.

Hay un autor que ha mencionado, pero también usted ha dedicado algunos trabajos sobre la filosofía de este autor, en varias ocasiones lo ha recordado como su maestro de Ética en el ISEE, y principalmente, como uno de sus grandes amigos, me refiero al doctor José Rubén Sanabria. ¿Qué aspectos recuerda de su personalidad?

José Rubén Sanabria me dio clase en 1969 y nuestra amistad duró hasta su muerte, en 2002. Fue un hombre excelente. Me marcó mucho con su apertura a las ideas nuevas, que en ese entonces eran el existencialismo y el estructuralismo. Ciertamente él tenía un tomismo muy personal y propio, que no gustaba a muchos, pero a mí me enseñó con ello a no repetir servilmente, sino a buscar la renovación del tomismo, principalmente por el diálogo con las corrientes de pensamiento del momento.

Dr. Mauricio Beuchot Puente

En la primera mitad de los años setenta usted viajó a Suiza para estudiar filosofía. ¿Allí encontró elementos nuevos para fortalecer su reflexión?

Allí estuve de 1973 a 1974, y aprendí un tomismo en diálogo con la filosofía contemporánea. Por ejemplo, Marie-Dominique Philippe, Louis-Bertrand Geiger y Norbert Luyten dialogaban con la filosofía existencialista; I. M. Bochenski y Guido Küng dialogaban con la filosofía analítica. Sobre todo, me impregné del diálogo, desde el tomismo, con la filosofía analítica. Bochenski me hizo entender la importancia de Peirce y de la lógica matemática; Küng la de de Frege y de la filosofía del lenguaje. Un problema que estaba muy vivo era el de los universales, que estos dos últimos que mencioné lo habían tratado, el primero en una polémica nada menos que con Alonso Church y Nelson Goodman, y el segundo en su tesis, que había publicado en alemán y en inglés. Yo retomé ese gran problema de los universales, y aprendí a dialogar desde el tomismo con la filosofía analítica, es decir, a exponer y defender la solución tomista con instrumentos conceptuales analíticos modernos, tales como la semiótica y la lógica matemática.

Creo que también adquirí en Friburgo, con el grupo de Bochenski, el proyecto de edificar con instrumentos analíticos una filosofía del lenguaje tomista. No solamente me llevé el interés por hacer estudios de la lógica y de la filosofía del lenguaje en autores medievales y tomistas, sino también el de construir analíticamente la filosofía tomista del lenguaje. Ya mucho habían hecho varios autores de esto con la lógica medieval, pero yo quería hacerlo con la filosofía del lenguaje. Hacer ver cómo las teorías tomistas de los nombres propios, de los nombres comunes, de los sujetos y los predicados, de las proposiciones y los enunciados, etc.; se sostenían firmes a la luz de las herramientas analíticas más recientes. De hecho, en algunos de mis trabajos publicados abordé esa empresa. Bochenski me hizo ver, asimismo, la importancia del concepto de la analogía; él tenía ya una lógica de la analogía.

En muchos escritos y congresos de filosofía se ha dicho que Mauricio Beuchot tiene una larga trayectoria como docente y como investigador, desde su estancia en la Universidad Iberoamericana hasta su llegada a la Universidad Nacional Autónoma de México, concretamente en los institutos de investigaciones filosóficas y filológicas. ¿En ese periodo usted se dedicó a reflexionar sobre filosofía del lenguaje, dialogó con los filósofos analíticos o hubo otros aspectos con los que trabajó en ambos institutos?

En la UIA, en la que estuve desde 1976 hasta 1987, me dediqué sobre todo a la docencia, y un poco a la investigación, en la línea del tomismo. Pero fue de manera especial en el Instituto de Investigaciones Filosóficas, al que entré en 1979 y del que salí en 1991, donde encontré un diálogo muy fuerte desde el tomismo con la filosofía analítica, que era la corriente predominante. Tenía allí filósofos analíticos muy fuertes, como Hugo Margáin, Luis Villoro, Alejandro Rossi, Fernando Salmerón, Javier Esquivel, José Antonio Robles, Enrique Villanueva, Raúl Quesada, Carlos Ulises Moulines, Raúl Orayen, Mark Platts, Walter Redmond, Alejandro Herrera, Álvaro Rodríguez Tirado, Olberth Hansberg, Margarita Valdés, Paulette Dieterlen, Adolfo García de la Sienra, León Olivé, Alejandro Tomasini, Carlos Pereda y otros. Además, se invitaba a filósofos analíticos connotados. Allí tuvimos a J. Searle, H. Putnam, D. Wiggins, S. Kripke, D. Davidson, D. Armstrong, L. Laudan, etc.

Pude tener un diálogo muy intenso desde el tomismo con la filosofía analítica. En primer lugar, porque el estar allí me obligó a meterme muy a fondo en la filosofía analítica, que me gustaba mucho, y ya traía la iniciación en ella de Friburgo, Suiza, de profesores como Bochenski y Küng. Traté problemas como el de los universales, el de sujeto-predicado, el de la implicación material, el de los nombres propios, el de los nombres de clase, el de los enunciados como portadores de verdad, el de algunos aspectos de la inferencia y la argumentación. Fue un trabajo que me gustaba mucho.

Después pasé, en 1991, al Instituto de Investigaciones Filológicas, invitado a coordinar el Centro de Estudios Clásicos. Allí promoví la investigación de la filosofía novohispana (hecha casi toda en latín) y cultivé la hermenéutica, para la traducción. De hecho, ahí fue cuando, en 1993, lancé la propuesta de una hermenéutica analógica. Ya había trabajado la noción de analogía en la lógica, y me pareció que podía ser muy fructífera en la hermenéutica, como lo ha sido.

Józef Maria Bocheński

En su conferencia magistral, el día 10 de noviembre del año 2000, durante el XIII encuentro de investigadores del pensamiento novohispano en la ciudad de Aguascalientes, usted dedicó un homenaje al doctor Bernabé Navarro, y ahí acertadamente expresó que él y usted habían conformado el equipo que se dedicaría al estudio de la filosofía novohispana en el año de 1979. ¿Cómo nació ese interés por estudiar la filosofía novohispana, en qué consistió la actividad que usted realizó en el Instituto de Investigaciones Filosóficas y, sobre todo, cómo integró sus estudios del tomismo y su filosofía del lenguaje con las  investigaciones de la filosofía colonial?

El interés por la filosofía novohispana me vino por el Dr. Walter Redmond, a quien conocí en 1974. Lo seguí tratando en la década de los 70, pues enseñaba en Puebla. Pero promoví que entrara al Instituto de Investigaciones Filosóficas, y de 1984 a 1987 trabajé con él en la lógica y la filosofía novohispanas. Reconstruíamos piezas de las doctrinas de los filósofos novohispanos con instrumentos analíticos, y eso nos hacía encontrar muchas riquezas en ese pensamiento. También vimos la necesidad de que se hicieran traducciones, ediciones, estudios, etc. Por eso entramos en contacto con los del Instituto de Investigaciones Filológicas, en cuyo Centro de Estudios Clásicos había un área de estudios novohispanos. Bernabé Navarro nos apoyaba con traducciones y estudios, lo mismo que Antonio Gómez Robledo, Alejandro Herrera y, además, Laura Benítez trabajaba a Sigüenza y a Sor Juana.

En el Instituto de Investigaciones Filológicas entré en contacto con Ignacio Osorio, Germán Viveros, Roberto Heredia, Arturo Ramírez Trejo, José Quiñones Melgoza, Julio Pimentel Álvarez, Concepción Abellán y otros, con los que se hizo un grupo de trabajo para estudiar la cultura novohispana, y, dentro de ella, la filosofía. Primero en convenio con el Instituto de Investigaciones Filosóficas, pero después de manera separada.

Alguien que alentó mucho nuestro trabajo fue Leopoldo Zea. Me decía que eso era trabajar por México, para dar a conocer la filosofía mexicana que se había hecho en la época colonial, que es una parte muy amplia de nuestra historia.

Hasta este año de 2014, se han organizado veintiocho encuentros a nivel nacional de pensamiento novohispano, donde año con año se han congregado las personalidades más destacadas para dialogar respecto a ese tema. Por lo que he podido observar en los últimos catorce años, usted sigue teniendo una presencia primordial en esos encuentros. ¿Desde el punto de vista de la investigación personal, cómo evalúa esa larga experiencia?

Roberto Heredia y yo ideamos estos encuentros. El primero fue en el Colegio de Michoacán, en Zamora, el año de 1987. Han continuado hasta la fecha, hasta este año de 2014.

A mí me ha ayudado mucho participar en la organización y en las ponencias de este evento que ya lleva 27 años. He aprendido muchas cosas, pues, como usted dice, han tomado parte en él muchos de los mejores investigadores que tenemos de lo novohispano. Se han presentado ponencias acerca de los acervos bibliográficos, que es donde nos damos cuenta de qué textos tenemos para investigar. Otras han versado sobre filosofía, otras sobre arte, ciencia, educación y otros variados aspectos de la cultura colonial.

Muchas de las ponencias presentaban resultados de la investigación de primera mano, de modo que nos enterábamos de hallazgos y descubrimientos en el ámbito bibliográfico; también se nos presentaban exposiciones de autores que no habían sido trabajados. Incluso las de autores más conocidos estaban basadas en los textos mismos, de manera que se había hecho un trabajo directo sobre los documentos.

Todo eso resultaba benéfico, y nos ayudaba a tener un marco histórico-cultural muy completo de la época. Así se evitaban las simplificaciones, y se veía lo compleja que era la sociedad colonial, que no podía ser descrita ni explicada o valorada con criterios anacrónicos.

Al principio de esta entrevista se aludía a que Mauricio Beuchot es invitado con frecuencia a congresos, simposios y mesas de trabajo en varias instituciones y universidades del país y del extranjero. ¿Qué experiencias nos puede mencionar de esos encuentros?

Han sido muy estimulantes, retadores y aleccionadores. Sobre todo me ha dado gusto el que recientemente se me va invitando cada vez más a exponer o defender mi propuesta de una hermenéutica analógica, lo cual me indica que está saliendo útil. A veces se me exige demasiado, porque todavía es un trabajo en proceso. Pero, sobre todo, me ayudan las reuniones que se tienen con los que estudian o aplican dicha hermenéutica, ya que con eso aprendo mucho: lo que se va descubriendo, ya por obra de otros, y lo que se va consiguiendo en las aplicaciones a distintos campos. Sobre todo, conviene ver los problemas que surgen, pues eso es lo que más puede ayudar a avanzar. No cerrarse a la crítica, que es lo que hace crecer.

En nuestro país ha figurado la Asociación Filosófica Mexicana, en la cual se reúnen los pensadores mexicanos de mayor renombre para exponer sus principales investigaciones; a veces invitan a algún extranjero importante sobre el pensamiento filosófico para extender más la reflexión. ¿Cuál ha sido su trayectoria y su labor en la Asociación Filosófica?

Pertenecí a la AFM desde 1979, y participé en el congreso de ese año, que fue, precisamente, en Puebla. Después he participado en casi todos los congresos, quitando uno o dos. En 1998 fui elegido presidente, y me tocó organizar el congreso nacional del año 2000. Ahora, como expresidente, se me ha pedido muchas veces que participe con conferencias magistrales, y lo he hecho con gusto.

La obra escrita sobre Mauricio Beuchot es muchísima e interesante, porque hay ensayos, tesis, libros, artículos, reseñas, sinopsis, conferencias, disertaciones, entrevistas, crestomatías, antologías y seguramente notas de suma importancia en su correspondencia personal, ¿qué aspectos puede comentar sobre esta larga senda filosófica?

Ha sido de mucho trabajo, pero mi propósito ha sido servir. Por eso no me ha agotado, y siento cada vez nuevas fuerzas. He tratado de servir, con la filosofía y desde ella, a México, a América Latina y, en general, a todos los seres humanos.

Mauricio Beuchot

Una pregunta que tiene que ver con otro género literario que también usted ha trabajado, es la siguiente: ¿Ramón Xirau, en  la respuesta que hace al discurso que usted leyó en su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, menciona la obra poética de usted y dice que esta parte de su obra no es conocida, qué hay al respecto?

Sí, efectivamente; he publicado algunos cuadernos de poemas, como Circulo olvidado (Guanajuato: Silencio Editorial, 1990), La tierra de la revelación (ibid; 1992), El camino de Enoc (ibid, 1994), Atanor (Torreón, Coahuila: Colección Tierra que fue mar, Programa Cultural Enlace Lagunero, 1999), y ahora se ha editado un volumen de mi poesía reunida, en el ICOCULT de Saltillo, Coahuila, con el título de Poemas de desierto (2003). Así como un pequeño cuaderno, Horizonte (2010), editado por mi amigo Benjamín Valdivia, gran poeta y que me ha impulsado a no dejar la poesía.

Muchos sabemos que Mauricio Beuchot es uno de los pensadores más relevantes en América Latina. El filósofo mexicano Guillermo Hurtado Pérez recientemente escribió lo siguiente: “Mauricio Beuchot es, sin lugar a dudas, el filósofo mexicano de su generación con mayor renombre nacional e internacional”. Aparte de todo esto, veo que en su obra escrita hay elementos multifacéticos. ¿Por qué, pues, usted le da un giro filosófico a su reflexión?

Yo he sido fundamentalmente filósofo. También he tratado de hacer algo de teología, pero siempre desemboco en la filosofía. La teología y la misma mística tienen vínculos muy fuertes con la filosofía, o al menos yo he procurado tomarlos en cuenta. Igualmente, a mí me ha gustado mucho la literatura, sobre todo la poesía. La he tenido muy en cuenta en mi reflexión filosófica. Mística y poesía creo que son alimentos de la filosofía, pues sin ellas se queda muy seca y fría, muy desolada, angustiada y deprimida.

En el panorama filosófico que ha trazado, ¿hay una contribución para la filosofía en general y puede advertirse el diálogo con otras vertientes filosóficas?

Me parece que ese “giro ontológico” es una contribución que se da al nivel de la filosofía general, y en él se está dando el diálogo entre distintas vertientes filosóficas. Se da, por ejemplo, el diálogo entre la filosofía analítica y filosofías más tradicionales, de cuño aristotélico o tomista. También se da entre la hermenéutica de autores muy anti-metafísicos y la hermenéutica de autores, como Ricoeur, que pugnan porque la hermenéutica no rechace a la ontología.

Tomando en cuenta su obra publicada, ¿cuál ha sido el aporte con el que ha contribuido al desarrollo del pensamiento filosófico?

Yo diría que he alcanzado a hacer una aportación a la hermenéutica. Tal vez todo se reduzca a llamar la atención hacia el hecho de que la hermenéutica no puede subsistir si renuncia a toda ontología. Y que el medio por el que puede recuperar la ontología es la analogía. De ese modo, una hermenéutica analógica es tan hermenéutica como ontológica, y tiene, además, una ontología que no es prepotente ni violenta ni monolítica, es decir, ya sin las pretensiones que la ontología tuvo en la modernidad. En efecto, la ontología de la modernidad fue univocista y dura, mientras que la ontología de la posmodernidad ha sido demasiado blanda y volátil, al punto que se desliza hasta la equivocidad; en cambio, una ontología nueva ha de ser analógica, sin las durezas de la ontología unívoca de la modernidad y sin las debilidades “light” de la ontología equívoca de muchos en la posmodernidad.

¿Hay en su reflexión alguna vinculación con la hermenéutica en general, una separación o bien se puede elaborar un diálogo?

Creo que hay vinculaciones y separaciones, pero con base en ellas se puede construir un diálogo fructífero. Por ejemplo, me vinculo tanto con la hermenéutica de Gadamer como con la de Ricoeur, pero difiero de ambas en varios puntos. De Gadamer acepto la idea de tradición, pero no la de que la hermenéutica no admite método alguno. Allí me acerco más a Ricoeur, quien trata de elaborar algunas pistas metodológicas para el trabajo hermenéutico. Sin embargo, y aun cuando me siento muy cercano a Ricoeur, trato de no centrar tanto la hermenéutica en la metáfora, sino dejar lugar también para la metonimia, que se necesita en orden a rescatar algo de objetividad en la hermenéutica, aunque no con las pretensiones de objetividad que tuvieron algunas corrientes cientificistas, como los positivismos.

Hay algunas disciplinas que usted ha trabajado fuertemente, tal como se ha venido observando en la exposición de su obra: metafísica, filosofía del hombre, lógica, ética, semiótica y hermenéutica. Dos preguntas de esto me vienen a la mente: ¿Puede expresar algo de cada una de ellas y cómo ha integrado estas piezas en la hermenéutica analógica?

La metafísica es el fundamento de toda la filosofía. Y la lógica es su acompañante. La metafísica permite que tengamos una buena filosofía del hombre o antropología filosófica. Ésta hace que tengamos una ética bien adaptada a lo que el ser humano es. La semiótica y la hermenéutica tienen que ver con el lenguaje. La semiótica se ha privilegiado en la filosofía analítica, y la hermenéutica en la filosofía continental; pero me parece que se pueden complementar bien.

Al revisar las respuestas de esta entrevista y al ver las disciplinas a las que ha hecho alusión, sobre todo por la manera como las ha venido vinculando con la hermenéutica analógica, veo también otras disciplinas, por ejemplo: historia, derecho, teología, semántica y poesía. Del mismo modo que lo anterior, le pregunto ¿Puede expresar algo de cada una de ellas y puede darnos algunos elementos para ver cómo ha venido integrando estas piezas en la hermenéutica analógica?

La hermenéutica analógica ha sido aplicada con provecho a varios campos. Entre ellos la filosofía, la literatura, la historia, la psicología e incluso la teología. Ha demostrado que tiene elementos para dar a esas disciplinas apertura sin perder el rigor. En la filosofía, ayuda a evitar el relativismo extremo. En literatura ayuda a incorporar el sentido metafórico. En la historia, ayuda a tratar de ver por dónde va la marcha del hombre hacia el futuro. En la psicología se ha aplicado sobre todo al psicoanálisis y en la teología se aplica a la exégesis bíblica, para atender al sentido espiritual o alegórico-anagógico además del sentido literal.

En la trayectoria de su pensamiento ha llamado la atención la estilística y los géneros literarios que ha producido con mucha seriedad en sus trabajos. Además de los géneros a los que ya ha hecho alusión otras veces, hay otros dos muy interesantes, como la biografía y la historiografía. Le pregunto ¿qué enseñanza ha tomado de esas disciplinas y cómo las ha venido integrando en sus investigaciones?

Sobre todo, la historiografía (de la que forma parte la biografía) me enseñó a buscar la exactitud. Tenemos en México historiadores muy serios, que me dieron ejemplo de rigor. Se la pasan investigando, y así encuentran datos nuevos, al tiempo que evitan repetir los errores que se vienen arrastrando por falta de investigación.

Mauricio Beuchot

Hay tres temas que usted ha estudiado con mucha seriedad desde sus primeros escritos hasta los recientes; incluso en varias conferencias lo he visto darles un sesgo interdisciplinario, me refiero a la sintaxis, la gramática y la lógica. ¿Por qué los considera importantes para el  pensamiento filosófico?

Son aspectos de la semiótica. La sintaxis coincide con la gramática, que era uno de sus nombres. Luego viene la semántica y, por fin, la pragmática. Esta última es la dimensión más rica del análisis. Y es donde la semiótica coincide con la hermenéutica, a través de la pragmática, porque la pragmática estudia el significado del hablante y la hermenéutica estudia la intencionalidad del autor, que vienen a ser prácticamente lo mismo. Por eso les doy tanta importancia.

Recuerdo que en la hermenéutica bíblica, al hacer lectura de un texto, los profesores nos hablaban de hermenéutica, de heurística, de holística y de exégesis; pero también he visto estos elementos en sus trabajos publicados ¿qué puede decirnos al respecto?

La hermenéutica analógica tiene parte de esos aspectos y los puede brindar para la exégesis bíblica. Tiene una heurística, porque ayuda a descubrir el significado; pero también es holística, porque igualmente exige la argumentación, si no es que la demostración, de las interpretaciones, y tiene una exégesis, pues ésta no es otra cosa sino la comprensión de los sentidos de un texto, y eso es lo que busca la hermenéutica analógica en el texto de la Sagrada Escritura.

En un libro suyo publicado recientemente en las Ediciones Paulinas, titulado Belleza y analogía: una introducción a la estética, hay notas interesantes y sugerentes desde el punto de vista histórico, ontológico, epistemológico, ético, político y axiológico, pero de su parte ¿puede proporcionar algunas pistas generales de esta obra?

En mi libro sobre la estética hablo de dos cosas. Por una parte, de la estética como ontología de la belleza. Por otra parte, de la filosofía del arte como la que estudia las condiciones sociales, económicas y políticas, es decir, culturales, de la producción que hace el artista. Inclusive atiendo a las implicaciones morales o éticas que tiene el arte. Y, principalmente, aplico la hermenéutica analógica a la interpretación de los productos artísticos, ya que ellos se caracterizan por tener una simbolicidad. Por decir algo a los que los contemplan y disfrutan.

Hay varios autores que han expresado acertadamente que el doctor Oswaldo Robles Ochoa fue uno de los más grandes renovadores del tomismo en la UNAM. Actualmente vemos que usted es otro modelo y que también ha renovado el tomismo en la misma universidad, podría decirse que con otro modelo y muy diferente al de don Oswaldo Robles. ¿Hay algún diálogo con las demás vertientes del tomismo, incluso con quienes cultivan el tomismo en otros lugares?

Creo que sí. De hecho he tenido diálogo con tomistas de diferentes orientaciones en España, Francia, Italia, Estados Unidos, Argentina, Colombia y en el mismo México. En España, con el grupo de Barcelona, presidido por Eudaldo Forment; en Francia, con el grupo de París y Toulouse, representado por Serge Thomas Bonino; en Italia, con los tomistas de la Universidad de Santo Tomás de Roma y con los de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino, singularmente con el Padre Battista Mondin; en Estados Unidos, con los de la University of Saint Thomas, de Houston, Texas; en Argentina, con los de la Sociedad Tomista, como Mario E. Sacchi, Gustavo E. Ponferrada y Maricel Gandolfi. En México, con los del ISEE, como Héctor Rogel, y en la Universidad Pontificia con José de Jesús Herrera y Erasmo Bautista Lucas.

Hace poco, en una conversación con el doctor Guillermo Hernández Flores, tratamos el tema de los gigantes de la filosofía en México, desde 1920 hasta nuestros días. Él insistía en pensadores como Antonio Caso, José Vasconcelos, Samuel Ramos, Leopoldo Zea, Luis Villoro, Ramón Xirau, Adolfo Sánchez Vázquez y, por supuesto, Mauricio Beuchot. ¿Hay algunos pensadores mexicanos después de los que mencioné, sobre todo, que usted dialogue con ellos?

Sí. He tenido bastante diálogo con Enrique Dussel, Bolívar Echeverría, María Rosa Palazón, Mariflor Aguilar, Ambrosio Velasco, Guillermo Hurtado, Mario Magallón, Napoleón Conde y algunos otros.

Es sabido que Mauricio Beuchot conoce bien los modos de filosofar en el México actual, al menos así es visto en su obra publicada, ¿pero cómo juzga el panorama de la filosofía actual en México y su relación con América Latina y Europa?

Ya se ha llamado mucho la atención, por autores como José Gaos, Leopoldo Zea, Luis Villoro y Abelardo Villegas, acerca de la obligación que tenemos de filosofar de manera latinoamericana, pero sin perder la conciencia de nuestra pertenencia a un todo mayor, que es la filosofía universal. El panorama de la filosofía actual en nuestra patria es muy prometedor. Todavía se da la pugna con muchos relativismos y escepticismos, pero ellos no son sino muestra de lo que sucede a nivel mundial. Sin embargo, cada vez más parece darse una superación de la gran crisis, no sólo filosófica, sino hasta cultural, que es la tardomodernidad o posmodernidad. Inclusive, así como se habló de un “giro lingüístico” en la filosofía analítica, en la filosofía estructuralista y en la filosofía hermenéutica, se habla ahora de un “giro ontológico”, pues los problemas acuciantes, sobre todo de la ética, han revelado su conexión con la ontología o metafísica.

A propósito de José Gaos, Leopoldo Zea, Luis Villoro, Abelardo Villegas y más personalidades de la filosofía mexicana, ¿cuáles han sido las líneas fundamentales de la filosofía en México en los últimos cincuenta años?

Primeramente, la filosofía mexicana de los últimos cincuenta años se centró en la esencia de lo mexicano y en la posibilidad y legitimidad de una filosofía nuestra. Esto sucedió con Gaos y Zea. El primero apoyó mucho el estudio del pensamiento de México, y el segundo, discípulo suyo, hizo la historia de éste. Ahora se ha desplegado hacia realizaciones concretas. Por ejemplo, Abelardo Villegas sentó las bases para la filosofía política mexicana, y Luis Villoro reflexionó sobre ella, integrando a los pueblos indígenas en la identidad mexicana.

En su obra publicada puede apreciarse el estudio de autores mexicanos, por ejemplo de Antonio Gómez Robledo, Bernabé Navarro, José Rubén Sanabria, Ramón Xirau, Fernando Salmerón, etc. ¿Qué experiencias le ha dejado el estudio de autores mexicanos?

Yo encuentro una gran riqueza en los autores mexicanos. Es necesario estudiarlos, y yo me he dedicado al estudio de algunos, de todos ellos he recibido múltiples enseñanzas. A veces se nota que se relegan los pensadores mexicanos y se va demasiado a los extranjeros, pero poco a poco se va cobrando conciencia de que tenemos que estudiar a nuestros pensadores para ubicarnos a nosotros mismos dentro de esta tradición que es la nuestra; y, además, porque varios de ellos tienen mucho qué aportarnos.

¿En su síntesis filosófica Mauricio Beuchot acepta que hay elementos de otros autores y que pueden utilizarse positivamente en su reflexión?

Yo lo acepto de muy buena gana. Hay, por supuesto, elementos de Platón, Aristóteles y de varios medievales. De entre los más cercanos, estarían Peirce y Wittgenstein, de los que he tomado muchas cosas. Por ejemplo, del primero, la analogicidad como iconicidad; y, del segundo, la analogicidad como paradigma con respecto de los cuales se tiene una relación de parecidos de familia, y también la idea de que nos acercamos a ellos más por el mostrar que por el decir. De hecho, la analogía misma es un intento de decir el mostrar y mostrar el decir; o, por lo menos, de no separarlos tanto, de hacer que se unan en algún punto.

Además de Peirce, Wittgenstein, Gadamer y Ricoeur ¿hay otros autores que le han ayudado a enriquecer su hermenéutica analógica y qué aspectos ha tomado de ellos?

Por ejemplo, Eugenio Trías, de quien he aprendido mucho sobre la idea de límite (de hecho él llama a su pensamiento una filosofía del límite), de Andrés Ortiz-Osés, la importancia del símbolo en el ámbito de la hermenéutica, y de Adela Cortina y Jesús Conill la importancia de una hermenéutica crítica de las instituciones y de la cultura. Y de Carlos Díaz la importancia de los sentimientos en el pensar.

De esta conversación usted ha mencionado tres pensadores españoles de buena reputación filosófica; en varias ocasiones ha dialogado con ellos, en congresos y en cursos. Me refiero a Adela Cortina, Jesús Conill y Carlos Díaz. ¿Qué elementos de su personalidad filosófica o de su pensamiento puede compartirnos para esta entrevista?

De Adela Cortina me ha gustado mucho su seriedad en la investigación, la cual se refleja en sus trabajos sobre ética, que son muchos y se han vuelto clásicos indispensables para esa disciplina. A Jesús Conill lo siento más cercano, porque es más hermeneuta, y, además, me agrada que toma muy en cuenta a los filósofos españoles. Por su parte, Carlos Díaz va hasta el fondo de los problemas, nunca se queda a medias, lo cual lo hace un filósofo profundo.

Ludwig Wittgenstein

En Puebla ha figurado un pensador muy importante, y ha trabajado mucho sobre filosofía, teología y hermenéutica, recientemente le hicimos un homenaje bien merecido, el 21 d julio de 2014, me refiero al doctor Justino Cortés Castellanos, allí él mismo comentó que algunos puntos de su trabajo concuerdan con usted debido a la labor de la analogía dentro del pensamiento filosófico. Pero usted ¿qué apreciación podría dar al respecto?

El padre Justino Cortés Castellanos utiliza la analogía en sus investigaciones sobre la evangelización en México. Al tratarse de una cultura tan diferente, como era la indígena, había que echar mano de la analogía, para comprender al menos un poco esa diferencia. Por eso el padre Justino emplea una hermenéutica analógica propiamente tal en sus trabajos.

En casi veinte años que lo he tratado de cerca, lo he visto disertar con grandes pensadores de la filosofía, por ejemplo: Karl Otto Apel, Emerich Coreth, Giani Vattimo, José María Mardones, Carlos Díaz, Walter Redmond, Eugenio Trias, Jean Grondin, Daniel Herrera Restrepo, Luis Villoro, Enrique Dussel, Ramón Xirau, Mario Magallón, Ambrosio Velasco, Guillermo Hurtado, Guillermo Hernández y Justino Cortés. Le pregunto ¿recuerda con qué otros pensadores ha dialogado fuera de nuestro país y, sobre todo, qué enseñanza le ha dejado en ese hermoso itinerario?

Además de los que usted ha mencionado, he dialogado con Peter Frederick Strawson, Donald Davidson, Paul Ricoeur y Larry Laudan. Tres de ellos eran filósofos analíticos. De ellos aprendí el rigor en cuanto a la noción de verdad (Strawson), el significado (Davidson) y la ciencia (Laudan). De Ricoeur, gran hermeneuta, aprendí la importancia de la metáfora y del símbolo.

En la crítica filosófica se advierte que Mauricio Beuchot es un filósofo interesante y actual, heterodoxo y sugerente. En los comentarios sobre él se le dice filósofo y se le añaden varios atributos, a saber: tomista, analítico, semiólogo, historiador de la filosofía novohispana y recientemente se le ha llamado, hermeneuta. ¿Por lo anterior ve alguna conexión de estas reflexiones con lo que usted ha llamado hermenéutica analógica?

Yo pienso que estas vertientes de mi trabajo han confluido en la hermenéutica analógica, que se me ha dado como un regalo, que he inventado simplemente encontrando lo que ya está dado. En efecto, la noción de analogía proviene del legado conceptual aristotélico-tomista, pero es algo muy complicado y rico; tanto, que ha sido la filosofía analítica, con sus instrumentos semióticos, la que nos ha llamado la atención hacia ella y la valora mucho como un elemento importante para la lógica, la semántica y, sobre todo, la pragmática, la cual se encuentra en la misma línea de la hermenéutica. También se la ha encontrado en la historia de la filosofía novohispana, pues muchos de los pensadores de esa época eran tomistas, como Bartolomé de las Casas, Alonso de la Veracruz, Tomás de Mercado, y otros, como Bernardino de Sahagún y Vasco de Quiroga, usaron mucho la analogía para poder entender a las culturas indígenas, tan distintas. Eso les permitió escribir obras que ahora son consideradas como piezas de la historia de la antropología. La analogía ayuda a acercarse a las culturas diferentes sin perder la conciencia de la pertenencia a un contexto universal; la analogía ayuda a entender lo diferente sin renunciar a lo semejante. Por eso la analogía resulta muy útil cuando es usada en la hermenéutica, en la forma de hermenéutica analógica.

Varios autores como Enrique Aguayo, Jesús Hiraís Acosta, Lourdes Cabrera, Arturo Mota, Guillermo Hernández, Napoleón Conde, y otros, cuando se refieren a la obra de Mauricio Beuchot, insisten en el método, cosa no muy fácil de esclarecer, sobre todo, cuando se trata de un autor polifacético. ¿Qué nos dice Mauricio Beuchot al respecto? ¿Utiliza un método o distintos métodos?

Utilizo varios métodos, pues estoy convencido de que el objeto es el que comanda el método y no, como se hizo en los positivismos, el método el que se impone al objeto. Por ello, de acuerdo con el tema o el problema de que se trate, utilizo el método que le es conveniente. Y, como la mayoría de las veces se trata de problemas textuales, combino el análisis semiótico sobre el texto con la interpretación o hermenéutica, que se añade después, como una síntesis.

Muchos de los pensadores actuales saben que Mauricio Beuchot es un filósofo que ya ha logrado realizar su síntesis filosófica y ha contribuido en gran parte al desarrollo del pensamiento. Así lo han expresado Luis Villoro, Guillermo Hurtado, Ramón Xirau, Mario Magallón, Gabriel Zaid, Guillermo Hernández, José María Mardones, Carlos Díaz, Daniel Herrera Restrepo, Gianni Vatimo, Adela Cortina, Jean Grondin, por citar algunos. También otros pensadores indiferentes a Mauricio Beuchot lo saben al menos en su silencio, ¿pero qué piensa Mauricio Beuchot al respecto?

Me parece que lo principal es avanzar en el trabajo. Las aportaciones o contribuciones vendrán “por añadidura”, como dice el Evangelio. También vienen “persecuciones” filosóficas, a las que no vale la pena prestar atención. Hay que saber relativizar lo que se hable bien o lo que se hable mal de un pensamiento. Inclusive conviene atender más a los que critican que a los que alaban. Eso dará mejores enseñanzas para seguir adelante. Por ahora estoy, con Jean Grondin y Maurizio Ferraris, tratando de rescatar el realismo para la hermenéutica, y la ontología y la metafísica.

Luis Villoro

El filósofo italiano Maurizio Ferraris es un autor que ha venido dando un giro positivo a la hermenéutica contemporánea, debido a sus trabajos sobre el realismo ontológico. Desde hace algunos años usted ha venido dialogando con él. ¿Qué notas puede darnos para conocer las ideas eje de su pensamiento, y sobre todo, qué aspectos se pueden conciliar con la hermenéutica analógica?

Maurizio Ferraris ha recuperado el realismo. Yo me siento cercano a su empresa. De hecho me ha pedido una alianza entre la hermenéutica analógica y el realismo positivo, como él lo llama. Me parece que rescata bien la ontología y la epistemología, distinguiéndolas entre sí. Además, coincido con él en que hay un encuentro entre hombre y mundo en el conocimiento, pues el sujeto no podría ver objetos que no está capacitado para ver, como ciertos colores, etc.

Hay un pensador en Puebla, bien conocido por usted, que se ha dedicado a la filosofía mexicana desde su doctorado en la Universidad Gregoriana de Roma hasta su docencia y su investigación en la Universidad Pontificia de México y en el Seminario Palafoxiano de Puebla; me refiero al doctor Guillermo Hernández Flores. Justamente, en los últimos quince años ha venido investigando varios temas del pensamiento beuchotiano ¿qué aspectos puede comentar de su personalidad filosófica?

El padre Guillermo Hernández es un gran investigador. Conozco su obra acerca de la filosofía mexicana, señaladamente sobre Leopoldo Zea, y estuve en contacto muy estrecho con él por el libro que dedicó a mi pensamiento. Es uno de nuestros mejores estudiosos del filosofar de nuestra patria. A mí me ha honrado con un excelente estudio acerca de mi obra.

Precisamente el doctor Guillermo Hernández Flores escribió un libro donde expone el pensamiento filosófico sobre usted, publicado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y titulado Propedéutica a la filosofía de Mauricio Beuchot. En este libro hay buenas apreciaciones sobre su pensamiento, sin embargo, el mismo autor, me ha comentado que el texto abarca hasta lo que usted publicó en el año 2003. Mi pregunta es sobre la bibliografía de los últimos once años, ¿qué libros ha escrito del 2003 al 2014?

Desde el 2003 al 2014 he publicado los siguientes libros:

1.- Hermenéutica analógica y del umbral, Salamanca (España): Ed. San Esteban, 2003.

2.- El ser y la poesía. El entrecruce del discurso metafísico y el discurso poético, México: UIA, 2003.

3.- Hermenéutica analógica. Aplicaciones en América Latina, Bogotá: Ed. El Búho, 2003.

4.- Hermenéutica, analogía y símbolo, México: Herder, 2004.

5.- El tomismo en el México del siglo XX, México: UNAM-UIA, 2004, 132.

6.- La semiótica. Teorías del signo y el lenguaje en la historia, México: FCE, Breviarios 513, 2004; 1a. reimpr. 2004; 2a. reimpr. 2008; 3a. reimpr. 2009; 4a. reimpr. 2011; 5a. reimpr. 2012; 1ª. ed. electrónica 2013.

7.- Historia de la filosofía en la postmodernidad, México: Ed. Torres Asociados, 2004; 2ª.ed. 2009.

8.- Antropología filosófica. Hacia un personalismo analógico-icónico, Madrid: Fundación Emmanuel Mounier, 2004.

9.- Introducción a la lógica, México: UNAM, 2004; 1a. reimpr., 2008.

10.- Ética, México: Ed. Torres Asociados, 2004.

11.- En el camino de la hermenéutica analógica, Salamanca (España): Ed. San Esteban, 2005.

12.- Historia de la filosofía del lenguaje, México: FCE, 2005; 1a. reimpr. 2011. 1ª. ed. electrónica 2013. 2a. reimpr. 2013.

13.- Interculturalidad y derechos humanos, México: UNAM – Siglo XXI, 2005. (1a. reimpr., 2009).

14.- Puentes hermenéuticos hacia las humanidades y la cultura, México: UIA-Eón, 2006.

15.- Filosofía política, México: Ed. Torres Asociados, 2006.

16.- Filosofía del derecho y hermenéutica analógica, Bogotá: Universidad Santo Tomás, 2006.

17.- Ciencia y filosofía en México en el siglo XX, México: CIICH-UNAM, 2006.

18.- Lógica y metafísica en la Nueva España, México: Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, 2006.

19.- Lineamientos de hermenéutica analógica, Monterrey: Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 2006.

20.- Compendio de hermenéutica analógica, México: Ed. Torres Asociados, 2007.

21.- Hermenéutica analógica, símbolo, mito y filosofía, México: UNAM, 2007.

22.- Phrónesis, analogía y hermenéutica, México: UNAM, 2007.

23.- Hermenéutica analógica y filosofía del derecho, San Luis Potosí, S.L.P.: UASLP, 2007. 2a. ed., San Luis Potosí, S.L.P.: UASLP – Aguascalients, Ags.: Centro de Estudios Jurídicos y Sociales Mispat, A.C. – San Cristóbal de las Casas, Chis.: Educación para las Ciencias en Chiapas, A.C., 2010.

24.- Conocimiento, realidad y acción en Santo Tomás de Aquino, Salamanca (España): Ed. San Esteban, 2008.

25.- Filosofía mexicana del siglo XX, México: Ed. Torres Asociados, 2008.

26.- Hermenéutica analógica y derecho, Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni Eds., 2008.

27.- y F. Arenas-Dolz, Hermenéutica de la encrucijada. Analogía, retórica y filosofía, Barcelona: Ánthropos, 2008.

28.- Hermenéutica analógico-icónica y teología, Bogotá: Facultad de Teología, Pontificia Universidad Javeriana, Col. Teología hoy, n. 67, 2008.

29.- Hermenéutica analógica y educación multicultural, México: CONACYT, UPN, Plaza y Valdés, 2009.

30.- Microcosmos. El hombre como compendio del ser, Saltillo, Coah.: Universidad Autónoma de Coahuila. Siglo XXI. Escritores Coahuilenses. Segunda Serie, 2009.

31.- Interpretación y sentido. Camino hacia una hermenéutica analógica, Saltillo, Coah.: Gobierno del Estado de Coahuila – Secretaría de Educación y Cultura – Coordinación General de Bibliotecas, Publicaciones y Librerías – Cátedra de Cultura Latinoamericana Alejo Carpentier, 2009.

32.- Filosofía de la religión, México: Universidad Iberoamericana, 2009.

33.- Hermenéutica analógica, símbolo y ontología, Toluca: Universidad Autónoma del Estado de México, 2010.

34.- La hermenéutica analógica en la historia, Tucumán, Argentina: Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, Colección Filosofía, 2010.

35.- Hermenéutica analógica, educación y filosofía, Bogotá: Universidad Santo Tomás, 2010.

36.- Hermenéutica analógica y búsqueda de la comprensión, Chihuahua: Universidad Autónoma de Chihuahua, 2010.

37.- Hermenéutica, analogía y derechos humanos, San Luis Potosí, S.L.P.: UASLP – Aguascalients, Ags.: Centro de Estudios Jurídicos y Sociales Mispat, A.C. – San Cristóbal de las Casas, Chis.: Educación para las Ciencias en Chiapas, A.C., 2010.

38.- Metáforas de nuestra vida. Antropología e interpretación, Huelva (España): Hergué – Ceasga, 2011.

39.- Epistemología y hermenéutica analógica, San Luis Potosí: Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2011.

40.- Filosofía y lenguaje en la Nueva España, México: UNAM, 2011.

41.- Manual de filosofía, México: Ediciones Paulinas, 2011.

42.- La filosofía en México. Problemas teóricos e históricos, México: UNAM, 2011.

43.- Hermenéutica analógica y filosofía de la historia. Del fragmento como símbolo del todo, México: UNAM, FFL, 2011.

44.- La racionalidad analógica en la filosofía mexicana, México: Ed. Torres Asociados, 2012.

45.- Belleza y analogía. Una introducción a la estética, México: Eds. Paulinas, 2012.

46.- Ordo analogiae. Interpretación y construcción del mundo, México: UNAM, 2012.

47.- Pedagogía y analogía. Temas de filosofía de la educación desde la hermenéutica analógica, México: De la Vega Editores, 2012.

48.- La hermenéutica y su destino analógico, Neuquén (Argentina): Ed. Círculo Hermenéutico, 2012.

49.- Filosofía y política en Bartolomé de las Casas, Salamanca: Editorial San Esteban, 2013.

50.- Ontología y poesía. En el entrecruce de la hermenéutica y la analogía, México: UIA, 2013.

51.- Historia de la filosofía medieval, México: FCE, 2013. 1a. ed. electrónica 2013.

52.- Derechos humanos y filosofía. Desde una hermenéutica analógica, México: Universidad Anáhuac Sur – Porrúa, 2013.

53.- Hermenéutica analógica y ontología, Cuernavaca (Morelos, México): Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, 2013.

54.- El arte y su símbolo, Querétaro, Qro.: Ed. Calygramma, 2013.

55.- Hermenéutica analógica, filosofía de la religión y teología fundamental, Bogotá: Universidad Santo Tomás de Aquino, 2013.

56.- Cuestiones de filosofía en México y filosofía mexicana, México: Seminario de Cultura Mexicana, 2013.

57.- Hermenéutica analógica, lenguaje y sociedad, San Luis Potosí: Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2013.

58.- Hermenéutica y analogía en la filosofía medieval, México: UNAM, 2013.

59.- Hermenéutica analógica, historicidad y filosofía, Culiacán: Universidad Autónoma de Sinaloa, 2013.

60.- Hermenéutica analógica y ámbitos de la realidad, Saltillo: Universidad Autónoma de Coahuila, 2013.

61.- Hermenéutica, analogía y signaturas, México: UNAM, 2014.

62.- Charles Sanders Peirce: semiótica, iconicidad y analogía, México: Herder, 2014.

63.- Hermenéutica, analogía y ciencias humanas, México: UACM, 2014.

Maurizio Ferraris

En su libro Perfiles esenciales de la hermenéutica, publicado por Fondo de Cultura Económica y en su Compendio de hermenéutica analógica, publicado por la Editorial Torres Asociados, habla de algunas aplicaciones de la hermenéutica analógica a otras disciplinas. Además de la aplicación a la historia, al derecho, a la filología y a la exégesis bíblica, ¿a qué otras áreas se han hechos aplicaciones?

La hermenéutica analógica se ha aplicado también a la psicología, señaladamente  al psicoanálisis, y a la pedagogía. En psicología, por ejemplo, ha sido aplicado a la terapia familiar, ya que en las familias se da mucho el uso de símbolos (mitos, ritos, etc.), y si no funcionan bien, hay que interpretar sus fallas y buscar soluciones. En psicoanálisis, ha encontrado aplicación en la lectura de la misma teoría freudiana, y también en la clínica, ya que la mayoría de los conceptos psicoanalíticos son analógicos y, además, la relación del analista con el analizado no puede ser de una imposición unívoca, sino que debe llegar a la confluencia analógica de uno y otro. En pedagogía, lleva a una educación no impositiva, pero tampoco anárquica. Asimismo, está aplicándose a los estudios de género, sobre los que ya se publicó un volumen colectivo.

Es un hecho que la hermenéutica analógica ha tenido múltiples aplicaciones en campos y disciplinas diferentes. Y para la  traducción, es un regalo que de suyo lo necesitaba, y aunque ya se ha referido en parte a este tema, le pregunto ¿qué piezas o aspectos de la hermenéutica analógica se utilizan más en el trabajo de traducción?

Originalmente me sirvió la hermenéutica analógica para que fuera aplicada en el arduo problema de la traducción. En el Centro de Estudios Clásicos me encontré con los dos extremos: unos que traducían al pie de la letra, y eso era muy malo; otros, en cambio, que traducían demasiado libre. Pero a mí me parece que tiene que haber cierta adaptación, sin perder el apego al texto original. No una traducción unívoca, es decir, literal; tampoco una equívoca, es decir, demasiado libre, sino una analógica, es decir, que guarde el equilibrio entre el idioma de origen y el de destino.

Hay varias características que ha producido la hermenéutica analógica como ciencia, como arte y como método. También en su libro de Bioética el doctor Guillermo Hernández Flores ha reunido algunas de ellas. Yo las he tomado de buena manera para construir el método de la enseñanza de las lenguas clásicas; unas veces le he llamado método deductivo analógico, otras veces, método ecléctico analógico, y también método analítico sintético, icónico analógico. De las características señaladas me refiero a la cientificidad, la interdisciplinariedad, la normatividad y la aplicabilidad, ¿cómo las explica o cómo las utiliza en el camino de la hermenéutica analógica?

La traducción necesita interdisciplinariedad, por ejemplo entre la lingüística o la semiótica y la hermenéutica. Hay que dominar la sintaxis de un idioma que se traduce, luego hay que manejar bien la correspondencia semántica entre las palabras y sus significados; pero, sobre todo, hay que ser atentos a la pragmática, que versa sobre las intenciones de los hablantes, y esto coincide con la hermenéutica.

En las ciencias, en las artes, en las humanidades, en las ciencias humanas y en los textos en general, se ha venido exponiendo acerca de la traducción, interpretación, síntomas, signos, símbolos, comentario, explicación, exposición, análisis y síntesis. Para responder esos asuntos, se ha venido argumentando con algunas de las siguientes disciplinas: filología, hermenéutica, pragmática y exegética. También usted a lo largo de sus escritos ha incluido esas disciplinas, ¿pero cómo las ha abordado y cómo podría exponer la diferencia entre cada una de ellas?

La traducción es una interpretación, por eso es una actividad hermenéutica. Pero, además, versa sobre textos, compuestos de signos, los más difíciles de los cuales son los símbolos. Asimismo, después del análisis de los textos, hecho por la semiótica, viene la síntesis que agrega la hermenéutica, la cual coincide con la dimensión pragmática (después de la sintaxis y la semántica). Son cosas diferentes, pero coinciden en algunos puntos, como la pragmática y la hermenéutica. Y después de la traducción, hay que hacer el comentario, en el cual se explica lo que se ha comprendido del texto. Eso ayudará a otros a lograr una comprensión más cabal.

En una parte de su obra, usted ha realizado trabajos de traducción, ¿puede hablarnos sobre su experiencia como traductor, de la metodología que ha utilizado y del periodo de latín que más ha traducido?

Ciertamente he traducido mucho del latín, sobre todo del latín medieval y post-medieval. Es el idioma en que fueron escritos los textos de filosofía de los filósofos escolásticos. He traducido a San Alberto Magno y a Santo Tomás. También a varios filósofos escolásticos españoles y novohispanos, como Juan de Santo Tomás o Poinsot, Alonso de la Veracruz, Tomás de Mercado y otros. Mi experiencia en ello es que, a pesar de que el castellano proviene del latín, hay diferencias muy grandes, lo cual hace difícil la traducción. Además, si añadimos los tecnicismos que se usaban en la filosofía escolástica, la dificultad aumenta. Aquí el método es brindado por la pragmática y la hermenéutica; es decir, no se puede traducir de una manera literal, siempre hay que adaptar, aunque sea un poco. Y lo mismo he experimentado en mis traducciones de otras lenguas, como del inglés y el francés.

En algunas ocasiones le he escuchado que una de las características fundamentales de la traducción y de la interpretación de textos es la semántica. Mi pregunta se refiere a las llamadas relaciones semánticas a saber: monosemia, polisemia, sinonimia, antonimia, metáfora, homonimia y metonimia. ¿Qué elementos de los mencionados ha utilizado en sus trabajos y cómo podría ajustarlos al trabajo vinculado de la hermenéutica analógica?

En el ámbito de la semántica, sobre todo he usado la metáfora y la metonimia. La primera es principalmente de la poesía, y la segunda lo es del pensamiento científico. Pero pueden entrecruzarse, y de hecho se hace poesía con la metonimia y ciencia con la metáfora. Hay un libro excelente, de Max Black, intitulado Modelos y metáforas, donde argumenta que los mejores modelos científicos han sido metáforas afortunadas.

El tema de los derechos humanos es fundamental en su pensamiento filosófico. De suyo es un tema interesante y actual, no sólo en los interesados en la vida política y en la docencia, sino también y con más rigor en algunos teóricos del derecho y de otras disciplinas. Mi pregunta es la siguiente: ¿en qué consiste su reflexión sobre los derechos humanos y, sobre todo, en lo que usted ha llamado frecuentemente fundamentación de los derechos humanos?

Mi trabajo sobre los derechos humanos ha sido precisamente en la línea de la fundamentación filosófica de los mismos. He tratado de replantear el iusnaturalismo como tal fundamentación, pero un iusnaturalismo renovado. Se ha visto incluso que el iuspositivismo más actual, que se ha renovado también, llega a aceptar varias cosas importantes del iusnaturalismo, el cual, como he dicho, también ha sido renovado muchísimo. Ahora que los propios iuspositivistas actuales aceptan los principios, inclusive los principios morales, como base de los derechos, la fundamentación de los derechos humanos desde una perspectiva iusnaturalista se ha hecho más sencilla y factible.

Después de que autores como Dworkin se han declarado iusnaturalistas, se ha perdido la animadversión que se tenía contra esta postura. De alguna manera los derechos humanos nacieron como basados en la naturaleza humana, aunque haya sido, por supuesto, muy importante su positivación.

El humanismo ha sido un tema antiquísimo que se había venido entendiendo bien durante la historia occidental, utilizando un término estudiado por usted: era un símbolo, porque ha reunido y ha identificado lo más granado del pensamiento, desde la paidéia, la humanitas, la schola, el humanismo renacentista y el novohispano, pero después de esos periodos ha bajado mucho de calidad y se ve en la educación y en la cultura moderna. ¿Cómo debe entenderse hoy el humanismo y qué aporte le puede dar desde su perspectiva filosófica?

El humanismo vuelve cada vez más fuerte. A pesar de las críticas de Heidegger en su Carta sobre el humanismo, discípulos suyos, como Ernesto Grassi, se han opuesto al maestro. Se ve la necesidad de un nuevo humanismo. Desde mi perspectiva filosófica, tiene que ser un humanismo analógico, que no vaya contra la ciencia-técnica, pero que rescate los valores más altos del ser humano, que es lo que ahora nos hace tanta falta.

Quienes lo conocemos, sabemos que se ha dedicado a la docencia y a la investigación, ¿pero también muchos ignoramos cómo le hace para integrar ambas actividades, aparte de su ministerio?

Integro ambas actividades, ya que me gusta mucho enseñar, y en la enseñanza es donde uno se da cuenta de si la investigación que se hace tiene sentido, dice algo a los alumnos y está bien encaminada. Presentando en clase lo que uno va investigando hace que nos demos cuenta de las dificultades o problemas que tiene y que nos hemos advertido. Ya sea que nos percatemos nosotros mismos de ellos o que nos hagan conscientes los propios alumnos, es una gran riqueza lo que uno encuentra en el diálogo con los asistentes al salón de clase. Claro está que ayuda el poner a debate los productos de la investigación con los colegas en los congresos, simposios o mesas redondas, pero también en clase, con los alumnos, se gana mucho en clarificaciones. Ya sea con los de posgrado, que son más profundos y críticos, ya sea con los de licenciatura, que nos harán ver si tiene sentido, es coherente y se sostiene con cierta verosimilitud. En ambos casos  es muy de agradecer lo que la docencia gana para nuestra investigación.

Mauricio Beuchot

En el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México hay varios centros de investigación y hace algunos años apareció el Seminario de Hermenéutica, el cual usted fundó y dirigió varios años. Ahora está celebrando el Décimo Coloquio Internacional de Hermenéutica Analógica. ¿Qué comentario pudiera dar usted sobre ese tema?

Efectivamente, fui el fundador y primer coordinador del Seminario de Hermenéutica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Ahora está ya en su propio camino, y rinde muy buenos frutos. Por supuesto que allí se cultiva la hermenéutica analógica, pero también otros tipos de hermenéutica. Estoy muy contento, viendo cómo crece.

La primera parte de su pensamiento venía versando sobre el tomismo, la filosofía del lenguaje y la filosofía analítica, igualmente venía haciendo buenas aplicaciones a la filosofía medieval, a la filosofía mexicana y a la filosofía novohispana, pero en 1993 comenzó a darle otro giro. Usted mismo en varias ocasiones ha dicho que en ese año lanzó la propuesta de la hermenéutica analógica. Mi pregunta es la siguiente: ¿qué acontecimiento lo impulsó a la realización de este proyecto llamado hermenéutica analógica?

El acontecimiento que me impulsó a lanzar la hermenéutica analógica fue el problema de la traducción. Me acababa de pasar del Instituto de Investigaciones Filosóficas al de Filológicas en 1991, y me pidieron que diera la teoría filosófica de la traducción. Creí que era la hermenéutica. Pero algunos traducían demasiado literalmente, eran los univocistas; en cambio, otros traducían demasiado libremente, los vi como equivocistas; hacía falta una postura intermedia, que da la analogía. Por eso la hermenéutica analógica.

Tengo una pregunta que me ha venido interesando desde hace algunos años. Trata de la enseñanza, la formación de docentes, la educación, la didáctica, la metodología, la formación de valores, etc. Y, por otro lado, cuando he escuchado disertar a varios maestros sobre su vocación profesional, han insistido en el mismo tema. Usted mismo en algunos textos se ha referido fundamentalmente a la mímesis o imitación no servil, sino libre y creativa ¿qué comentario tiene al respecto?

La mímesis o imitación fue un principio en la educación clásica. Uno comenzaba imitando a un gran escritor, y después se lanzaba a crear. Yo veo que todos hacemos eso. Primero imitamos a alguien, de manera no servil, sino libre, y cada vez se hace más autónoma, hasta llegar a la creatividad del individuo. Pero esta última se da mejor mientras más se tuvo un aprendizaje modesto y atento.

Actualmente usted ha publicado más de mil escritos entre libros, artículos, reseñas, traducciones, etc. Mi pregunta es la siguiente: ¿usted mismo se considera lector de su obra y su lectura le ha ayudado a mejorar y completar alguna tesis no terminada en su pensamiento?

Continuamente tengo la obsesión de releer y revisar mis textos, con la consiguiente insatisfacción por los resultados obtenidos. Por eso he preparado sucesivas ediciones de varios de mis libros, y en ellas he tratado de mejorar, aunque sea un poco, los contenidos. Pero lo más importante es que he tratado de atender a las limitaciones e insuficiencias de mi proceso para que me aleccionen acerca del modo en que debo avanzar. Todo eso conlleva rectificaciones y replanteamientos, correcciones y cambios, pero es la única manera de avanzar, si hemos de hacer caso a Karl Popper, quien habla de un camino de conjeturas y refutaciones, que implican falibilidad y espíritu de autocorrección.

El progreso de la ciencia y el auge de la posmodernidad son dos extremos de la educación actual. ¿No corre el riesgo la filosofía de ser despojada de su contenido? Pero también vemos que la filosofía combate y dialoga con una y otra al querer sistematizar y equilibrar el pensamiento. Si es así, ¿por qué es necesario que la filosofía continúe en el hombre después de mucho tiempo?

La filosofía continuará en el hombre por siempre. Ella contiene las preguntas fundamentales para cada ser humano. No hace falta ser profesional de la filosofía, pero a los que hemos optado por esa carrera, nos toca ayudar a los demás a examinar las formulaciones de esas preguntas y a evaluar las soluciones que se han ofrecido para ellas.

En varias reuniones con algunos lectores de su obra me han cuestionado sobre la vasta publicación que ha realizado. Mi pregunta se refiere a tres aspectos sobre usted: ¿ha pensado en algún estudio valorativo sobre su obra, sobre su itinerario y sobre su proyecto más próximo?

Por ahora no tengo ese proyecto, pero cada vez más me piden que realice un recuento de mi trabajo. Quizá haga, como lo han hecho otros, por ejemplo Ricoeur, una especie de autobiografía intelectual, pero después. En ella resumiré mi itinerario, y puede ser que eso me aclare a mí mismo por dónde he ido y por dónde debo ir. En cuanto al proyecto próximo creo que irá en la línea del realismo y la metafísica, dentro de ese “giro ontológico” que hemos dicho que se avecina, o que ya ha comenzado.

Hay una penúltima pregunta que deseo hacerle, y que se origina de su pensamiento filosófico, y también puede servir para fortalecer las relaciones personales, diplomáticas, sociales, políticas y culturales, sobre todo, para fortalecer la conversación y la comunicación entre los seres humanos. ¿Qué puede decir de la amistad, la sabiduría y la prudencia o frónesis en un tiempo donde la tardomodernidad tiene demasiada presencia mundial?

Lo que se ve es que algunos rasgos de la posmodernidad se están alejando, y llegan otros nuevos. Por ejemplo, el relativismo tan extremo que había hasta hace poco está dejando lugar a un realismo cada vez más fuerte. Igualmente, se nota un giro ontológico, después del giro lingüístico, que ya había ocupado mucho tiempo y que ya se ve agotado. Sobre todo en el sentido de que dejó de lado a la ontología, la cual se está vigorizando cada vez más.

Eso permitirá que la amistad sea más fuerte, que las relaciones humanas sean más estrechas y vinculantes, lo cual me parece que es uno de los componentes de la felicidad humana y del sentido de la vida.

Para concluir esta entrevista, en primer lugar le agradezco sobre manera el tiempo que ha dedicado a la realización de este trabajo y, en segundo lugar, le  comento sobre la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz, cuya fundación fue el sábado 18 de marzo de 2006 en la ciudad de Puebla. Recuerdo que usted dio la conferencia magistral inaugural sobre Fray Alonso de la Veracruz y además, nos dio buenos augurios por la nueva escuela que había aparecido. A lo largo de casi nueve años nos ha seguido apoyando, pues ha venido dieciséis ocasiones y nos ha apoyado en conferencias, cursos y en los cinco coloquios nacionales que hemos realizado sobre humanismo, humanidades y hermenéutica. ¿Qué mensaje pueda darnos después de esta larga jornada?

Estoy seguro de que la academia seguirá adelante, y cada vez mejor, pues está respondiendo a una necesidad profunda de nuestro país, que es el cultivo de las lenguas clásicas. Cada vez se estudian en él más idiomas. Y ya se trabaja en filosofía, por ejemplo en hermenéutica. Yo los felicito.